Tarragona es una ciudad con un gran pasado. Es de sobras conocido que fue una de las capitales del Mediterráneo del Imperio romano. El nombre de Tarraco fue y es sinónimo de grandeza.
Esta capital catalana es de las que mejor mantiene su pasado. Es conocida por su foro y su teatro romano. El circo de la época casi a tocar del mar ofrece una de las mejores estampas de la ciudad. Sus ruinas son visitadas por millones de personas que quieren conocer este legado. Y entre él pasa más desapercibida, a pesar de su importancia, la Torre de El Pretorio.
La Torre del Pretorio
Esta edificación es, aunque no se le reconozca, una de las piezas arquitectónicas más características de Tarragona, cuya historia es de lo más interesante. Sus más de 2.000 años de historia y su resistente estructura luce todavía imponente. Se trata de un bastión que en la actualidad tiene unos 26,40 m de anchura y una altura máxima de 23 m, que deja ver su pasado.
Construida en el siglo I a.C. con el fin de crear un acceso que uniera la parte baja de la villa con la zona del circo y el foro, esta atalaya, en su día, alojaba las escaleras que permitían el paso desde la ciudad baja hasta el ágora provincial, con el que está comunicado por pasillos subterráneos. Estos pasillos o túneles todavía se pueden explorar. Corren por debajo del circo y parecen detenidos en el tiempo.
Un castillo entre murallas
La torre, conocida también como el castillo del rey, se encuentra enclavada entre las propias murallas romanas. De hecho, es uno de los ángulos del gran rectángulo de la plaza del foro provincial.
Estos detalles no son los únicos que lo han hecho especial. En la época romana, este Pretorio se convirtió en la subasta del trono. Hasta cuatro emperadores pasaron por allí en tan solo un año.
Una fecha muy especial
Esa época de esplendor y éxito de la torre se conoce como el Año de los cuatro emperadores. En esas fechas, el 69 d.C., la guardia pretoriana ejerció un papel determinante, llegando a influir en la destitución y elección de emperadores.
Pero no sólo de Roma vive Tarraco. Ni el Pretorio. Este edificio ha estado en uso desde su creación. Entrada ya la edad media, a principios del siglo XII, el mercenario normando Robert Bordet, quien luego se convertiría en el príncipe de Tarragona, se instaló en la misma torre.
De atalaya a palacio
También tuvo un papel en la época del llamado máximo esplendor de España, cuando también era un imperio. El Pretorio, se convirtió en el palacio de los reyes de la corona catalano-aragonesa y de los príncipes de Tarragona.
Era el siglo XVI. En esa época se le cambió el nombre. Sus habitantes lo ameritaban. Por aquel entonces se le pasó a llamar castillo o Palacio del Rey. Más adelante pasaría a ser una prisión.
Reconversión en museo
No fueron pocas las transformaciones arquitectónicas que sufriría este monumento romano. A día de hoy, todavía se aprecian elementos góticos que dan fe del paso del tiempo y del rastro que dejaron aquellos que se adueñaron de ella.
Todo ello todavía se puede ver, visitar y conocer. En la actualidad el Pretorio Romano forma parte del Museo Arqueológico Nacional de Tarragona. Este edificio conserva piezas romanas y medievales de sus habitantes. También de sus presidiarios, pero no sólo.
Un sarcófago griego
La joya de la corona de este lugar es el sarcófago de Hipólito, que se alberga entre sus paredes. Esta pieza, hallada en 1948 en Punta de Mora (Tarragona), está elaborada con mármol helénico y tiene esculpidas representaciones de la vida del mito.
Pero sí algo fascina de esta torre es que, desde lo alto, uno puede disfrutar de unas vistas increíbles sobre toda Tarragona. Desde allí, se atisba desde la torre de la Catedral, hasta buena parte del Circo Romano y el Anfiteatro Romano con la playa del Miracle. Una imagen que vale la pena y que aparece siempre como retrato de la ciudad que la convierte en atractivo turístico.
Cuándo ir
El Pretorio se puede visitar durante todo el año en diferentes horarios, aunque los lunes de invierno se mantiene cerrado. En cambio, durante la época de verano, abre todos los días, incluso festivos.
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