2024 es un año difícil para Joan Laporta. El tono optimismo en los discursos del dirigente del FC Barcelona todavía sigue presente en cada acto o comparecencia, pero las acciones ya no acompañan como antes. Al menos con la misma asiduidad. El hecho de moverse en la delgada --y peligrosa-- línea de la improvisación ha provocado que la entidad sufra uno de los veranos más caóticos de su historia, motivado especialmente por la poca credibilidad de un club que pierde a talentos profesionales con el pasar de los meses.
La prueba de ese verano tan caótico lo sufre el primer equipo de Hansi Flick. Salidas de jugadores que se explican únicamente por motivos económicos (Ilkay Gundogan o Vitor Roque) o las promesas incumplidas por los altos mandos en materia deportiva y económica. Las erráticas decisiones de Laporta han provocado una gran inestabilidad en los últimos meses, lo que se ha visto reflejado en la planificación del Barça y en la fuga de varios altos mandos.
Incompatibilidad con Laporta
Trabajar con un dirigente como Laporta no es fácil. Su modelo presidencialista no termina de cuajar por completo con algunos profesionales que prefieren dar un paso al costado del FC Barcelona. El presente año se ha traducido en una constante fuga de ejecutivos y directivos. Los últimos en saltar del barco fueron Àngel Rocamora, director de administración y finanzas; y Albert Bagó, director del departamento de estrategia. Ambos tuvieron sus respectivas discrepancias con la gestión del club, especialmente en un verano en el que no han logrado cerrar las carpetas tan pesadas de Nike y Barça Studios.
Jan paga caro su constante improvisación con la salida de profesionales que deben dar mayor estabilidad al proyecto del FC Barcelona. Cabe recordar que en 2024 también se han bajado del club otros trabajadores de mucha relevancia en el área financiera como Eduard Romeu, vicepresidente del área económica, Maribel Meléndez, directora corporativa. Una lluvia de dimisiones que multiplica los frentes a los que se debe enfrentar Laporta sin la compañía necesaria para ello.
Ni se libra el área deportiva
El área deportiva no se queda atrás. En enero de 2024 también hubo una baja sensible: Franc Carbó. El único especialista en el control económico de la Liga dentro del Barça, también conocido como Fair Play Financiero --una terminología que es oficial de la UEFA y no de la Liga--, se fue del club voluntariamente tras aceptar una propuesta de Arabia Saudí.
Más lejanas quedan las bajas de Mateu Alemany y Jordi Cruyff. Las dos principales caras de la dirección deportiva entre 2021 y 2023. Ambos se marcharon el año pasado de manera casi simultanea, dejando todo el peso de la planificación a Deco. El que fuera jugador del FC Barcelona ha tenido la total confianza de Laporta para llevar a cabo las diferentes operaciones que tienen como objetivo potenciar al primer equipo de Hansi Flick.
El problema es que toda la faena ha sobrepasado a Deco. La ausencia de un especialista en las negociaciones como Alemany se echa en falta en el Barça, sobre todo en un contexto en el que los fichajes deben salir en el menor coste. Tampoco hay que pasar por alto la baja de Cruyff, que fue importante en contrataciones como la de Ilkay Gundogan antes de marcharse del club a mediados del año pasado.
Las pesadas carpetas
La improvisación de Laporta en la gestión del FC Barcelona también se ha visto en dos de las operaciones más importantes del año para el club: la renovación del acuerdo con Nike y el nuevo accionariado de Barça Vision. Dos casos que todavía siguen sin resolverse y que han dejado a la entidad azulgrana en una situación límite con el Fair Play financiero, donde solamente van a inscribir a Dani Olmo por la larga --y oportuna-- lesión de Andreas Christensen.
La dirigencia ha tenido varios meses para resolver ambas carpetas, pero no ha logrado dar con una respuesta definitiva. Con Barça Vision lograron acordar la inclusión de Aramark, que invertirá 25 millones de los 40 kilos impagados por Libero Football Finance, pero todavía falta ingresar lo suficiente para cubrir lo detallado en el calendario de pagos. Por su parte, el FC Barcelona ha tardado en dar señales de vida con respecto al nuevo pacto con Nike --las negociaciones empezaron antes de terminar el anterior curso-- que debería ser el impulso para entrar en la regla 1-1 por los ingresos que esperan de la renovación, incluyendo un bonus signing de 100 millones.
Sin credibilidad
El hecho de dejar la tarea para última ha provocado que el FC Barcelona no tenga la misma credibilidad en el mercado. Los problemas para inscribir a Dani Olmo evidencian la preocupación de otros jugadores de sufrir ese mismo escenario. Nico Williams es el ejemplo más contundente, pero también se puede mencionar las potenciales calabazas de un Federico Chiesa que considera a la Premier League como su siguiente destino ante las pocas garantías de inscripción en el Barça.
La imagen del Barça de Laporta está golpeada. El último año no ha tenido ni una pizca de piedad con un dirigente que da señales de carecer de la organización que requiere un proyecto de semejante magnitud. Todavía hay tiempo para saque un as bajo la manga y resuelva ligeramente el mercado de verano, pero no en las mejores condiciones que merece un club como el FC Barcelona.