Carlos Torres
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El mercado ha recibido con ovación de gala los resultados de BBVA, como muestra una subida en Bolsa superior al 6% que eleva su capitalización por encima de los 50.000 millones de euros. Sin embargo, el balance del banco vuelve a contar con el elemento inquietante de la apuesta por Turquía que, lejos de prosperar, reduce cada año su peso en las cuentas de la entidad.
En este punto, el presidente del banco, Carlos Torres, mantiene una defensa de la inversión basada en argumentos sobre el futuro esplendoroso que aguarda al país otomano, que se repiten año tras año sin que, a día de hoy, haya evidencia alguna sobre que se conviertan en realidades.
Cierto es que Torres recibió la herencia de Francisco González, que fue quien tomó una decisión hace casi una década y media que aún en estos días sigue despertando numerosas incógnitas. Lejos de tratar de equilibrar la situación, Turquía ha ido ganando enteros a la hora de decidir inversiones del banco, al tiempo que ha ido perdiendo el peso que ganan, por otro lado, España y México, cuya aportación conjunta va camino de alcanzar el 85%.
Si la adquisición de un banco de Turquía tuvo alguna vez el sentido de diversificar riesgos, parece claro que el resultado no ha sido precisamente óptimo. Y en este momento, tras destinar más de 8.500 millones a hacerse un hueco en este mercado, se ha hecho ya tarde para la enmienda.