Cataluña está repeleta de castillos. Son casi 600 en total y, aunque muchos estén en ruinas, su presencia no hace otra cosa que confirmar la importancia estratégica de un territorio como el catalán: con salida al Mediterráneo y acceso al continente.
De entre todas estas construcciones defensivas hay una que destaca por encima del resto. Se encuentra cerca del mar, pero no a sus pies. Su forma es más que particular para la época y sus dimensiones extraordinarias. No en vano, el castillo de Sant Ferran de Figueres es, todavía hoy, la fortaleza abaluartada más grande de Europa.
Historia del monumento
Esta fortificación se construyó en el siglo XVIII bajo las directrices de Juan Marín Zermeño, comandante del Cuerpo de Ingenieros. Sus dimensiones son impresionantes: ocupa una superficie de 32 hectáreas, su perímetro es de 3.210 metros y, en sus cisternas (instalados bajo el patio de armas del castillo) podrían dar cabida a la friolera de 9 millones de litros de agua.
A efectos prácticos, dentro de la fortaleza podían caber perfectamente 4.000 hombres. Su objetivo original: frenar todo tipo de invasiones.
Reformado y listo para recibir a los turistas
A pesar de su efectividad, a lo largo de los siglos se han producido destrozos como el de la monumental puerta de entrada al castillo, el almacén de la pólvora o el edificio del hospital en sí. Como resultado, el castillo ha vivido muchas reformas y restauraciones. Hasta el punto de que lo que ve hoy en día es sólo una réplica de lo que fue. Pero eso no le resta importancia.
Esta fortaleza tuvo un papel crucial en la historia de España. Sufrió ataques por parte de los republicanos, perdiendo muchas de sus partes en diversos embates. También sirvió de sede del último discurso de Juan Negrín, Presidente de la Segunda República. Y, durante la Guerra Civil, acabó casi derruida. Eso sí, sirvió de depósitos de la colección del Museo Nacional del Padre.
Visitas
El Castillo de Sant Ferran que se puede visitar actualmente en Figueres no es el original. A lo largo de los siglos se han producido destrozos como el de la monumental puerta de entrada al castillo, el almacén de la pólvora o el edificio del hospital en sí. Como resultado, el castillo ha vivido muchas reformas y restauraciones.
En cualquer caso, pasear por su interior es un viaje a la Cataluña histórica, aquella que sufrió las guerras y reivindicó su gloria. Eso sí, se tarda su tiempo. De hecho, debido a lo enorme que es el Castillo de Sant Ferran, los tipos de visitas se aglutinan en diversos bloques que abarcan secciones diferentes como el Recinto Interior o los Espacios Subterráneos, llamados "la catedral del agua", porque son un conjunto de canales suberráneos que dejan circular el agua y a los que se accede en barca. Eso sí, se trata de una visita no apta para claustrofóbicos.
Navegación bajo la fortaleza
La fortaleza contaba con un impresionante sistema de abastecimiento de agua para las cerca de 4.000 personas que allí habitaban y trabajaba. Los edificios interiores recolectaban agua de lluvia en cisternas con una capacidad total de 250.000 litros, mientras que siete depósitos exteriores podían almacenar más de un millón de litros.
La mayor capacidad la tenían cuatro grandes cisternas bajo el patio central, capaces de contener hasta 9 millones de litros de agua, permitiendo resistir un asedio de un año. Y todo eso se puede visitar e incluso navegar con una zodiac, lo que proporciona una experiencia única. Los visitantes pueden recorrer los arcos que sostienen el patio sobre el depósito, ofreciendo una perspectiva fascinante de esta enorme construcción.
El castillo
Los números impactan. La superficie total de esta fortaleza es de 320.000 metros cuadrados, lo que sería algo así como unos 60 campos de fútbol de superficie. De hecho, es tan grande que se ofrece la posibilidad de visitar el recinto en 4x4. Puede parecer exagerado, pero al cruzar la puerta de entrada uno se da cuenta de todo lo que había allí.
Una vez cruzado un puente aparece el castillo en sí mismo, el baluarte de Santa Bárbara, nombre de la reina Frente a ese baluarte, se alza el hornabeque de San Zenó. A los lados, la contraguardia de San Juan y San Pedro. Y, más alejados, el revellín de San Antonio y el de San José.
La visita prosigue en el foso, que en su día también hizo de huerto. Su organización en capas, con sus seis baluartes, sus siete revellines, sus tres hornabeques y sus dos contraguardias, lo hacían casi incosquistable, de allí que el castillo se conserve en tan buen estado.
Todo lo que aún queda da una idea de cuán infranqueable era esa fortaleza. Más allá de las sólidas murallas, se aprovechó el débil suelo para cavar una mina hasta la base del muro y, si eran atacados, se colocaban explosivos para volarla desde abajo. Pero es que en ese castillo se llegaron a excavar minas y túneles. Se erigieron guardias al final de ellos para no perder nunca de vista al enemigo y colocar explosivos si se le escuchaba cerca
La visita allí es realmente, un viaje de conocimiento de las defensas de otras épocas. Las casamatas, el baluarte de Santa Bárbara, las gigantescas caballerizas, los túneles, los baluartes, son sólo un ejemplo. Y todo de un tamaño superlativo. Un ejemplo: el patio de armas es de 10.000 metros cuadrados.
Alrededor de esta especie de plaza mayor, estaban los mandos de la fortaleza, la iglesia y el Estado Mayor, lo que ahora equivaldría al ayuntamiento. Todo ello adornado con fuentes y pozos en un espacio radicalmente distinto a lo que se espera de él. No tiene forma de círculo, cuadrado o rectángulo. Es, directamente, un hexágono.
Cómo llegar
Para llegar al Castillo de Sant Ferran desde Barcelona, se puede optar por ir en coche por la autopista AP-7 en dirección a Girona/Francia y tomar la salida 4 hacia Figueres. Luego, sigue las señales hacia el centro de Figueres y posteriormente hacia el Castillo de Sant Ferran. El trayecto en coche suele durar alrededor de una hora y media, dependiendo del tráfico.
Si se se prefiere ir en tren hay dos opciones: el tren de alta velocidad (AVE) o un tren regional. Una vez en la estación de tren de Figueres, lo más cómodo es tomar un taxi o caminar aproximadamente 20-30 minutos hasta el castillo, siguiendo las indicaciones locales.
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