Así ha cambiado el parque infantil de Barcelona favorito de los nacidos en los 90
- Un espacio lúdico dedicado a los infantes se ha convertido en un lugar triste lleno de llantos
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Hubo un tiempo en que los niños y niñas no celebraban sus cumpleaños en el McDonalds o el Burger King. En muchas ciudades, además de los parques públicos, había otros de carácter privado que enamoraban a los más pequeños.
Eran los años 90, los jardines y parques públicos generaban desconfianza, miedo. Las familias preferían ir a un local cerrado para tener la seguridad necesaria de que no se iba a perder ningún invitado. Y así, los llamados chiquiparks se hicieron de oro.
Chiquipark, una marca popular
En realidad, este nombre que se ha convertido en un sustantivo común hace referencia a una empresa en particular que fue de las primeras en triunfar con este concepto. Se trata de un espacio cerrado con toboganes, suelos acolchados, piscinas de bolas y otros circuitos y juegos que hacen las delicias de los niños y niñas.
Los años 90 fueron los de su máximo apogeo. Empezaron a aparecer por todos los pueblos y ciudades de España. Luego llegaron sus imitaciones que siempre tenían la palabra Park y variantes de coletilla, para que la gente supiera qué había dentro.
Dónde estaba
En Barcelona, un clásico era el Happy Parc, Ero uno de los más emblemáticos de la ciudad. Se encontraba ubicado en el número 65 de la calle dels Comtes de Bell-Lloc, en el barrio de Sants, muy cerca de la estación.
El parque fue durante décadas un oasis de juegos para miles de niños, y un lugar clave en la vida de sus vecinos. Estuvo activo durante 25 años, por los que cerca de tres generaciones pasaron por allí. Hasta que en noviembre de 2019 sus dueños se vieron obligados a cerrar.
El cierre
Las razones fueron las de siempre en una ciudad como Barcelona: el precio de los alquileres. El consejero delegado informó en su día de que los propietarios triplicaron el precio mensual a 15.000 euros al finalizar el contrato de alquiler, una cifra insostenible para los dueños del parque infantil.
Por aquella época, además, la cuota media de alquiler en la ciudad era de 972,87 euros al mes, y aunque en el distrito de Sants-Montjuïc era algo inferior (803,74 euros), los precios no han dejado de subir.
De niños a muertos
Pero la cosa fue a peor. Con el paso de los años, la que fuera una zona para niños se convirtió en un espacio para muertos. Literal.
El ayuntamiento de Barcelona hizo una concesión para que ese espacio albergara un nuevo tanatorio. Una morgue que estuvo rodeada de mucha polémica.
Reclamación vecinal
El anuncio de la apertura del tanatorio despertó una notable oposición vecinal, liderada por la plataforma 'Salvemos Happy Parc'. Esta organización llegó a reunir más de 2.100 firmas para reclamar que el espacio siguiera albergando actividades infantiles.
Sus razones eran claras: un tanatorio en medio de un barrio con intensa vida asociativa, conocido por las fiestas de Sants y su dinamismo, no es adecuado ni para los residentes ni para quienes deban acudir al servicio funerario. A eso se le añade que hay pocos espacios para los niños y niñas de la ciudad. La nostalgia era solo un añadido.
Movimiento contra el tanatorio
Además, la cercanía del tanatorio de Les Corts, a escasos minutos en coche o transporte público, ponía en duda la necesidad de este nuevo equipamiento en una zona tan concurrida.
Por su parte, el Ayuntamiento de Barcelona aseguró que intentó mediar con el propietario del local para mantener el chiquipark, pero el propietario ya había firmado un contrato con la funeraria. Desde el consistorio también confirmaron que el nuevo proyecto cumple con las normativas municipales vigentes, dejando poco margen para nuevas negociaciones.
Apertura movida
La polémica duró tanto que el día de su inauguración, el 13 de julio de 2023, los residentes, coléricos, irrumpieron en la sala de velatorios, reventando la apertura. Fue el colofón a más de dos años de protestas contra la instalación y de acciones judiciales contra su apertura.
Tras esto, vinieron las imágenes de los féretros que se movían por en medio de la calle por las dificultades de acceso de los coches fúnebres en el lugar. Un duro golpe para aquellos que recordaban la zona con niños felices en la entrada del chiquipark.