La educación divide al mundo. Siempre hay quejas sobre el sistema educativo. A veces, con razón. El último informe PISA revela las deficiencias en la enseñanza de Cataluña. Las notas son de las más bajas de Europa.
Encontrar un método que funcione parece complicado. A eso también se le suma la modificación de los planes de estudio y las reformas constantes de la las leyes educativas. La gente se pone nostálgica y empieza a decir aquello de “esto antes no pasaba”. Pero la historia ha dejado constancia de cómo era todo.
Viaje al pasado
Si en el franquismo se aplicaba eso de “la letra con sangre entra” y la religión era algo crucial, la educación en la época de la Segunda República era mucho más moderna, con materias transversales. Pero ¿y si vamos más para atrás, a los fundadores de esta civilización?
Los romanos no dejaron nada al azar. Todo lo tenían bajo control, desde el foro a las intervenciones de senadores, tropas y demás. También la educación estaba reglada y, a pesar de que podamos pensar que era muy exigente, también era muy distinta a las materias que había ahora.
La educación romana
La fascinación que levanta esta civilización ha hecho que se publiquen todo tipo de libros al respecto. Los artículos sobre el Imperio romano se cuentan por centenares lleva años publicando artículos al respecto, también sobre educación. Pero es que bien merece la pena echar un vistazo a cómo era.
En la antigua Roma, la educación jugaba un papel crucial en la formación de los ciudadanos, abarcando diversas clases sociales y géneros. Aunque no era universal, se estima que Roma fue una de las sociedades más alfabetizadas de su tiempo. Esto se debía en parte a la naturaleza global del Imperio y a la necesidad de comercio, que exigía un conocimiento básico de lectura, escritura y cálculo. Además, el concepto de ciudadanía en Roma incluía una serie de normas y tradiciones que todos debían interiorizar para ser considerados buenos romanos.
Primera etapa
Los primeros años de vida se desarrollaban en el seno de la familia, donde la educación era responsabilidad de la madre. Durante esta etapa, se enseñaban las tradiciones, leyes y normas sociales romanas, conocidas como el mos maiorum" o “la costumbre de los ancestros”.
Este aprendizaje era fundamental para que los niños comprendieran su papel en la sociedad romana. En las familias nobles, estas responsabilidades a menudo recaían en nodrizas o esclavas de confianza, quienes pasaban gran parte del tiempo con los niños. Estas mujeres se convertían en figuras clave en la vida de los pequeños, desarrollando un vínculo estrecho con ellos que a veces era más fuerte que el vínculo con sus madres biológicas.
La formación ordenada
A partir de los siete años, los niños comenzaban una educación más estructurada. En esta etapa, el camino educativo diverge según el género y la clase social. Las niñas, destinadas a ser esposas y madres, aprendían los quehaceres domésticos. Sin embargo, también recibían instrucción básica en lectura, escritura y cálculo para poder administrar sus futuros hogares.
Por otro lado, los niños asistían a una escuela elemental donde aprendían lo básico. La educación escolar era impartida por un maestro conocido como litterator, y las condiciones variaban considerablemente según su estatus. Las familias adineradas podían permitirse enviar a sus hijos a escuelas privadas o contratar tutores particulares, mientras que los menos favorecidos tenían que conformarse con clases en la calle, impartidas por litteratores que cobraban un precio muy bajo.
Materiales y métodos de enseñanza
Los materiales utilizados para la enseñanza también diferían según los recursos económicos de las familias. Los niños de familias ricas tenían acceso a mejores materiales, mientras que los más pobres utilizaban tablillas de cera y lápices de madera. Además de las lecciones formales, había espacio para la diversión y el juego.
Muchos juegos de la infancia, como el escondite o la gallinita ciega, ya eran populares en la época romana. Los juguetes, aunque rudimentarios, eran muy valorados y variaban desde canicas hechas con nueces o simples muñecas de madera hasta unas las elaboradas de marfil.
Educarse pasados los 10 años
La siguiente etapa educativa comenzaba alrededor de los 10 u 11 años y estaba a cargo del grammaticus, quien enseñaba historia, literatura y geografía. Los textos clásicos de autores griegos y romanos como Homero, Platón, Virgilio y Cicerón eran la base de esta enseñanza.
Esta educación avanzada estaba generalmente fuera del alcance de las clases humildes, y también disminuía el número de niñas que accedían a ella, ya que a partir de la pubertad eran consideradas aptas para casarse y se centraban en aprender a administrar una casa. Sin embargo, entre las familias nobles, no era raro que las niñas recibieran esta educación avanzada como símbolo de estatus.
La etapa adolescente
La última etapa de la educación, generalmente seguida solo por los varones de familias senatoriales o ecuestres, se centraba en la preparación para la vida política. A los 15 o 16 años, estos jóvenes eran confiados a un rhetor, un maestro especializado en oratoria que les enseñaba las técnicas del discurso y la argumentación.
Aunque rara vez, algunas mujeres de familias nobles también recibían esta formación o incluso se convertían en profesoras, especialmente en el caso de las libertas, esclavas que habían comprado su libertad y habían logrado hacer fortuna.
'Mens sana in corpore sano'
Pero si algo tenían presente los romanos es que no todo acaba en ejercitar el cerebro. La educación física también era fundamental en su vida, especialmente en la clase alta, ya que la carrera política a menudo incluía el servicio militar.
El ejercicio físico como actividad recreativa ganó popularidad tras la absorción del mundo griego en el siglo II a.C., una cultura que daba mucha importancia a las competiciones atléticas. Generalmente, las chicas quedaban excluidas de esta formación, salvo algunas excepciones en familias adineradas que permitían que lo hicieran como pasatiempo particular.