El capricho de Busquets era una plaza de parking
El primer capitán del Barça, que se despide oficialmente este miércoles, llegó a ser conocido entre ejecutivos y miembros de la junta directiva como 'el sindicalista' del vestuario
31 mayo, 2023 02:32Noticias relacionadas
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Sergio Busquets Burgos (16 de julio de 1988, Sabadell) llegó a las filas del FC Barcelona en 2005, con 17 años. Este miércoles se despide oficialmente de la entidad azulgrana a los 34 años de edad después de haber dicho adiós a la afición del Camp Nou tras los recientes partidos del Barça contra la Real Sociedad y el Mallorca. Sergio, con un palmarés individual de 32 títulos con la camiseta azulgrana, pone fin a una era dorada para el barcelonismo. Es el último componente del histórico Barça de Guardiola, con lo que su marcha significa el cierre definitivo de un ciclo glorioso que comenzó en un ya lejano 2007.
Tras ser rechazado de las categorías inferiores del club siendo un niño, realizó su etapa de formación en diversos clubes hasta que ese joven tímido y delgaducho fue fichado como refuerzo del Barça B. Con la llegada de Pep Guardiola al filial, en 2007, el hijo de Carles Busquets dio un paso al frente para convertirse en un jugador clave del que acabaría siendo el mejor entrenador de la historia del Barcelona. Un año después, Laporta colocaba a Guardiola al frente del banquillo del primer equipo y el técnico de Santpedor se encargaba de hacer confianza al chaval de Badía, que tenía de competencia a una bestia de primer nivel como era Touré Yaya.
Su consolidación en el primer equipo llegó a pasos agigantados. Suplente inicialmente del costamarfileño, le acabó ganando la posición durante la temporada 2008-09, en que Touré participó como central en varios partidos decisivos, incluida la final de la Champions en Roma. Busquets partió de inicio junto a sus socios favoritos, Xavi e Iniesta, que terminarían formando el mejor centro del campo de todos los tiempos con el Barça y la selección española de Vicente del Bosque, un técnico que le dedicó el mejor elogio posible: "Si yo fuera jugador, me gustaría parecerme a Busquets".
Tras conquistar tres Champions, nueve Ligas, siete Copas o tres Mundiales de clubes con el Barça, así como un Mundial y una Eurocopa con España, entre otros, la carrera deportiva de Sergio Busquets llega a su final. Aunque el actual técnico azulgrana, Xavi Hernández, ha tratado de convencerlo por todos los medios, finalmente no renovará. Ha decidido dejar el Barça a final de esta temporada con el buen sabor de boca de volver a ganar la Liga tras unos años muy oscuros, tanto en lo deportivo, como en lo institucional.
El "sindicalista" del vestuario
Con su marcha, el fútbol pierde a un grandísimo centrocampista. El Barça, por su parte, dirá adiós, no solo a uno de los mejores jugadores de su historia, sino también a uno de los mayores sindicalistas que ha tenido el vestuario del primer equipo. Como ocurrió en su día con Johan Cruyff, el joven de Badía, que actualmente reside en un enorme casoplón en Castelldefels, quedará en la memoria de algunos por ser uno de los jugadores que más ferozmente defendió los derechos y privilegios de los futbolistas en el FC Barcelona. Hasta el punto de que en la anterior junta directiva era conocido como "el sindicalista" del vestuario.
Su meteórico ascenso deportivo le ayudó a desarrollar una jerarquía también muy importante a nivel de galones en el primer equipo. Tardó unos años en ser capitán, porque cuando empezó tenía por delante a Puyol, Xavi, Valdés, Iniesta o Messi, pero se terminó imponiendo a otro emblema como Gerard Piqué. Y, aún sin estar entre los capitanes, en aquella primera etapa ya demostró su carácter en las primeras negociaciones para renovar su contrato con Sandro Rosell. Asesorado por el emblemático Josep María Orobitg, también agente de Pep Guardiola, puso un nivel de exigencia muy elevado que comportó apurar su renovación al máximo.
Si bien es cierto que la primera renovación de Busquets con Rosell se fragua al poco de su llegada a la presidencia porque ya estaba medio encarrilada con la directiva de Laporta --renovó en enero de 2011 hasta 2015 con un año más opcional en función de su rendimiento y aumentó su cláusula de 80 a los 150 millones de euros--, la segunda se complicó mucho más y se formalizó tan solo dos años después. Es decir, aquella primera renovación en 2011 supuso un acuerdo rápido para salir del paso y blindar al futbolista, pero las condiciones ni mucho menos satisfacían al de Badía, que mantuvo las conversaciones abiertas y forzó la máquina para obtener un nuevo acuerdo en 2013.
La guerra por la segunda plaza de parking
En esos dos años, Orobitg y su equipo de Tactic Group no dejaron de dar la murga a la junta de Rosell para conseguir un mejor acuerdo a la joven perla descubierta por Pep, pieza clave en la Champions de Wembley 2011 y que se había convertido en intocable también para Tito Vilanova y su Liga de los 100 puntos. El entonces presidente sudó sangre para alcanzar un acuerdo satisfactorio y se tuvo que oponer a una petición que en aquel momento parecía surrealista: Busquets reclamaba una plaza de parking adicional en el estadio para su familia.
Esto, que puede parecer una tontería, suponía un problema por la elevada demanda de plazas de aparcamiento que hay en el Camp Nou los días de partido. Aquel año, Rosell ganó la batalla y le negó la plaza extra --todos los jugadores ya contaban, obviamente, con una plaza para ellos pero no para familiares o amigos-- porque si le concedía el capricho a uno, se lo tendría que acabar concediendo al resto, ya que toda la plantilla querría el mismo trato de favor. Rosell se salió provisionalmente con la suya, pero no acabaría así la cosa.
Zubi se la acabó ofreciendo
En julio de 2013, el entonces director deportivo del club, Andoni Zubizarreta, anunciaba el nuevo acuerdo de renovación con Busquets. El contrato se firmó el 27 de agosto y contemplaba prolongar la duración del vínculo contractual hasta 2018, manteniendo la cláusula de rescisión en 150 millones. Orobitg insistió mucho en la mejora de las condiciones salariales del jugador, que se lograron, pero el central de Badía seguía sin estar del todo contento: aún no había conseguido la plaza de aparcamiento para su novia, Elena Galera. Zubi le acabó diciendo "te dejo la mía cuando la necesites" para desenquistar el conflicto.
A pesar de la mejora, las negociaciones siguieron. Menos de dos años después, en febrero de 2015, Busquets firmaba una nueva ampliación de su contrato. Se prolongaba por tan solo un año más, hasta 2019, pero conseguía una nueva mejora salarial. A cambio, el club, que ya estaba presidido en ese momento por Josep María Bartomeu, pudo incrementar ligeramente su cláusula de rescisión de forma simbólica: pasó de 150 a 175 millones de euros. La plaza de aparcamiento adicional volvió a ser objeto de las negociaciones, pero una vez más, el club logró aguantar la presión y se la denegó. Lo que provocaría más negociaciones en los meses venideros...
Y es que, solamente un año y medio después, Busquets volvía a pasar por las oficinas del club para renovar su contrato por quinta vez. El 22 de septiembre de 2016, Sergio firmaba otra ampliación contractual, con la consiguiente mejora salarial, hasta el 30 de junio de 2021. Por cierto, poco después, el 1 de octubre de 2017, volvió a tener un papel decisivo al negarse a aplazar el partido contra Las Palmas por los incidentes ocurridos en Catalunya. Busquets ejerció de líder grupal, aunque algunos de sus compañeros, como Piqué, preferían suspender el duelo.
Objetivo conseguido
Las negociaciones ya fructificaron unos meses antes, en mayo del mismo año, pero el acuerdo no se escenificó hasta la siguiente temporada. La cláusula de rescisión pasaba a ser de 200 millones y la plaza de parking seguía en el limbo, aunque Busquets la seguía reclamando... y fue ese año, con Luis Enrique en el banquillo, cuando se salió con la suya: Busquets consiguió la segunda plaza de parking para todos los jugadores. De esta forma, los futbolistas podían ir antes, para concentrarse, calentar y tener la charla, y las parejas podían asistir más tarde.
Pero no sería esta la última renovación del centrocampista de Badía. Dos años después, en septiembre de 2018 y con el mal sabor de boca que generó la marcha de Neymar en agosto de 2017, la junta de Bartomeu promovió una nueva mejora al pilar del centro del campo culé. Busquets asumía galones tras la marcha de Iniesta, y fue debidamente recompensado con uno de los mejores contratos de la plantilla, que le garantizaría un fijo de unos 22 millones de euros brutos por curso. El internacional español prorrogó su contrato hasta 2023 y su cláusula pasó de 200 a 500 millones de euros.
Nueva guerra: entradas y palcos Vip
En aquellas últimas negociaciones, Busquets ya se sentía satisfecho por haber ganado la lucha de las plazas de aparcamiento, pero puso otra cuestión sobre la mesa. Los jugadores también querían acceso gratuito a los Palcos Vip del Camp Nou, además de un cupo de entradas para regalar, especialmente para las finales. Aquella lucha terminó en tablas, ya que la directiva nunca cedió en el tema de los palcos. Quién iba al palco, debía pagarlo. El tema de las entradas también había sido una discusión constante durante muchos años, pero su gran victoria fue que la segunda plaza de parking se les acabó dando gratis. Desde entonces, todos los miembros del primer equipo pasarían a tener dos plazas de parking en el Camp Nou.