El FC Barcelona ha despertado en 2024. Salvo un mes de enero trágico con las duras derrotas de Montjuïc contra el Villarreal (3-5) y el clásico de la final de Supercopa (4-1), el conjunto de Xavi Hernández no ha hincado la rodilla en lo que va de año. El Barça encadena 13 partidos oficiales sin perder, su mejor racha esta temporada 23-24. Y contra todo pronóstico. Porque el navío azulgrana rozó el hundimiento y se ha convertido en aeronave en la fase decisiva de la temporada.
Solo Xavi tenía en mente la recuperación deportiva del equipo en el tramo final de campaña. El 27 de enero presentó su dimisión para el mes de junio, cuando todavía no había disputado los octavos de final de Champions League contra el Nápoles. Muchos daban por perdido al Barça, repleto de lagunas defensivas y errores de concentración fatales. Al contrario que sus predecesores, el estratega egarense ha emprendido una trayectoria ascendente en Can Barça hasta doblegar al PSG en el Parque de los Príncipes (2-3).
Cambio de dinámica
"Creo que el club necesita un cambio de dinámica. Como culé, pensando en el Barça. Los jugadores creo que se liberarán y estarán más tranquilos", confesó Xavi tras caer contra el submarino amarillo. Dicho y hecho, el vestuario hizo piña, sacó a relucir el orgullo y no ha encontrado rival a la altura desde entonces: 10 victorias y tres empates.
La semana entrante se prevé tan apasionante como decisiva. Vuelta de los cuartos de Champions en Montjuïc con la misión de mantener el gol de ventaja de París y clasificarse a semifis; y clásico en el Santiago Bernabéu, oportunidad propicia de acortar la diferencia de ocho puntos con el Real Madrid en Liga. La eliminación de Copa del Rey --en enero-- ha quedado como un mal menor en comparación con las aspiraciones culés a mediados de abril. La entidad presidida por Joan Laporta se encuentra en una situación deportiva prácticamente idílica echando la vista atrás.
Luis Enrique, último precedente
No es casualidad que el Barça no levante la Champions League desde la temporada 2014-15. Fue el último precedente de dinámica inversa. Un 4 de enero de 2015, un equipo que dirigía Luis Enrique cayó en Anoeta por la mínima (1-0) semanas después de haber perdido en el primer clásico liguero del curso. Leo Messi presenció el partido en Donostia como suplente hasta su inclusión en la segunda parte. La ausencia del astro rosarino del once titular y el posterior tropiezo abrieron un cismo en el vestuario. Pero el técnico asturiano supo reconducir la situación y la icónica MSN levantó el triplete de títulos.
Fue la última vez que el FC Barcelona culminó la temporada futbolística por encima de las expectativas reinantes a medio curso. Ya en el tramo 2015-16, si bien se revalidó el campeonato de Liga, el Atlético de Madrid eliminó al equipo catalán de Europa en los cuartos. A pesar de haber cosechado una victoria en la ida (2-1), el cuadro colchonero doblegó a los pupilos de Luis Enrique en la vuelta (2-0).
El triennio de Luis Enrique en el Camp Nou finalizó en 2017 con la histórica remontada del Barça-PSG (6-1), pero una eliminación posterior en cuartos de Champions ante la Juventus (3-0). Aquella Liga fue a parar a manos del Real Madrid.
Los desastres europeos
Ernesto Valverde recogió el testigo en 2017 y tuvo que hacer frente a la salida de Neymar Jr con la llegada de fichajes astronómicos como Ousmane Dembelé y Philippe Coutinho. En su primer año como míster azulgrana, el txingurri alzó el doblete de Liga y Copa. Se las prometía muy felices en Champions tras superar a la Roma (4-1) en la ida de cuartos. El equipo italiano, con una plantilla inferior, logró lo impensable en el Estadio Olímpico de Roma y se impuso de forma contundente (3-0).
En la temporada 18-19, parecía que el Barça había aprendido de sus errores pasados. A lomos de una de las mejores versiones de Leo Messi, el conjunto barcelonista repitió título de Liga. Y superó, esta vez sí, los cuartos europeos frente al Manchester United con un global (4-0). También cuajó un ejercicio de efectividad formidable en la primera manga de semifinales contra el Liverpool (3-0), a pesar de los dos contraataques postreros perdonados.
Los culés ya olían un nuevo triplete, pero los reds, sin Roberto Firmino ni Mohamed Salah, les hicieron revivir su pesadilla de Roma (4-0). La hecatombe repercutió en la derrota de final de Copa ante el Valencia (1-2).
El 2-8, el fin
Pocos lo advertían, pero el principio del fin de la dinastía azulgrana había dado comienzo. Valverde hizo las maletas en enero de 2020 después de caer en semis de Supercopa frente al Atlético de Madrid (2-3). Quique Setién cogió las riendas del Barça con una propuesta de fútbol cruyffista que no caló en un vestuario gobernado por las vacas sagradas.
Con el parón de la pandemia del coronavirus de por medio, el cuadro catalán tumbó al Nápoles en la vuelta de los octavos de Champions (3-1). La ilusión volvió a corroer al barcelonismo para el formato de fase final, celebrada en Portugal. Pero regresaron los fantasmas del pasado. Y de qué manera. Ya no se trataba solo de una cuestión mental, el nivel futbolístico tampoco alcanzaba. El Bayern de Múnich despedazó sin piedad al Barça en Lisboa (2-8). En España, el Madrid recuperó el trono liguero.
Nueva realidad
Los estragos económicos del coronavirus terminaron de hacer estallar la burbuja económica de la institución catalana, instalada en la opulencia durante la última década. Ronald Koeman relevó a Setién, protagonista de un paso testimonial por el Camp Nou.
En aquella Champions 2020-21, el globo se pinchó prematuramente, pues el PSG de Kylian Mbappé y Neymar Jr apeó al conjunto del técnico neerlandés en los octavos (5-2 global). En competición doméstica, otro gallo habría cantado de no ser por los dos empates y la derrota en los últimos cinco partidos. El Atlético de Madrid de Luis Suárez cantó el alirón en la última jornada. Los culés tuvieron que conformarse con la Copa del Rey.
Xavi rompe con la norma
En cualquier caso, las expectativas y el entusiasmo culé descendían conforme avanzaba la temporada. O bien, se desplomaban de golpe en noches aciagas. El culé de 2024 ya lo había dado todo por perdido en enero. Bastó con recuperar la estabilidad en Liga y ponerse el mono de trabajo en Champions para enderezar el rumbo del navío azulgrana.
Xavi, contra la corriente y el entorno, le ha dado la vuelta a la tortilla. La supremacía de menores de edad como Pau Cubarsí y Lamine Yamal y una remontada impredecible del vuelo han marcado el último año del técnico egarense, contra la tradición de sus predecesores.
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