Cuando uno piensa en Barcelona, rápidamente piensa en tres cosas: playa, fiesta y Gaudí. Son los tres tópicos, luego hay mucho más: teatro, cultura, gótica, ruinas romanas, tejido empresarial… Pero hay algo de cierto en estos tres primeras ideas.

Gaudí es casi el principal activo turístico, arquitectónico, histórico y cultural de la ciudad y de toda Cataluña. La Sagrada Familia, La Pedrera, el Park Güell y la Casa Batlló son sus principales iconos, los edificios más conocidos y visitados. Pero hay muchos más y menos conocido. Uno de ellos es el Palau Güell, pero otro mucho menos conocido es la Casa Calvet.

Edificio desconocido

Este edificio, construido en 1899, es uno de los ejemplos más fascinantes de la obra del genio modernista, aunque no por las razones que suelen asociarse con su estilo característico. A diferencia de otros de sus edificios más famosos, este pasa más desapercibido, casi desconocido. Y es que la Casa Calvet no destaca por sus formas extravagantes o soluciones arquitectónicas innovadoras. 

A pesar de su diferencia de carácter, estilo y formas, esta pequeña joya muestra el equilibrio formal y decorativo que Gaudí sabía aplicar a su trabajo. Utilizando técnicas tradicionales, el arquitecto supo darle a esta creación su sello inconfundible de Gaudí, lleno de detalles simbólicos, prestando una atención minuciosa a cada aspecto del diseño

La única obra premiada de Gaudí

Este enfoque más "clásico", menos vanguardista en su estilo, fue lo que hizo que la Casa Calvet recibiera el reconocimiento del Ayuntamiento de Barcelona como el mejor edificio del año en 1900, siendo la única obra de Gaudí galardonada de esta manera.

El edificio fue encargado por la familia Calvet para combinar varias funciones: tienda y oficinas en la planta baja, la vivienda del propietario en el primer piso, y alquiler de viviendas en los pisos superiores, un esquema común en la Barcelona de finales del siglo XIX. 

Cómo es la Casa Calvet

Aunque estructuralmente sigue los estándares de la época, con fachadas portantes y crujías longitudinales, lo que realmente eleva a esta obra a la categoría de obra maestra es la detallada ornamentación y los símbolos que decoran tanto el interior como el exterior del edificio. Desde los llamadores de hierro forjado en forma de cruz que representan la lucha contra el pecado hasta los capiteles decorados con insectos, todo en la casa tiene un significado, invitando a los observadores a reflexionar sobre la dualidad entre el bien y el mal, la vida y la muerte.

El diseño interior de la Casa Calvet también es una muestra de la creatividad funcional de Gaudí. El mobiliario del piso principal, destinado a la familia Calvet, fue diseñado por el propio arquitecto en madera de roble, utilizando formas orgánicas que se adaptan a la ergonomía del cuerpo humano. Incluso los tiradores de las puertas y las mirillas fueron moldeados a partir de las propias manos de Gaudí, una muestra de la dedicación y el nivel de detalle que puso en cada aspecto de la obra.

Rompiendo normas

Otro aspecto interesante de la Casa Calvet es que, a pesar de la habitual desobediencia de Gaudí a las normativas, su diseño inicial fue modificado para cumplir con las regulaciones del Eixample de Barcelona, que estipulaban una altura máxima de 22 metros.

Aunque Gaudí presentó un plano revisado que recortaba parte de la fachada, finalmente desoyó las órdenes y ejecutó el proyecto original, manteniendo los llamativos remates barrocos y las esculturas de Sant Pere Mártir y los santos Ginés de Arles y Ginés de Roma en lo alto de la fachada. El resultado fue una fachada que no solo fue aprobada tras finalizarse la obra, sino que también recibió elogios, lo que llevó al Ayuntamiento a otorgarle el prestigioso premio.

Restauración

La Casa Calvet es, además, un claro ejemplo del simbolismo religioso que permea gran parte de la obra de Gaudí. El edificio está lleno de referencias a la vida y la fe de la familia Calvet, originaria de Vilassar, cuyos santos patronos se encuentran representados en la fachada. Al observar la estructura, uno puede percibir la influencia del gótico, con elementos decorativos que parecen sacados de una iglesia medieval, pero con la impronta modernista que caracteriza la obra de Gaudí.

Hoy en día, la Casa Calvet sigue siendo un edificio residencial, conservando el uso para el que fue diseñado hace más de un siglo. Su restauración en 1995 permitió recuperar parte del esplendor original, devolviendo el brillo a una de las obras menos conocidas de Gaudí, pero que, sin duda, merece ser apreciada tanto por su belleza arquitectónica como por su historia de resistencia frente a las normativas de la época. 

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