El Barça dejó vivo al Nápoles. El equipo de Xavi tuvo contra las cuerdas a su rival, pero no supo tumbarlo cuando estaba grogui. El gol de Lewandowski fue replicado por Osimhen cuando más tocado estaba el grupo de Francesco Calzona. El Barça, con una actuación más digna que de costumbre, no debería tener grandes problemas para acceder a los cuartos de final de la Champions, pero los últimos precedentes obligan a los barcelonistas a ser cautos y afrontarán el segundo duelo con la máxima presión. El premio por ganar es menos goloso que la dimensión de otra catástrofe continental.
Nápoles y Barça tuvieron épocas de gloria, unidos ambos por Diego Armando Maradona, un futbolista tan rebelde como genial, virtudes de las que hoy adolecen los dos equipos. Campeones de Italia y España hace un año, hoy son dos conjuntos en crisis, demasiado planos y sin un líder que se salte todas las normas. Individualmente, no obstante, el Barcelona es muy superior.
Buen inicio del Barça
El plan de Xavi estaba cantado. Alineó a Ter Stegen; Koundé, Araujo, Iñigo Martínez, Cancelo; Christensen, Frenkie, Gundogan, Pedri; Lamine Yamal y Lewandowski. En el Nápoles, Calzona, nuevo técnico, no tuvo tiempo para cambiar casi nada en un equipo muy poco creativo.
El Barça, con una buena puesta en escena, tuvo inicialmente el control del partido ante un Nápoles pusilánime, acomplejado. Lamine Yamal tuvo dos claras ocasiones en los primeros minutos. Después pudo marcar Lewandowski. También Gundogan, muy activo en el centro del campo.
Fase soporífera
El Nápoles iba a remolque. El equipo apenas conectaba con Osimhen y Kvaratshelia. Tampoco el Barça rompía las líneas napolitanas. Su fútbol era demasiado previsible, sin chispa, sin nadie que se sublevara ni acelerara el juego en el viejo San Paolo. Poco a poco, el cuadro azulgrana entró en una fase soporífera, más preocupado por evitar problemas a Ter Stegen que por penalizar a Alex Meret.
El segundo acto comenzó como el primero, con el Barça tocando y tocando, encerrando al Nápoles en su campo. Gundogan lo intentaba por el centro y Cancelo por la banda izquierda, pero el equipo necesita un mediocentro que imponga su ley. Christensen, seguro en labores defensivas, arriesga poco y le falta perspectiva.
El gol de Lewandowski
El Barça ganaba metros y el Nápoles encogía, cada vez más apagado. Y el premio a la perseverancia azulgrana llegó con un pase muy sutil de Pedri que resolvió Lewandowski con un remate seco que sorprendió a Alex Meret a la hora de partido.
El gol de Lewandowski parecía que había noquedado al Nápoles y animado al Barça. El equipo de Calzona no daba sensación de poder penalizar al grupo azulgrana, pero al colectivo de Xavi le falta carácter para noquear a los rivales cuando están tocados. Con poco, muy poco, los napolitanos empataron tras un forcejeo entre Osimhen e Iñigo que ganó el delantero nigeriano. Al Nápoles le bastó un remate a puerta para marcar ante un Barça mejor que debería resolver en Montjuïc el pase a octavos. En el Diego Armando Maradona no supo dar la puntilla al rival a un rival con más pasado que presente. Como el Barcelona.