Llegado ya el tiempo de ir a buscar setas y, en breve, castañas, los catalanes saben donde tienen que ir. A la montaña. Una de las más queridas en Cataluña es la sierra del Montseny, un lugar al que siempre van millones de catalanes, ya sean escolares, senderistas, boletaires o amantes de la naturaleza.
El Montseny, en cualquier caso, es un lugar que esconde muchos más encantos. Uno de ellos es un imponente castillo medieval, que luce casi intacto desde hace más de 500 años. Cinco siglos en los que esta fortaleza ha resistido a invasiones, guerras y batallas, pero que ahora parece pasar inadvertido ante los ojos de los suyos.
Dónde está
Los habitantes de Sant Celoni, Breda y pueblos de alrededor lo conocen. Algunos lo ven desde su ventana, en lo alto de la montaña, imponente. Y es que hablamos de uno de los castillos mejor conservados de Cataluña. Tal vez, porque hasta aquí no llegan los turistas.
Mientras los extranjeros copan Barcelona, Girona, Tarragona y toda la costa catalana, la fortaleza de Montsoriu los ve pasar, como en su día vio pasar a tantos batallones. Ahora, sólo recibe las visitas de aquellos interesados por la historia, por la cultura de Cataluña o por aquellos curiosos que quieren saber que es esa fortaleza que se erige a lo lejos, en pleno corazón del Montseny.
Se trata del Castillo de Montsoriu, una edificación de defensa que erige, majestuosamente, en una colina de 650 metros de altitud, dentro del Parque Natural del Montseny que está repleta de historia y leyendas. Pero mejor ir poco a poco.
Así es la historia del castillo
La historia del castillo se remonta al año 1002, cuando se documentó la donación de tierras en el monasterio de Sant Cugat del Vallés. Fue construido en el contexto del matrimonio en 1033 de Ermessenda de Montsoriu y Guerau de Cabrera, fundadores del monasterio de San Salvador de Breda. El castillo fue testigo de periodos de esplendor durante el dominio de los vizcondes de Cabrera. Sin embargo, la familia enfrentó conflictos, como la acusación y decapitación de Bernat II en 1364. La lucha continuó con su hijo Bernat III quien, finalmente, alcanzó acuerdos con Pedro IV en 1372 y 1381, recuperando las posesiones familiares.
Entre medio, el castillo sirvió de residencia de vizcondes, reyes y otros nobles. De allí, que fuera motivo de ataques por parte de franceses en 1285. A pesar de todos los desperfectos causados, no consiguieron hacerse con él. Sólo el tiempo lo ha hecho.
A partir del siglo XV, el castillo experimentó un declive debido al traslado de la residencia familiar al Castillo de Blanes y a los estragos de la guerra de las Remensas en 1462-1472. A lo largo de los siglos, cambió de manos y fue ocupado por tropas francesas durante la Guerra de la Independencia (1808-1814) y la Primera Guerra Carlista (1833-1840). Desde 1998, el Castillo de Montsoriu pertenece al Consejo Comarcal de la Selva, conservando así su rica historia en la belleza natural de la región.
Hoy, en la cima de la colina, las imponentes murallas defensivas románicas, las torres que marcan la línea del horizonte y el interior gótico, que en su tiempo fue la lujosa residencia de los vizcondes de Cabrera, se mantienen en pie como vestigios de una época dorada. Pero las reformas son continuas y, gracias a ellas, se puede visitar.
Cómo es
Quien entre al castillo de Montsoriu puede ver con sus propios ojos la evolución arquitectónica y los cambiantes usos que ha experimentado a lo largo de los siglos. El hecho de que su construcción y sucesivas ampliaciones y remodelaciones se extendieran desde el siglo X hasta el XV, hacen que sus paredes se conviertan en la fusión perfecta entre el gótico y el renacimiento.
Más allá de eso, impresiona la imponente estructura del edificio. Compuesto de tres recintos amurallados concéntricos y escalonados: el recinto Sobirà, el Patio de Armas y el recinto Jussà, cada uno tiene su propia historia.
El recinto Sobirà (siglos X-XII) se alza como la cima más elevada, dominando el paisaje con la imponente presencia de la Torre del Homenaje. Aquí, la capilla prerrománica de Sant Pere alberga pinturas románicas y la sala gótica, preservando la riqueza artística de épocas pasadas.
A un nivel inferior se despliega el Patio de Armas, núcleo central del castillo. Construido entre los siglos XII y XIV, este espacio fue parcialmente cubierto por una galería porticada. Con el advenimiento del siglo XIV, el castillo de Montsoriu se transforma en un palacio residencial, dando origen a dependencias como la sala-comedor y la cocina. Finalmente, el recinto Jussà se revela como un espacio uniforme con cuatro torres rectangulares, diseñadas para proteger la pequeña puerta de acceso al castillo.
Las leyendas del castillo
Pero como todo buen castillo que se precie, el castillo de Montsoriu también tiene sus leyendas. Una de ellas es que en la noche de Sant Joan, una dama desnuda aparece en una de las torres del castillo con una antorcha encendida en una mano, y en la otra con un cuerno de caza que al tocarla aparece un caballero con un caballo negro; el cual monta a la Dama Roja y desaparecen juntos. Claro que no es lo único que pasa esa noche.
La noche más corta del año es también noche de meigas, noche de brujas, y, por tanto, de rituales. Dicen los locales que durante la verbena, cuando empiezan a tocar las campanas de la población cercana de Breda, a medianoche, se abre una puerta del castillo. Acto seguido, quien quiera ganar una fortuna, puede entrar a la fortaleza cuando se escuche la primera campanada y llenar un saco de trigo, saliendo antes de la última campanada de las doce con el saco lleno. Pero importante, no se puede mirar el contenido, sólo correr hasta pasar el riachuelo. Quien lo consiga, dice la leyenda, verá como el trigo se convierte en oro. ¿Qué pasa si se mira antes? El trigo ya no servirá ni como alimento porque se habrá convertido en arena. ¡Ah! Y es importante salir antes de que den las doce campanadas, si se hace después habrá sido una hazaña en vano.
Pero no todo pasa la noche de Sant Joan. Otra de las misteriosas historias en torno al castillo de Montsoriu es la que habla de una roca cercana a la fortaleza que tiene una huella. Es de doña Guilleuma. Esta mujer era considerada una gran pecadora y fue condenada a vagar como alma en pena entre las ruinas del castillo.
Su presencia provocaba fuertes tempestades y aterradores lamentos cada noche, afectando las cosechas de los campos circundantes. La población local, buscando una solución a sus desgracias, recurrió al obispo, quien, mediante el uso de agua bendita, conjuró a los espíritus malignos y otorgó a Guilleuma un plazo para arrojarse a las profundidades del Gorg Negre de Gualba. Fue este impulso la que la llevó al abismo, dejando la huella de su pie marcada en la roca como testigo de esta misteriosa historia.
Cómo llegar
Si uno se siente atraído por todas estas historias, debe saber que ir es relativamente fácil. Desde Barcelona, el viaje es de apenas una hora y cuarto en coche. Se debe ir por la AP-7 en dirección a Girona/Francia. Después de aproximadamente 60 kilómetros, se toma la salida 10 hacia Hostalric y se sigue por la carretera C-35 en dirección a Arbúcies. Una vez en la C-35, se continúa durante unos 5 kilómetros hasta encontrar el desvío hacia Breda. Desde allí, se sigue la carretera GI-552 hasta llegar al aparcamiento habilitado para el castillo, que se encuentra señalizado a lo largo del camino.
Desde el aparcamiento, es necesario realizar un corto tramo a pie de aproximadamente 30-40 minutos por un sendero señalizado que lleva directamente hasta la fortaleza. Es recomendable llevar calzado cómodo para la caminata final hasta el castillo y prever suficiente tiempo para disfrutar de las vistas panorámicas y del entorno natural que rodea esta emblemática construcción medieval.