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El Barça de Flick no se encontró a sí mismo en San Sebastián. No combinó y no presionó bien. Ni siquiera lanzó a puerta, algo que no sucedía desde hace una década. Fue el peor partido oficial desde que el técnico alemán está en el banquillo. Más allá del polémico fuera de juego, que pudo cambiar el desenlace, la derrota se puede catalogar como justa.

Lo piensa Imanol Alguacil, míster de la Real, y también el propio Hansi Flick. "Creo que el gol anulado es un error técnico, me parece que está mal anulado. Pero creo también que hoy no ha sido nuestro día", reconoció el entrenador del Barça. Flick tiene que ajustar algunas cosas después de la derrota por la mínima (1-0).

Salida de presión

Al Barça le costó mucho de la presión. Imanol ganó con las armas que normalmente usa el equipo de Hansi Flick, al que anularon, paradójicamente, un gol por fuera de juego y fue víctima de una presión asfixiante. Ni Pau Cubarsí, ni Iñigo Martínez, ni Alejandro Balde, ni Jules Koundé supieron superar la agresiva defensa de la Real.

Iñaki Peña repele un tiro de Ander Barrenetxea, perseguido por Jules Koundé en el Real Sociedad-Barça EFE

El conjunto txuriurdin generó muchas ocasiones a gran velocidad, como hace el Barça al contraataque. Los azulgranas, un equipo que suele correr más que el rival, pareció inferior en lo físico al cuadro de Alguacil. Pedri y Marc Casadó, que normalmente entran mucho en juego, no influyeron en la circulación.

Fantasma De Jong

La entrada de Frenkie de Jong en el once titular tampoco ayudó. El mediocentro holandés no va al ritmo de sus compañeros. Parece que se pasee por el campo en ocasiones. Retiene el balón más de lo debido. Cuando ha estado sobre el césped, el juego del Barça ha empeorado.

Frenkie de Jong, en Anoeta X

Tampoco ganó control Flick con la entrada de un cuarto centrocampista. Hansi apostó por Fermín en lugar del mermado Lamine Yamal. El Barça echó mucho en falta la amplitud que aporta el extremo de Rocafonda. También tener a un jugador con capacidad de desbordar.

Un equipo descosido

El equipo azulgrana se quedó sin amenaza en parado. Ningún futbolista podía desbordar a su defensor. No encontró espacios porque se amontonaban los efectivos por el carril central. Flick no lo cambió hasta que situó a Raphinha como extremo cuando faltaba poco de segunda parte.

El técnico alemán siempre recalca que quiere un equipo compacto. Unido. El partido contra la Real fue un ejemplo de lo que no debe pasar. A veces, incluso, recordaba al Barça de Xavi Hernández, en el que los atacantes tenían que recorrer muchos metros hacia atrás cuando perdían el balón.

Ni un control bueno

Otro factor muy influyente fue el desacierto generalizado. No había jugador azulgrana que controlara bien el balón. Robert Lewandowski esta temporada estaba controlando a las mil maravillas de espaldas a la portería. Raphinha estaba decidiendo bien siempre. Pedri no perdía la posesión. Salió todo del revés.

Pedri protesta una acción al árbitro Cuadra Fernández durante el Real Sociedad-Barça EFE

La Real perdonó la vida al Barça. Falló ocasiones claras. El equipo azulgrana, al contario, no se acercó casi a portería. El parón de selecciones le sentará bien al conjunto de Flick. Serán dos semanas para rebajar la carga física y mantener el hambre de títulos.

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