Después de tres años, el FC Barcelona volvió a jugar unos octavos de final de Champions League. El regreso del equipo azulgrana a una fase de eliminación directa invitaba a la ilusión, sobre todo por enfrentarse a un Nápoles que ha sido un nido de inestabilidad deportiva con los dos cambios de entrenador en un mismo año. Pero la conclusión del partido de ida (1-1) está lejos de ser positiva, debido a que los fantasmas del pasado siguen limitando al Barça.
Durante mucho tiempo se ha hablado de los fantasmas del Barça en Europa. Esos que han provocado algunas de las peores humillaciones de la historia reciente del club, como fue el caso de las remontadas de la Roma y el Liverpool, o la brutal goleada (2-8) del Bayern Múnich en 2020. Con la despedida de la vieja guardia y la presencia de un equipo renovado con muchos jóvenes talentos, la sensación era que el FC Barcelona podía terminar soltándose en la Champions; sin embargo, no ha sido el caso.
El equipo de Xavi Hernández dio una imagen positiva en la primera mitad, llegando a tener hasta 30 minutos de buen fútbol. El esperado gol arribó en la segunda mitad mediante Lewandowski. Fue en ese instante cuando el Barça tuvo la oportunidad de hurgar en la herida de su rival y demostrar que hay un cambio sustancial a nivel de mentalidad, pero los miedos volvieron a invadir a los jugadores y al propio entrenador.
Los fantasmas siguen presentes
Entre los errores de Xavi en la gestión de los cambios y la actitud de los jugadores a partir del gol de Lewandowski, el Barça dio un paso atrás ante un Nápoles que no tuvo que hacer nada mágico o especial para llevarse un empate que le permite seguir con vida en la eliminatoria. Una parte se explica evidentemente ante la falta de automatismos y conexiones que permitan al equipo sobrevivir en los minutos de menor dominio, pero también hay una carencia en términos competitivos.
De tratarse del Nápoles de la temporada anterior o alguno de los equipos favoritos en la actual Champions League, el FC Barcelona habría estado en una situación mucho más incómoda. Lo normal es que los de Xavi consigan sacar adelante la eliminatoria en Montjuïc, aunque lo cierto es que no existe tal certeza por esos fantasmas que todavía siguen dejando en evidencia esa fragilidad del colectivo.
A pesar de esas sensaciones, el entrenador egarense todavía considera que la imagen del Barça fue positiva: "Hoy es muy buen partido en líneas generales. Estoy orgulloso de lo que hemos mostrado en Europa, pero hay fases del juego en las que nos precipitamos. Nos falta esa sensación de dominio, de pausa, pero hemos estado bien".
Lejos de ser convincentes
Si se mira en retrospectiva, la realidad es que el FC Barcelona no ha sido capaz de mostrar una imagen totalmente convincente en la Champions League 2023-24. El único encuentro en el que consiguieron dominar a placer fue el primer cruce de la fase de grupos contra el Amberes, aunque en su feudo se sufrió una dura derrota. En casa del Oporto se compitió --sin ser del todo brillantes-- y contra el Shakhtar perdieron uno de los dos enfrentamientos.
El Barça todavía transmite la sensación de estar lejos de convertirse en un potencial candidato a competir por la competición continental. Los miedos de caer como en el pasado siguen presentes, recordando que en la Europa League tampoco lograron llegar hasta las últimas instancias. Se necesita un golpe contundente sobre la mesa para terminarse de creer al equipo de Xavi Hernández y una oportunidad podría ser en casa contra el Nápoles. Pero de la teoría a la práctica suele haber una distancia bastante grande.