Xavi Hernández
El paso al lado de Xavi Hernández como entrenador del FC Barcelona a partir del 30 de junio de 2024, una vez acabe una temporada que se antoja en blanco, puede tener varias lecturas.
Se trata de un ejercicio de honestidad, puesto que reconocer que has perdido el control del equipo de tu vida --en el que se te recuerda como el mejor centrocampista de la historia-- nunca debe ser fácil. En vez de aferrarse al banquillo, cosa que respondería a los instintos más primarios, el técnico egarense facilita la transición a un proyecto venidero que sea capaz de devolver la dignidad al equipo que él mismo le confirió el año pasado, con la consecución de una Liga más que meritoria y una Supercopa de España en una exhibición ante el Real Madrid.
Pero lo que le ha desgastado no son solo los resultados cosechados en lo que llevamos de campaña 2023-2024, que nadie duda que son nefastos, ya que el club ahora aspira a competir con Atlético de Madrid, Athletic Club y Real Sociedad por entrar en puestos Champions. Sino que ha sido presa de su discurso desmedido en lo ambicioso (que ha compartido con el casi siempre exultante Joan Laporta), que ha puesto el listón demasiado alto para él y los suyos y ha creado falsas ilusiones en el barcelonismo.
Por no hablar de sus excusas chapuceras--tales como que su equipo no está acostumbrado a jugar con sol para justificar los pinchazos culés--, las mismas que lo han vuelto un meme esta temporada indigno de su legado como jugador.