Torreones hay muchos. Uno de los más conocidos es el que se eleva en el centro del puente de Besalú, pero no es el más impresionante. Ese está en la otra punta de Cataluña. En Tarragona.
Conocida en la época romana como Tarraco, fue una de las ciudades más importantes del Imperio romano en el Mediterráneo. La imagen más típica es la del anfiteatro, el teatro y sus murallas, pero tiene mucho más que ofrecer.
Tarragona fue la capital del Mediterráneo oriental en la época romana. Su posición estratégica y su prosperidad comercial, le otorgaron papel como centro político y administrativo. Se convirtió en la primera capital de provincia fuera de la península itálica, lo que marcó su importancia dentro del vasto dominio romano.
La ciudad, situada estratégicamente cerca del mar, fue fundada por los romanos en el siglo III a.C. y rápidamente se convirtió en un símbolo del poder y la influencia de Roma en Hispania. Tarraco fue no solo un centro administrativo y militar, sino también un lugar de encuentro para la élite cultural y política de la época.
Tarragona, más allá del anfiteatro
Grandes monumentos como el anfiteatro, el circo y el foro romano reflejan la grandeza y la sofisticación de esta urbe que, durante siglos, marcó el ritmo de la vida en la región. Sin embargo, entre todos estos tesoros arquitectónicos, existe un monumento que, aunque menos conocido, posee una relevancia histórica crucial: la Torre del Pretorio, una de las torres más impresionantes de Cataluña.
Esta estructura, construida en el siglo I a.C., se erigió como un bastión estratégico que conectaba la parte baja de la ciudad con las áreas más elevadas, uniendo el foro y el circo romano con la parte superior del complejo. A través de una serie de túneles y pasillos subterráneos, la torre facilitaba el movimiento y la protección de la ciudad, permitiendo a sus habitantes transitar entre diferentes niveles del complejo urbano sin ser detectados.
Cómo es la torre
Con más de 2.000 años de historia, esta edificación ha resistido el paso del tiempo de manera sorprendente. Su estructura, que alcanza una altura de 23 metros y una anchura de 26,40 metros, aún se mantiene firme, lo que subraya la destreza de la ingeniería romana. Aunque su función original era la de una atalaya de vigilancia y control, a lo largo de los siglos la Torre del Pretorio ha experimentado múltiples transformaciones que la han adaptado a las necesidades de cada época.
La Torre del Pretorio no solo se destaca por su arquitectura, sino también por su importancia en la historia romana. Durante el conocido "Año de los cuatro emperadores" (69 d.C.), este lugar jugó un papel fundamental en las luchas por el poder dentro del Imperio.
Fue aquí donde se tomaron decisiones cruciales y se debatió el destino del trono de Roma, bajo la influencia de la guardia pretoriana. El hecho de que cuatro emperadores diferentes ascendieran al poder en un solo año ilustra la inestabilidad política de la época, y Tarraco, con su torre imponente, fue un testigo mudo de esos días tumultuosos.
Sin embargo, la historia de la Torre del Pretorio no termina con la caída del Imperio romano. Durante la Edad Media, la torre fue ocupada por el mercenario normando Robert Bordet, quien llegó a ser conocido como el príncipe de Tarragona. A partir de ese momento, el edificio fue transformado en una residencia fortificada y más tarde, en el siglo XVI, se convirtió en el palacio de los reyes de la corona catalano-aragonesa, ganando el nombre de "Castillo del Rey".
Parte de un museo
A lo largo de los siglos, la Torre del Pretorio ha sido testigo de diversas etapas históricas. En el siglo XVI, cuando la monarquía española consolidaba su dominio, el edificio adquirió una función más representativa como sede de la nobleza y centro administrativo. Más tarde, fue utilizado como prisión, una función que desempeñó hasta tiempos más recientes, lo que contribuyó a su deterioro y transformación paulatina.
En la actualidad, la Torre del Pretorio forma parte del Museo Arqueológico Nacional de Tarragona, donde se pueden apreciar restos tanto romanos como medievales. Entre los tesoros más destacados de este museo se encuentra el sarcófago de Hipólito, una impresionante pieza de mármol helénico con detalles que narran la vida del mito griego. Descubierta en 1948, esta pieza es una de las joyas más preciadas de la colección.
Horario de visita
El legado de Tarraco no se limita a sus monumentos visibles; es un símbolo de la influencia duradera de Roma en la península ibérica. Desde lo alto de la Torre del Pretorio, los visitantes pueden disfrutar de una vista panorámica de Tarragona, que abarca desde la Catedral hasta el Anfiteatro Romano, con el mar Mediterráneo como telón de fondo. Esta perspectiva permite entender su papel durante el imperio.
Quien quiera visitar este monumento debe saber que está abierto durante todo el año, con horarios de apertura que varían según la temporada. Durante los meses de verano, el edificio abre todos los días, incluidos festivos, mientras que en invierno permanece cerrado los lunes.
Cómo llegar
Para llegar a Tarragona desde Barcelona en coche, se puede tomar la autopista AP-7 en dirección sur, que es la ruta más rápida y directa. El trayecto dura aproximadamente una hora, dependiendo del tráfico. Otra opción es utilizar la carretera nacional N-340, que ofrece un recorrido más panorámico pero que puede llevar más tiempo debido a las velocidades más bajas y las posibles congestiones.
En transporte público, la manera más conveniente es tomar el tren desde la estación de Barcelona Sants. Hay servicios de trenes regionales y de alta velocidad (AVE y Avant) que conectan ambas ciudades en hora y media o unos 30 minutos, según el tipo de tren que se elija.