El presidente de EEUU, Joe Biden / EFE

El presidente de EEUU, Joe Biden / EFE

Examen a los protagonistas

Joe Biden

¿Una retirada a tiempo?

28 julio, 2024 00:00

Noticias relacionadas

Aunque ha costado un poco convencerlo, finalmente, Joe Biden (Scranton, Pensilvania, 1942; nombre completo: Joseph Robinette Biden Jr., ¡enhorabuena a sus progenitores a la hora de elegir su middle name!) ha acabado abandonando la carrera presidencial y pasándole el testigo (o el muerto, según se mire) a su segunda de a bordo, Kamala Harris. No ha sido un mal presidente (especialmente si lo comparamos con su antecesor, el siniestro Donald Trump), pero llevaba cierto tiempo mostrando síntomas de decadencia pre senil: se comentaba que sufría la enfermedad de Parkinson, pero no ha habido confirmación en ese sentido. Era evidente que Mick Jagger, quien acaba de cumplir 81 años, estaba en mejor forma que él, por mucho que Biden se empeñara en aparentar un dinamismo y una convicción de estar hecho un potro que eran dignos de encomio, pero no acababan de colar.

Si el cantante de los Stones sigue corriendo como un gamo por los escenarios de todo el mundo, el pobre Robinette se limitaba a ejecutar un trote cochinero desde la cortina tras la que esperaba para soltar su rollo hasta el micrófono dispuesto a tal efecto que resultaba ligeramente ridículo. Luego empezó a hacerse un lío con los nombres (llamó Putin a Zelenski y Trump a Harris), a despistarse en las celebraciones de la batalla de Normandía y estar a punto de sentarse en una silla que solo existía en su imaginación (arriesgándose a un morrón del que tuvieron que salvarle la parienta y Emmanuel Macron) y a dar tropezones en las subidas y bajadas al Air Force One. La decadencia era evidente y Trump estaba cada día más crecido, pero lo realmente grave era que el Partido Demócrata no le hubiese encontrado un sustituto razonable en cuatro años.

Abogado de profesión, Biden se ha pasado la vida metido en política, donde ha hecho un papel bastante lucido. Se opuso a la guerra del Golfo en 1991 y fue pionero en lo de ampliar la OTAN a los países de la antigua esfera soviética. Como vicepresidente de Barack Obama, hizo valer su mano izquierda para tratar con los republicanos y conseguir la aprobación de bastantes leyes a las que el Good Old Party se oponía en un principio. En su vida privada sufrió algunas desgracias familiares, como la muerte de su primera mujer, Neilia Hunter, y su hija de un año, Naomi, en un accidente de tráfico en 1972. Sobrevivió su hijo Hunter, quien luego no ha dejado de darle problemas; primero con su juventud salvaje de beodo y toxicómano y después con sus extraños negocios de aspecto chanchullero.

Nuestro hombre estuvo a punto de abandonar la política cuando la muerte de su primera esposa, pero el partido lo acabó convenciendo para que siguiera en la brecha, como ahora ha tenido que hacerlo para que se hiciera a un lado.

Yo creo que no ha sido un mal presidente y que morirá dejando un buen recuerdo. Sí, podría haberse desvanecido antes, pero su persistencia es hasta cierto punto comprensible: todos, tengamos la edad que tengamos, estamos convencidos de estar mucho mejor de lo que realmente estamos. Una sensación que a veces roza el patetismo, pero tremendamente humana, que solo es real en el caso de Mick Jagger.