Todas las iglesias son iguales. Ese es el tópico que siempre se dice. Lo cierto es que a pesar de ser similares, la realidad es otra. Las hay de planta rectangular, con forma de cruz, unas más barrocas, más góticas, románicas… Pero sí, muchas veces unas se inspiran en otras y el monasterio de Sant Cugat es un claro ejemplo.
Este Bien Cultural de Interés Nacional tiene una larga historia detrás que se remonta al Imperio romano y lo emparenta de forma clara con un emblema de Francia, Notre Dame de París. Pero mejor ir por partes.
Santo africano: así es el origen
El monasterio de Sant Cugat es una antigua abadía benedictina de 52 metros de largo y 23 de ancho, compuesta por tres naves y tres ábsides, hecha a mayor gloria del santo que le da nombre a ella y a toda la ciudad. Sant Cugat, cuenta la tradición, se cuenta entre los primeros mártires cristianos, aquellos que fueron perseguidos por los romanos.
Fue el emperador Diocleciano quien, en sus últimos años de mandato, a principios del siglo IV, dio muerte a este santo de origen africano. No sin dificultades. Hasta en más de cuatro ocasiones se le intentó dar muerte y no lo lograron. Finalmente, fue decapitado.
¿Por qué es una joya para pijos?
De esta historia trágica, muy propia de la historia del cristianismo, nació toda una ciudad (de las más pijas de Cataluña) y se erigió un enorme templo en honor al santo. Sólo hace falta echar un vistazo a la fachada para darse cuenta de la magnitud de una obra que desde 1931 es Bien Cultural de Interés Nacional.
En este primer vistazo al templo, hay algo que a los expertos en arquitectura puede resultarles familiar. Uno de los vitrales, el principal, el redondo que corona la puerta de entrada.
La fuente de inspiración está en Francia
El llamado rosetón, una de las principales contribuciones que aportó el gótico al mundo de la arquitectura. Muchas iglesias quisieron tener el suyo propio, pero uno de los más emblemáticos es el de la catedral de Notre Dame de París.
Esta iglesia parisina que tardó dos siglos en construirse (1163-1345) fue un referente del gótico. Las dos torres que rodean la fachada, sus gárgolas y su gran cristalera redonda fascinó al mundo. Tanto que sirvió de inspiración a los responsables del monasterio de Sant Cugat que, a pesar de ser originario del siglo IX, en una de sus reformas, tuvieron claro que querían un rosetón al más puro estilo Notre-Dame.
Características e información principal
Esta enorme cristalera redonda, de 8,2 metros de diámetro, ilumina la nave central, con figuras que recuerdan el aspecto de flores y otros vegetales. Desde los altos, de la puerta principal, de la bienvenida, impresiona a todo aquel que quiera desear el templo.
El rosetón del templo de Sant Cugat, el tercero más grande de toda Cataluña, solo superado por el que se encuentra en la basílica de Santa Maria del Pi (Barcelona) y el de la catedral de Santa Tecla (Tarragona), que se lleva la palma con sus 11 metros de diámetro.
Estos son los atractivos del monasterio
Pero obviamente, este templo es mucho más que su rosetón de inspiración gala. Su historia y su composición, que mezcla estilos de principios de la temprana Edad Media al gótico, la hacen muy característica.
De la época románica destacan dos puntos fuertes del monasterio de Sant Cugat. Por un lado, el enorme claustro que tiene en su interior, una de las joyas arquitectónicas de este estilo, una de las más importantes de Europa. Allí se encuentran, precisamente, los 145 capiteles (uno de ellos añadidos más tarde) que han hecho famoso a este templo. Las temáticas de todo tipo (vegetal, animal, bíblica y política) atraen la atención de todo visitante.
Qué ver y cómo llegar al monasterio de Sant Cugat
Más allá de estos detalles, el monasterio destaca por sus grandes dimensiones y las obras de artes que alberga en su interior. Desde sus capillas barrocas hasta su virgen del bosque y el retablo de todos los santos dan más luz a esta obra de arte arquitectónica.
El monasterio, ubicado en el centro de la ciudad, puede visitarse de martes a domingo, incluido festivos, y está a una media hora de Barcelona. Los Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya (FGC) ofrecen la manera más rápida y sostenible de llegar. En coche, se ha de cruzar toda la montaña de Collserola desde la capital catalana.