¿Cuántas veces Google Maps habla de San Quirico del Vallés o San Baudilio del Llobregat para referirse a Sant Quirze o Sant Boi? Estas cosas hacen gracia, pero lo cierto es que durante la dictadura franquista se castellanizaron buenas parte de los nombres de municipios. Un acto ridículo, pero propio de un régimen autoritario que, como suele pasar, toma decisiones con poco criterio.
Más allá de que ahora queda en la anécdota, la dictadura dejó un legado de muertos, desaparecidos y opresión. De aquellos tiempos quedan el dolor, algunas estatuas, nombres de calles y mil historias terribles. Varias víctimas del franquismo y partidarios de la reparación de la memoria histórica se quejan por ello. Ven como los responsables de la muerte de algunos familiares todavía dan nombre a calles o conservan estatuas.
Tortosa es un claro ejemplo de ello. El río Ebro, a su paso por allí, baña una estatua erigida durante la dictadura franquista. Algunos defienden que sirve para recordar el sufrimiento, otros la quieren ver desaparecer. A pesar de todo, en un referéndum, los habitantes de la ciudad votaron mantenerla.
Un municipio con nombre franquista
Otro de los ejemplos está escondido en la comarca del Priorat, territorio vinícola donde los haya y con una marcada presencia religiosa surgida de la cartuja de Escaladei. Allí, hay un pueblo que en pleno siglo XXI lleva el mismo nombre que le dio Franco. Algo así como si Sant Quirze siguiera llamándose San Quirico. Se trata de Cabacés (Tarragona).
Aunque no todos los saben, este pequeño municipio de 305 habitantes no siempre tuvo este nombre. Antes del levantamiento militar, el pueblo tenía un nombre catalán que se ajustaba a la perfección a su historia, Cabassers.
Sin rastro de cambios
Lo curioso del caso es que, ni con la llegada de la democracia ni después de que en 1993 la Generalitat oficializara su nombre en catalán la cosa parece cambiar. El pueblo se llama Cabacés todavía hoy.
Nunca han faltado las iniciativas para que este hecho quede reparado. Hay diferentes entidades que han solicitado que Cabassers recupere su nombre original. Y la verdad es que razones no les falta.
De dónde viene
Los primeros registros sobre este pueblo datan del siglo XIII. En varios escritos la población aparece bajo la denominación de Abinkabaser. Se trata de un nombre de origen árabe, de los años que ese imperio gobernó la película.
La primera parte de este nombre andalusí significa "hijo de", mientras que la segunda parte parece ser una arabización de una palabra latina. En cualquier caso, fruto de la evolución latina de este término pudieron salir dos, por un lado "cabàs" y "Cabassers", aunque en forma de antropónimo (nombre de persona).
Evolución del término
Tanto antes como en la actualidad, el término cabàs hace referencia a un capazo grande utilizado para contener cereales como trigo o cebada, o a una estera de esparto redonda utilizada para medir aceitunas u otros fines similares.
Dado el contexto agrícola de la comarca, haga referencia a la estera o al capazo, esto haber dado origen al nombre del oficio de aquellos que tejían estos utensilios con esparto, es decir, los cabassers. En épocas antiguas, era común que los nombres de oficios se convirtieran en los apelativos por los que se conocían a las personas.
Qué hay en Cabacés
El legado medieval del pueblo es palpable y merece una visita. Son conocidas sus romerías y puentes, que forman parte también de rutas de senderismo. Pero antes de partir por sus alrededores merece la pena echar un vistazo a las perlas arquitectónicas del pueblo.
La iglesia parroquial de la Natividad de la Virgen María alberga un impresionante retablo gótico datado del siglo XIV, que se atribuye a la escuela de Borrassá. Este retablo es una muestra destacada del arte gótico de la región.
Otro de los puntos de interés del municipio es el Museo Municipal Miquel Montagud. El centro exhibe obras del antiguo museo privado "Eco del Greco", que incluyen reproducciones del Greco y obras originales del pintor Miquel Montagud Borja (1897-1984).
Este pintor dedicó gran parte de su vida al arte y continuó practicando la pintura y enseñando técnicas pictóricas en Cabacés. Amante de su pueblo, cuando se retiró, decidió dejar su obra al municipio. Un legado cultural importante en la localidad.
Qué ver
Tras esta visita a los tesoros del municipio, los más exploradores pueden empezar a explorar el entorno. Sobre el río Montsant se erige un puente medieval de tres ojos, caracterizado por sus arcos de medio punto y construido con sillares perfectamente tallados. Está a las afueras, a unos 4 km del pueblo, en dirección a la Bisbal de Falset por la T-702, pero merece la pena la visita porque ofrece una visión fascinante del pasado histórico de la región.
Otro de los puntos es el Puente de Cavaloca, ubicado en el barranco del mismo nombre, posiblemente sea también de época medieval. Construido con piedra seca, este puente de un solo ojo se encuentra a medio camino entre Vilella Baixa, conocida como el Nueva York catalán, y Cabacés, a lo largo del camino de herradura tradicional que conectaba estas dos poblaciones.
Alrededores religiosos
Pero más allá de los puentes, Cabacés cuenta con varias ermitas que son dignas de visita en sus alrededores. A unos 2,5 km del pueblo, a los pies del Montsant, se encuentra la Ermita de la Foia, accesible en coche o a pie por diversos senderos.
También cerca del pueblo, a aproximadamente 1 km, se encuentra la ermita de Sant Roc, situada debajo de una gran roca. Además, en la parte alta del pueblo, se encuentra la ermita de Sant Joan, que cuenta con una pequeña capilla barroca del siglo XVIII. Desde estas ermitas, se puede acceder fácilmente al Montsant a través de numerosos senderos.
Cómo llegar
De Barcelona a Cabacés hay 2,5 horas en coche. Se debe tomar la autopista AP-7 en dirección a Tarragona. Después de aproximadamente una hora de viaje, se toma la salida 34 hacia la carretera N-340 en dirección a Reus/Tarragona (centro). Desde la N-340, se sigue hacia Reus y se toma la carretera T-11 en dirección a Falset.
Una vez en Falset, se sigue por la carretera T-710 en dirección a Gratallops y, finalmente, se toma la T-702 que lleva directamente a Cabacés. Desde allí, la ruta se vuelve más sinuosa, ya que se adentra en las montañas del Priorat.
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