
La obra de Gaudí que todo el mundo pisotea CRÓNICA GLOBAL
La obra de Gaudí que todo el mundo pisotea: oculta en un humilde barrio de Barcelona
El arquitecto modernista realizó también unas lámparas que se encuentran en un colegio de la zona alta de la ciudad
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¿Se puede pisotear la obra de Gaudí? Seguramente tiene sus detractores, pero su obra arquitectónica es reconocida a nivel mundial.
El genio modernista trasciende fronteras. Obras como la Sagrada Familia, la Pedrera o el Park Güell atraen a millones de turistas cada año a Barcelona. En cambio, hay otra que cada día queda completamente pisada e ignorada.
Se trata de una creación del Gaudí más joven, pero no por ello menos interesante. Una obra que, incluso los que la ven cada día, son incapaces de reconocer.
Se encuentra fuera del circuito turístico tradicional, en un barrio modesto y humilde de Barcelona y no hace falta levantar la vista para disfrutar de ella, basta con bajar la vista al suelo.
Dónde está
Se ha de ir hasta el barrio de Sant Andreu y entrar en la iglesia de Sant Pacià y no mirar ni hacia el altar ni hacia el techo, tampoco a los ventanales o la decoración. Basta solo echar un vistazo al suelo.
Allí se encuentran una pieza única que lleva la firma de un joven Gaudí y que, paradójicamente, miles de personas pisan a diario, sin saberlo, un mosaico.
Un Gaudí que se pisa
En aquella época, Antoni Gaudí acababa de graduarse. Su estilo aún no había florecido en todo su esplendor modernista, pero su talento ya era evidente y bien valorado. Tan es así que su profesor en la Escuela Provincial de Arquitectura Joan Torras Guardiola, encargado de la reforma de Sant Pacià, le encargó el diseño del suelo.
El genio modernista ideó unos mosaicos decorados con motivos florales y geométricos, realizados en mármol y arenisca de distintos colores. En el diseño también incluyó las letras alfa y omega, símbolo del principio y el fin, y las iniciales J y M, en referencia a Jesús y María, congregación encargada de la iglesia.
Obra quemada
El marmolista Luigi Pellerin fue el encargado de ejecutar los dibujos de Gaudí, que decoran el pasillo central y el crucero de la iglesia. Aunque alejados del estilo más reconocible del arquitecto, estos mosaicos son una de las primeras obras del arquitecto que empezaba a buscar su estilo.
Lamentablemente, parte de esta creación fue hecha añicos. Durante la Semana Trágica, en 1909, esta iglesia fue el segundo templo en ser incendiado, tras la quema de la parroquia de Sant Andreu. Los sublevados asaltaron Sant Pacià, lo saquearon y, finalmente, le prendieron fuego.

Mosaico de Gaudí en la parroquia de Sant Pacià AYUNTAMIENTO DE BARCELONA
Reforma del mosaico de Gaudí
Luego la parroquia sirvió para otras muchas cosas. Durante la Guerra Civil, tras ser tomada por comité revolucionario local de Sant Andreu, fue uno de los comedores sociales Durruti. Nadie reparó en el suelo de Gaudí hasta 1988, cuando fueron restaurados por Lluís Bru.
Estos hechos no hacen más que revelar lo volátil y frágil que es la vida de una obra de arte y cómo la historia pesa sobre los rincones más insospechados de cualquier ciudad.
Los problemas de la iglesia
La misma historia del edificio de Sant Pacià, sin ir más lejos, es tan singular como su pavimento. Inicialmente, fue la capilla del convento colegio de la Congregación de Religiosas de Jesús y María. En 1890, cuando las monjas se mudaron a Sant Gervasi, las religiosas vendieron el edificio a los Hermanos de las Escuelas Cristianas, los maristas, que instalaron su noviciado y una escuela para chicos. Después llegaría la toma y la reutilización del espacio como granero y .
Ya en 1923, el Obispado de Barcelona lo compró y lo consagró como iglesia parroquia y desde 1930, Sant Pacià ha ejercido como tal. En 1985, su interior se enriqueció con las pinturas murales de Eudald Serrasolses y un Cristo Resucitado tallado por Juan María Medina Ayllón.
La otra obra de Gaudí para Jesús-María
De esta parroquia saldría además una nueva obra de Gaudí. La congregación de Jesús y María pareció quedar tan encantada con el trabajo del arquitecto modernista que, cuando se mudaron a Sant Gervasi le hicieron un nuevo encargo: una mesa elaborada con la técnica del trencadís, compuesto de fragmentos de cerámica, vidrio y mármol, que luce en la Sala de Santa Cecília, hoy convertida en sala de reuniones.
Asimismo, tras los incendios de la Semana Trágica en 1909, la Congregación rescató de la parroquia de Sant Pacià cuatro lámparas de madera dorada que todavía se conservan en el colegio Jesús-Maria Sant Gervasi. La creación representa un pájaro rodeado por una serpiente, figuras cargadas de un simbolismo bíblico más que evidente.