No hay nada que no tenga su lista o su estudio. Hasta los platos típicos y favoritos de cada región son digno de análisis. La última prueba es que el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el mismo que pregunta por la intención de voto y otros asuntos de política, se ha preocupado por los platos populares favoritos en cada comunidad autónoma. Y el dato de Cataluña es, cuánto menos, curioso.
Bajo el título Turismo y gastronomía, este estudio revela los lugares predilectos de los españoles para irse de vacaciones y cuáles son sus platos típicos que más les gustan. Y hay cambios más que destacables.
¿Paella o tortilla de patatatas?
Hasta el año pasado la paella era considerado el plato típico español por excelencia, según los propios españoles. Esta receta valenciana tenía con el apoyo del 71,8% de los españoles que así lo creían. Pasado un año y, cambiado el muestro como es obvio, las datos son distintos, se queda en el 63,1% de los votos.
¿Eso le permite ser el líder? No. La tortilla de patatas, que obtenía el 59,4% de los apoyos y le hacía quedar segunda, dio el sorpaso. Este año puede decir que ya es el plato estrella típico español al hacerse con el 63,1% de los votos.
Los platos más catalán
El CIS desmenuza por comunidades autónomas las votaciones de cada comunidad autónoma y Cataluña es un caso especial. Para empezar, porque la paella aparece la tercera por la cola y la tortilla española se lleva sólo el 0,9% de los votos. Claro que, para ser justos, y a pesar del arraigo, no son 100% catalanes.
Los tres platos típicos de Cataluña, según los propios catalanes, tamposo son los de siempre: si antes eran el pan con tomate, la escudella y la butifarra amb seques (con judías blancas). Esta vez uno cae. Eso sí, el ganador repite, vuelve a ser el pan con tomate.
Primer problema
Esta curiosa receta, que no requiere muchísima preparación, se ha llevado el 29,7% de los votos, triplicando casi los datos de sus competidores. La butifarra se lleva el 9% y la escudella logra superarla con el 9,5%. Y todos ellos quedan relegados porque los calçots se coloca en segunda posición con el 18,9%.
En cualquier caso, empiezan a cambiar las cosas entre los platos catalanes tradicionales, pero el liderazgo en la gastronomía catalana se mantiene. El problema es que no todo el mundo le llama plato y mucho menos receta al ganador. Pero claro, si uno ve que en el resto de España no lo saben hacer bien.
Cómo se hace
Cuando uno pasea por España puede ver el pan con tomate servido de formas muy diversas. Como cada maestrillo tiene su librillo, uno puede encontrarse que ponen una cucharada de tomate triturado de bote sobre la rebanada de pan o incluso tomate cortado a pequeños dados incluso con añadidos como una picada de perejil e incluso cebolla.
Todas estas variedades o variaciones del pan con tomate no hacen otra cosa que irritar a los catalanes. Habituados a hacérselo ellos solos en su propia casa de una forma mucho más simple no entienden que para el resto de España les sea tan difícil de hacer esta receta. Nombre que casi no merece porque no hay que cocinar nada.
La elaboración de este manjar, a pesar de su aparente simplicidad, parece encerrar secretos que solo los catalanes parecen tener en su haber. Pero vamos a darle un poco de mística al asunto ya que parece tan complicado.
La importancia de los ingredientes
En la preparación del pan con tomate, cada gesto cuenta, cada ingrediente desempeña un papel crucial. Y eso que sólo son tres: tomate, aceite y pan. Eso sí, no es cualquier pan ni cualquier tomate lo que se necesita para alcanzar la perfección del auténtico pà amb tomàquet.
El pà de pages o pan payés, de miga densa y corteza crujiente, tostado con esmero hasta alcanzar el punto justo de dorado, es la base sobre la que se construye esta delicia culinaria. Las rebanadas son de mayor tamaño, lo que permite aprovechar el máximo el tomate y darle una importancia al pan que da nombre al plato.
El tomate
La elección del tomate, preferiblemente de variedades como el tomate rama o de colgar, es igualmente fundamental. Estos tomates, con su sabor intenso y su baja acidez, son el complemento perfecto para el pan, aportando frescura y un toque de dulzura que armoniza con cada bocado.
Con estos dos ingredientes en nuestras manos, sólo hace falta tener a mano un buen aceite de oliva y ponerse manos a la obra. ¡Ah! Y quien quiera le puede añadir un punto de sal. Siempre que lo permita el médico.
Cómo preparar un buen 'pa amb tomaquet'
El proceso de preparación es un ritual que requiere paciencia y destreza. El pan tostado se frota con tomate cortado en mitades, dejando que la pulpa jugosa impregne cada poro y cada grieta del pan.
Una pizca de sal (si se puede y quiere), esparcida con cuidado sobre el pan, realza los sabores y completa la experiencia sensorial. Y como colofón, un chorrito de aceite de oliva virgen extra, la joya de la corona, que añade su aroma y suavidad al conjunto sin restar protagonismo al sabor natural del tomate.
Eso sí, si quieres hacer un pan con tomate "com cal", deberás seguir el siguiente orden:
- Tostar el pan
- Frotar un ajo
- Frotar la pulpa del tomate
- Poner la sal
- Echar un chorrito de aceite
El resultado final es un festín para los sentidos: el crujir del pan, la explosión de sabor del tomate, la caricia del aceite de oliva en el paladar. Es un plato tan fácil de preparar que los catalanes pueden comerlo en cualquier momento del día, ya sea en el desayuno, como aperitivo o como merienda. Lo extraño es que más allá de Cataluña, y a pesar de incorporarlo, resulte tan complicado de realizarse en el resto de España.