La afición del Barça congregada en el Estadi Olímpic de Montjuïc ha tardado 18 segundos en estallar de enfado. El ambiente festivo que animaban los 38.183 espectadores en la montaña mágica ha degenerado rápidamente en un alud de silbidos y desesperación. El FC Barcelona ha vuelto a caer en los mismos errores de concentración iniciales contra el Deportivo Alavés. El descontento del barcelonismo ha reinado en las gradas hasta el descanso.

Los huecos vacíos en los rincones más altos de las gradas han reflejado esa protesta silenciosa de 11.000 hinchas que faltaban para llenar el estadio. El conjunto vasco no representaba el rival más atractivo para acudir a Montjuïc, pero el bache de juego que atraviesa el Barça es capaz de complicar cualquier partido.

Decepción tempranera

En una sola jugada tras sacar de centro el Barça, Ilkay Gundogan ha perdido el balón en el medio del campo. Samu Omorodion ha culminado el contragolpe perfecto del equipo albiazul. El remate se ha colado en portería entre las piernas de Marc-André Ter Stegen. Tras ese primer jarro de agua fría, los culés han explotado de rabia e incredulidad con la primera pitada sonora de la tarde.

Los jugadores del Alavés celebran su gol al Barça ante la decepción de Ronald Araujo EFE

Parecía la clásica empanada de los primeros segundos, hasta que Samu Omorodion ha dispuesto de otro remate franco dentro del área que ha salido desviado ligeramente. Los murmullos se han extendido a toda la gradería. Y la desesperación ha vuelto a hacerse patente entre los culés con el mano a mano que el delantero de 19 años ha fallado tras ganarle el cuerpo a cuerpo a Jules Koundé.

La defensa azulgrana brillaba por su ausencia y los gestos de inconformismo con los brazos abiertos de Iñigo Martínez y Ronald Araujo se sucedían tras cada pifia. La tímida reacción del conjunto de Xavi Hernández no ha bastado para el empate. Nada más decretar el descanso el colegiado, Montjuïc ha dedicado sus silbidos más intransigentes a un equipo que debía reaccionar.

Reconciliación

Tras atravesar sus momentos más delicados, el Barça ha salido con otra mentalidad en la reanudación. El Alavés ya no ha vuelto a escaparse de la madriguera, y el asedio alrededor del área ha dado resultados. La pitada ha cambiado por aplausos con el cabezazo de Robert Lewandowski para nivelar la balanza (1-1). El barcelonismo ha despertado en Montjuïc a la par que el equipo.

Esa efervescencia es la que se ha cernido sobre el árbitro debutante, Mateo Busquets Ferrer, cuando Ferran Torres ha caído dentro del área, víctima de un penalti. El colegiado no ha dudado en señalar la pena máxima, que Robert Lewandowski ha transformado en el gol de la victoria (2-1) y una explosión de júbilo en la grada

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