Donald Trump
El regreso de la bestia
28 julio, 2024 00:00Noticias relacionadas
Antes de Donald Trump, el Partido Republicano norteamericano era, mayormente, una agrupación de gente de derechas, pero razonable, que sabía cuales eran sus límites. Como nuestro querido Pedro Sánchez, que ha convertido al PSOE en su club de fans, Trump ha hecho del Partido Republicano una secta siniestra de extrema derecha que ya no tiene votantes, sino hooligans y sicofantes varios que le ríen todas las gracias a su líder, que es un ser despreciable al que le esperan treinta y tantos juicios si no llega a presidente, momento en el que se amnistiará a sí mismo entre los aplausos de sus seguidores, que no es que se lo perdonen todo, sino que se vienen arriba con cada nueva acusación que le cae a su ídolo y que, probablemente, achacan a la manía que le tienen los comunistas norteamericanos (seres tan imaginarios como los unicornios, por otra parte).
Por el bien de la humanidad, Donald Trump (Nueva York, 1946) nunca debería haber llegado a donde lo ha hecho. Personalmente, sigo sin entender su éxito. Y no comprendo cómo ha conseguido convencer al sector más simple y pobretón de la población norteamericana de que es su amigo y su defensor, cuando se ha pasado la vida ejerciendo de explotador, evasor de impuestos, abusador sexual y todo tipo de lacras sociales.
Uno ve por la tele un mitin de la Bestia Anaranjada y se queda con el culo torcío. Esa gente con un esparadrapo en la oreja en muestra de solidaridad con su líder, esos fans que llevan en la cabeza un sombrero de plástico en forma de cuña de queso (durante su primera presidencia, Trump elevó hasta el infinito y más allá los aranceles sobre el queso extranjero para que solo se consumiera el producto nacional, que es penoso, especialmente el conocido como American Cheese, que les prometo que ha logrado la difícil hazaña de no saber absolutamente a nada), esas mujeres que lloran de emoción al escucharle (olvidándose de que su ídolo dijo aquello tan fino de que si, eras rico y famoso, podías agarrar del pussy a cualquier hembra de la especie y salirte de rositas; también dijo que podía volarle la cabeza a tiros a cualquiera en plena Quinta Avenida y que nadie se lo tendría en cuenta)…
Para añadir al insulto la afrenta, Trump ha escogido como su segundo de a bordo a un sujeto abyecto que se hace llamar James David Vance (Middletown, Ohio, 1964) y cuyo auténtico nombre es James Donald Bowman: ¿Quién se puede fiar de un candidato que se presenta con seudónimo porque le gusta más que su nombre real? Hasta ahora, ese privilegio estaba reservado a actores y cantantes, que yo sepa. La elección ha encantado a los seguidores del Donald, con el que les parece que forma una pareja ideal. Y esos seguidores están muy crecidos.
Los demás nos podemos preparar para lo peor si Trump vuelve a la Casa Blanca: proteccionismo y aislacionismo a tope, maltrato a los mexicanos y demás emigrantes, entrega del pobre Zelenski a Putin para que éste haga con él lo que quiera, basureo a la Unión Europea y dejación de funciones en la OTAN… De la verosimilitud de esa perspectiva deberá convencer Kamala Harris al votante norteamericano, pero no lo va a tener fácil. Como en la Alemania nazi, la insania seudo patriótica se ha adueñado de una gran parte de la población de Estados Unidos y habrá que insistir en el derecho a voto de la humanidad al completo en unas elecciones americanas, dado que sus resultados los vamos a sufrir todos.