Cataluña tiene una zona única en España, La Garrotxa. Situada a la entrada de los Pirineos es una tierra conocida por sus paisajes volcánicos y su exuberante naturaleza. La misma que la ha convertido en un espacio protegido.
En total, en el Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa existen más de 40 conos volcánicos y una vasta extensión de bosques que cambian de color con las estaciones del año. Una zona digna de explorar.
Entre sus parajes más famosos se encuentra la Fageda d'en Jordà, un bosque de hayas que parece sacado de un cuento de hadas, donde el silencio solo es roto por el susurro del viento a través de las hojas y el canto de los pájaros. Este entorno natural extraordinario es el hogar de leyendas y tradiciones que se han transmitido a lo largo de generaciones.
Pero no todo se acaba aquí, hay piscinas naturales, cascadas, iglesias dentro de cráteres. Y todo en medio de este paisaje fascinante donde también se esconde una joya del medievo catalán: la iglesia de Sant Martí del Corb. Una pequeña y austera ermita, situada en un rincón sombrío y tranquilo de la Garrotxa, un lugar cargado de historia y misterio.
Ermita románica
Su ubicación apartada y su arquitectura sencilla le confieren un aire especial que la hace única. Sant Martí del Corb no es solo un templo religioso, sino también un testimonio del pasado medieval de la región, un espacio donde la espiritualidad y la naturaleza se encuentran.
La iglesia de Sant Martí del Corb es una pequeña construcción románica, caracterizada por su estructura simple pero elegante. A la entrada se accede por unos escalones, que llevan a un porcho cubierto, sostenido por robustos pilares que parecen haber sido testigos de siglos de historia.
Este lugar ha sido durante generaciones un sitio de peregrinación y encuentro, donde en épocas de sequía los habitantes del lugar acudían en procesión para pedir la intercesión de Sant Martí. En su entorno sereno y silencioso, es fácil imaginar a aquellos devotos rezando con fervor bajo el dosel de los árboles centenarios.
Esta iglesia se encuentra muy cerca de la famosa Fageda d’en Jordà y de otra ermita pequeña, Sant Miquel del Corb, ambas conformando un conjunto románico escondido que pocos visitantes logran descubrir. Situada en los alrededores de la sierra del Corb, en la zona conocida como serra de Marboleny, Sant Martí del Corb es un lugar que transporta a los visitantes a otra época, un refugio espiritual que invita a la reflexión y a la conexión con la naturaleza.
Una ruta circular
Para los amantes del senderismo y la naturaleza, la mejor manera de descubrir Sant Martí del Corb es a través de una ruta circular que atraviesa algunos de los paisajes más emblemáticos de la Garrotxa. El punto de partida de esta aventura es la plaza Major, desde donde se sigue en dirección a la ruta de las ermitas del Corb.
Desde el inicio, el camino está rodeado de robledales, que poco a poco dan paso a un hayedo conforme se avanza en altura. Es un recorrido que combina lo mejor de la flora local y permite disfrutar de la belleza del entorno natural.
Qué ver
El sendero conduce a un claro desde el cual se puede observar el volcán del Racó y más adelante el mirador que ofrece vistas impresionantes del paisaje circundante. Al seguir la ruta, se llega primero a la ermita de Sant Miquel del Corb, una pequeña joya arquitectónica que también merece una pausa para admirar su sencillez y belleza.
Desde allí, el sendero nos lleva por una pista hasta Mas l’Antiga y finalmente, tras un corto recorrido, a la ermita de Sant Martí del Corb. Es en este punto donde uno se encuentra cara a cara con esta pequeña iglesia románica, rodeada de la naturaleza más pura y auténtica.
Después de visitar Sant Martí del Corb, la ruta continúa por el borde de la sierra de Marboleny, un sendero que ofrece vistas panorámicas del paisaje volcánico y de los frondosos bosques que caracterizan esta región. Siguiendo el camino hacia el mirador de Xenacs, se puede disfrutar de una perspectiva única de la Garrotxa y sus alrededores. Este tramo del recorrido está diseñado para conectar al senderista con el entorno natural, permitiéndole apreciar cada detalle de este ecosistema tan particular.
Finalmente, el descenso de la ruta nos lleva de vuelta al punto de partida, a través de caminos que serpentean entre encinares y hayedos, ofreciendo una experiencia completa que combina naturaleza, historia y espiritualidad. Cada paso en este recorrido es un recordatorio del valor cultural y natural de la Garrotxa, un lugar donde los secretos mejor guardados se revelan solo a aquellos que se atreven a explorarlos.
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