El Barça vive tiempos complejos. El primer equipo de fútbol tiene urgencias y su presidente, Joan Laporta, no puede fichar a grandes estrellas. La economía del club es precaria, pero el máximo dirigente apostó muy fuerte por Nico Williams. El última gran sueño de Laporta se desvanece. El plan B es Dani Olmo, un fichaje que seduce menos y, posiblemente, menos interesante para Hansi Flick. El de Terrassa es un cromo repetido y puede sumarse a la larga lista de fichajes que no respondían a cuestiones meramente deportivas.
Con Dani Olmo, el Barça puede fichar a un futbolista con mucho talento que puede jugar en las dos bandas del ataque, como falso delantero centro y, sobre todo, como mediapunta. Con España, Olmo fue el sustituto de Pedri cuando el jugador canario se lesionó durante la Eurocopa. Fue el enlace perfecto entre el centro del campo y Morata.
Pedri y Gundogan
Hansi Flick, técnico del Barça, tiene claro que Dani Olmo rendiría muy bien como mediapunta. El problema es que para dicha posición ya tiene a Pedri y a Gundogan, dos jugadores con mucha clase que filtran pases que parecen imposibles.
El nuevo entrenador del Barça no contempla a Olmo como extremo porque no es un jugador rápido. Tampoco es un futbolista que pida la pelota al espacio. Y como delantero centro, Flick quiere a Lewandowski o un jugador con mucha pegada. No es el caso de Olmo.
Nico, más necesario
Nico Williams, en cambio, sí es un extremo veloz, con desborde, con desparpajo y con gol. Es un extremo del agrado de Flick, quien lamenta las dudas que tiene el futbolista. En Bilbao están convencidos de que Nico seguirá, como mínimo, un año más en San Mamés.
Deco, el director de fútbol, tiene atado a Olmo. Flick prioriza el fichaje de uno o dos delanteros. Quiere que su Barça tenga futbolistas más decisivos, pero le encaja mejor Nico que Dani en un equipo que en el pasado ya cometió errores de bulto.
Coutinho y Griezmann
El primer error sonado del Barça en los últimos años fue el fichaje de Coutinho. Tras abonar el PSG los 222 millones de euros de la cláusula de rescisión de Neymar, el expresidente Josep Maria Bartomeu necesitaba un golpe de efecto inmediato. Uno o dos.
Ese mismo verano, Bartomeu fichó a Ousmane Dembelé tras abonar 105 millones de euros fijos y pactar otros 40 con el Borussia Dortmund. Un año antes, curiosamente, el delantero francés rechazó la propuesta del Barça. Entonces costaba 15 millones de euros. Medio año después, el club contrató a Coutinho.
Coutinho no encajó en el Barça. Ni era un extremo rápido y con desborde como Neymar ni tenía la visión de Iniesta. No era delantero ni interior, sino mediapunta. Su error le costó 120 millones de euros fijos y parte de los 40 que pactaron el Barça y el Liverpool.
Laporta se juega mucho
El Barça también se obsesionó con el fichaje de Griezmann, otro futbolista de alto rendimiento en el Atlético pero mal encaje en el Barça. En un sistema tan rígido como el 4-3-3, el delantero francés se diluye mucho porque ni es extremo ni es delantero centro. Con el 4-2-3-1 de Flick, jugaría por detrás del ariete, como mediapunta o segundo delantero.
Laporta, cinco años después, también busca un futbolista ilusionante. El de Williams era el fichaje que mejor respondía a las necesidades deportivas del Barça. Olmo no es tan necesario, pero el presidente quiere transmitir que el club goza de buena salud. Hace un año, el Barcelona solo invirtió 3,4 millones de euros en Oriol Romeu. Fue el club de la Champions que menos gastó en fichajes y el máximo dirigente no quiere que se repita la historia. El Barça se juega mucho. Y él, también.