El presidente catalán, Pere Aragones y la consejera de Educación, Anna Simó

El presidente catalán, Pere Aragones y la consejera de Educación, Anna Simó David Zorrakino / Europa Press EUROPA PRESS Rubí (Barcelona)

Examen a los protagonistas

Anna Simó

29 mayo, 2024 00:00

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Ha pasado ya casi medio año desde que el informe europeo PISA reveló los "catastróficos" resultados del sistema educativo de la Generalitat con datos alarmantes que sitúan a los alumnos de Cataluña a la cola no sólo de España, sino de toda Europa en lectura, matemáticas y ciencias. Sin embargo, seis meses después, el Govern catalán no parece haber dado ningún paso para revertir una situación tan crítica y alarmante. Más bien al contrario. Y es que, según se ha sabido ahora, en las pruebas de evaluación del nivel de castellano del pasado abril, el Ejecutivo autonómico dio órdenes a los docentes de no tener en cuenta errores ortográficos ni gramaticales al poner las notas.

Dicha instrucción, publicada en una circularde la Consejería de Educación de la Generalitat el pasado febrero -desvelada por El Mundo-, tenía como destinatarios a los profesores encargados de evaluar los exámenes de diagnóstico de los niños de segundo de la ESO. La orden era clara: "Los errores ortógraficos u gramaticales no se han de tener en cuenta, salvo que dificulten seriamente la comprensión del significado de la respuesta".

Con ello, no resulta aventurado pensar que, más que mejorar los conocimientos de los menores, el Govern secesionista trata de maquillar los malos resultados de su deficiente sistema educativo. En ese sentido parece apuntar una medida que, a buen seguro, contribuirá a mejorar la nota de los estudiantes en dichos exámenes, pero no su nivel ni su saber. Con el consiguiente agravio, de paso, para los alumnos del resto de España, donde no constan ocurrencias de este estilo.

En definitiva, un despropósito más y, también, una nueva muestra de desprecio de los sucesivos gobiernos catalanes hacia la lengua castellana. Un idioma que, pese a ser oficial, no se permite utilizar como vehicular -salvo en la propia asignatura- desde que, hace tres décadas, la Generalitat impuso la inmersión monolingüe obligatoria en catalán -declarada ilegal en los juzgados y rechazada en el Parlamento Europeo-. De aquellos polvos, entre otros, vienen estos lodos.