Cataluña tiene alrededor de 600 castillos. La mayoría de ellos datan de la Edad Media y están en ruinas. Otros, en cambio, se conservan casi como entonces, tras varias reformas. Pero lo más sorprendente de todos es que algunos viven dentro de estas fortalezas antiguas que todavía se mantienen en pie.
Un caso claro es el de Montfalcó, una joya medieval, situada en el corazón de la comarca de la Segarra (Lleida), que parece detenida en el tiempo. En realidad, este pequeño pueblo, forma parte del municipio de Les Oluges.
El origen de Montfalcó
No vive mucha gente, se podría decir incluso que pertenece a esa Cataluña vaciada de la que tanto se habló en su día y que ahora está olvidada de vuelta. Apenas hay 18 habitantes en esta curiosa villa medieval cerrada que, como dictaban las leyes de la defensa, se erige sobre una colina desde donde se domina el valle del río Sió.
Las razones son obvias si se atiende a la historia. El origen de Montfalcó Murallat se remonta al siglo XI, en plena Reconquista. La fortaleza, declarada bien cultural de interés nacional, mantiene intactas las murallas que protegían a la población. De hecho, no hay ninguna edificación fuera de estos muros.
Cómo entrar
Entrar a estas tierras es como viajar en el tiempo. El acceso a este enclave se realiza directamente por un enorme portal. Se trata de uma única puerta situada en el lado sur, formada por una doble puerta de arcos adovelados.
Al cruzar este umbral, los visitantes son transportados a una época lejana, caminando por calles porticadas que conservan el encanto del pasado. Dentro de las murallas, se construyeron alrededor de quince casas robustas y adosadas, utilizando la propia muralla como pared trasera.
Qué ver
En el centro de la villa se encuentra una única plaza con una cisterna que aún hoy almacena agua para la población. Dos calles principales emergen de esta plaza: una lleva a la iglesia, mientras que la otra recorre el interior de la muralla. En esta última, en el sector de poniente, se encuentra el antiguo horno comunal, un vestigio donde se elaboraba el pan bajo una bóveda protectora.
Como buen pueblo español que se precie, no puede faltar una iglesia. Y la de este pueblo. La iglesia de Sant Pere de Montfalcó es otro de los tesoros de esta villa. Este edificio religioso, de origen románico, ha sido modificado a lo largo de los siglos, reflejando una amalgama de estilos arquitectónicos.
Su construcción original aprovechó una torre circular de defensa para el ábside. Entre los siglos XVII y XVIII, la iglesia experimentó una significativa transformación de estilo gótico con la construcción de la torre del campanario. La iglesia actual conserva el ábside y la puerta de entrada del primitivo templo románico, mientras que el resto ha sido adaptado al estilo renacentista.
La leyenda de Montfalcó
Montfalcó Murallat no solo es conocido por su arquitectura, sino también por las leyendas que lo rodean. Una de ellas narra que el pueblo resistió numerosos asaltos gracias al coraje de sus habitantes. En un intento de hacerlos rendir por hambre, los asaltantes lanzaron un mensaje atado a una barra de pan, burlándose de su situación.
Sin embargo, los defensores respondieron enviando un pescado fresco, demostrando que tenían acceso a recursos. Según la leyenda, esto se debía a una mina secreta que conectaba Montfalcó con Les Oluges, permitiendo el suministro de alimentos.
Qué hacer y dónde comer
El entorno de Montfalcó Murallat invita a los visitantes a explorar la Ruta de los Castillos del Sió, un recorrido histórico y natural que sigue el curso del río Sió. Este itinerario, que se originó durante la Reconquista, atraviesa paisajes de secano típicos de la Segarra y es ideal ara excursiones familiares a pie, en coche o en bicicleta.
La gastronomía de la Segarra está estrechamente ligada a sus productos autóctonos. Los visitantes pueden deleitarse con parrilladas de carnes con escalivada, cordero al horno, conejo a las hierbas, y perdiz estofada. También destacan platos tradicionales como las patatas viudas y las habas a la segarrense. En cuanto a postres, los sares y el licor Aromas de la Segarra, hecho con tomillo, son imperdibles. Todo ello puede degustarse en el único restaurante que hay intramuros.
Cómo llegar
Lo bueno es que a pesar de estar en la provincia de Lleida no se tarda mucho en llegar. Está a apenas una hora y cuarto de Barcelona por la A-2, vía que se debe seguir hasta el desvío a Cervera por la N-141f hasta el desvío hacia Montfalcó Murallat.
El camino más corto es desde Lleida, que por la C-25 hasta Cervera se tarda menos de 50 minutos. En cambio, y a pesar de tener que pillar la misma carretera en sentido contrario, desde Girona son una hora y 45 minutos. Desde Tarragona, son sólo una hora y 10 minutos, pero con más cambios. Primero se va por la C-27 que empalma con la C-14 hasta Tárrega, donde se toma, una vez más, el Eix Transversal hacia Cervera.
Por cierto, se vaya por donde se vaya, el coche se queda extramuros. No se permite la entrada de vehículos.