El jugador del Barça de basket que se despide entre risas y carreras en bicicleta

El guion estaba escrito desde hace meses. Su adiós era inevitable. Aunque el entrenador, Roger Grimau, siempre confió en él, y trató de convencerlo, no hubo manera. Después de tres años en España --uno en Valencia y dos en Barcelona--, tenía decidido hacer las maletas para volver a su país. Era una oportunidad perfecta, dado que termina contrato con el FC Barcelona el próximo 30 de junio. La desvinculación de Nikola Kalinic es un secreto a voces. Se marcha al Estrella Roja de Belgrado por las tres próximas temporadas. 

El final no ha podido ser peor. Grimau, harto de confiar en él en detrimento de Joel Parra --la apuesta personal de Navarro que ha quedado toda la temporada relegada a un rol residual--, lo castigó en el último partido de liga contra el Real Madrid. Kalinic no fue ni convocado. El equipo compitió mejor, pero tampoco fue capaz de ganar al conjunto de Chus Mateo. 

Risas con Jokubaitis

En el partido anterior, el segundo de la serie contra los blancos en el Wizink Center de Madrid, Kalinic fue noticia por una imagen que captaron las televisiones. El jugador serbio se reía junto al lituano Rokas Jokubaitis, desatando la furia de algunos aficionados, cansados de ver a su Barça impotente y al borde del ridículo. El equipo iba nueve abajo a falta de 2 minutos y 45 segundos para el desenlace del partido. 

Posteriormente, trascendió el motivo de las risas, en una acalorada discusión de un directivo del Barça en Twitter. Kalinic criticaba el arbitraje, una vez más favorable al Real Madrid. Concretamente, se reía de incredulidad por una falta clara no señalada sobre Walter Tavares, que suele gozar de una impunidad inaudita. Como Campazzo. El caso es que tras aquellas imágenes, Kalinic desapareció de la última convocatoria, la que comportó el último partido del curso. 

Castigado contra el Madrid 

Se desconoce si fue una decisión puramente técnica o exigida desde instancias superiores, como castigo a la escena de las risas. Ambas motivaciones tendrían razón de ser. Lo que sí que ha trascendido es que Kalinic, fichado ya con la junta de Laporta el pasado verano de 2022, no quedó para nada afectado. 

Según ha podido saber Culemanía, al día siguiente del partido, Kalinic estuvo disfrutando de Barcelona como un niño. El mismo lunes a primera hora de la tarde --el partido se había jugado el domingo por la noche-- fue visto en la calle Girona de la capital catalana, a la altura de Consell de Cent, muy cerca de donde reside, corriendo en bicicleta a toda pastilla detrás de su mujer. Divertidos, parecían hacer una peligrosa carrera por la transitada calle peatonal. Kalinic perseguía a su esposa en bicicleta a carcajada limpia. 

Fiestas de l'Eixample

Unos días antes, también quiso disfrutar de Barcelona durante las fiestas populares del mismo barrio. Los festejos de l'Eixample Dreta contaron con multitud de conciertos, actividades, carpas informativas y la habitual exposición modernista. También se instalaron talleres, múltiples puestos de gastronomía y algunos espacios de juego para niños. 

Kalinic salió a pasear con su mujer, interesada en cosméticos, y la preciosa niña que tienen, que participó en las actividades con jugetes de madera. El internacional serbio se relacionó con los catalanes como uno más. Pasó muy desapercibido para ser jugador profesional del Barça y para su altura, pero fue cercano y amable con quien se le acercó. Incluso se interesó por la política catalana, ya que se acababan de celebrar las elecciones autonómicas tan solo unas semanas antes.

La política catalana y la balcánica 

El conflicto balcánico ha marcado mucho a la sociedad de la antigua Yugoslavia y sus paisanos suelen mostrar interés por otros escenarios políticos con similitudes, como podría serlo el catalán. Kalinic no entendía como Kosovo había recibido el 'ok' de la Unión Europea para ser independiente y, en cambio, no lo recibe Catalunya.

En cuanto a su situación con el Barça de basket, prefería no comentar nada. Su futuro pasa ahora por el Estrella Roja de Belgrado, a dónde volverá cuando se desvincule definitivamente de Barcelona, una ciudad que ha disfrutado más que la cancha de baloncesto.