Gerard Valls
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El colegio de élite Agora International School Barcelona asegura que educa a sus alumnos excelentes "en valores". Su forma de enseñar es su gran baza para atraer a familias a su centro. Sin embargo, terminará en los tribunales en junio de este año por el pulso que la dirección ha mantenido con un grupo de 15 familias.
El origen del conflicto está en las discrepancias por abonar las cuotas de escolarización en el momento álgido de la pandemia de coronavirus. Las escuelas se tuvieron que cerrar y se tardó en poner en marcha un sistema de formación en remoto que los alumnos pudieran seguir desde sus casas. Y, según explican los afectados, entre los más pequeños fue casi inexistente.
Pero el centro del grupo Globeducate no transigió. Ni siqueira siguió la senda de otroas escuelas de cobrar cuotas más bajas al aceptar que sus gastos también eran menores.
Casi cuatro años después de que estallar la crisis del Covid este conflicto se judicializará. Esto supone una mala noticia para todos los afectados y, de forma especial, para la dirección del centro. Y es que la institución ha demostrado que no ha aplicado la suficiente mano izquierda para mediar con las familias.
Dejar enquistar los conflictos nunca es una buena solución ante un problema, y los responsables de educar en valores han fallado en aplicar este principio. Por mucho que se pueda llegar a entender que los argumentos que esgrime en el conflicto sean más o menos razonables.