Aida Folch tenía sólo 14 años cuando trabajó por primera vez con Fernando Trueba. Fue en El embrujo de Shanghai. Diez años después llegaría El artista y la modelo y, ahora, en 2024 se unen de nuevo para presentar Isla perdida.
Esta vez, la catalana es absoluta protagonista junto a Matt Dillon. Ella interpreta a Álex, una joven que viaja a una pequeña ínsula griega para trabajar en un restaurante regentado por Max, un estadounidense que creó esto local para dejar atrás su pasado. Un pasado que la española irá descubriendo poco a poco y que va a traerles muchos dolores de cabeza.
La cinta recuerda mucho a las historias de Ripley y otros tantos personajes salidos de la mente y la pluma de Patricia Highsmith. No en vano, la escritora fue una de las referencias de Trueba a la hora de crear historia.
Isla perdida es puro cine clásico rodado en el siglo XXI, tanto que uno parece estar viendo una película cuando, en realidad, la historia transcurre en 2001. Crónica Global habla de este reencuentro y el encaje de una propuesta como esta en la actualidad con Fernando Trueba y Aida Folch.
- Se conocen desde que Aida tenía 14 años. ¿Se podría decir que son familia?
- Fernando (F): Un poco, ¿no? Pero no, sobre todo somos amigos, que es un vínculo mucho más fuerte.
- ¿Y cómo surge la idea de hacer esta cinta?
- F: Yo siempre he sido muy amante del cine de Hitchcock y de la literatura de Patricia Highsmith, hasta el punto de que a veces tuve algún proyecto relacionado con ella. Hace muchos años llegamos a tener hasta una opción de una de las novelas.
- Aida (A): ¿Cuál?
- F: De una que sale en la película, The Tremor of Forgery (El temblor de la falsificación). O sea que siempre ha estado rondando eso. Cuando era yo muy joven, la fui entrevistar a Francia. Sacamos en El País una entrevista con ella, y siempre me atraía la atmósfera de sus libros y todo eso. Y entonces, de repente dije, bueno, en vez de adaptar uno, hagamos una película intentando captar lo mejor y lo que me gusta de sus libros. Luego al final acabas haciendo algo más tuyo. Pero esa era la inspiración. Y luego, a mí me gustaban mucho las películas de suspense de Hitchcock, no los que son necesariamente policiacos ni thrillers. Cuando tu ves Sospecha, Rebeca o Vértigo, son historias de amor pero con un elemento inquietante. Fuera de Hitchcock lo ves en Luz de gas, por ejemplo, que es una película de época y tal pero que también tiene ese componente romántico y a la vez de suspense.
- La referencia a Highsmith no sólo se nota, sino que se muestra de alguna manera en la película, cuando cae un libro y la cámara muestra que es uno de la autora.
- F: Ese libro y todos los libros que caen ahí son libros que yo he elegido, he buscado las ediciones que suponía que el personaje había leído en un determinado momento. Y a su vez, dicen algo de la película y del personaje, o sea, nada es casual. Pero las ediciones eran importantes, porque la peli pasa en el 2001, pero hay algunos de los libros que hay ahí y que yo imagino que el personaje los ha leído 25 años antes, como Las enseñanzas de Don Juan, El lobo estepario, cosas así.
- ¿Cuándo entró Aida en el proyecto? ¿O la tuvo siempre en la cabeza?
- F: Es complicado de explicar, porque este proyecto dio muchas vueltas. Cuando ya decido poner en marcha la película, que no el guion, entonces ya ahí sí estoy pensando en ella. Porque ya tiene la edad del personaje, a lo mejor cuando yo empecé no la tenía. Entonces cuando ya he decidido tirar para adelante con el proyecto, digo, “va a ser Aida” y un poco lo reviso pensándolo para ella y digo, “joder, si es que está clavado. Lo puede hacer perfectamente”.
- ¿Da vértigo enfrentar un papel en el que ya piensan en usted? ¿Da más responsabilidad?
- A: A mí me hace muchísima ilusión sobre todo. Responsabilidad no sé, es una palabra muy fuerte. Obviamente yo soy muy responsable por él, porque quiero que esté orgulloso de mí y que le guste lo que hago. Yo estoy muy agradecida porque confía en mí y puedo volver a hacer una película con él.
- ¿Cómo definiría a su personaje? porque si uno piensa en películas de suspense o cine negro clásico, viene o la 'femme fatale' o la víctima desamparada. Pero se aleja un poco, ¿no?
- F: Es una atracción fatal, más que una femme fatale. Es alguien que se ve atrapado por lo que desea y cae en su propia trampa. La vida está llena de eso. A veces nos vamos hacia una cosa, deseamos una cosa y esa cosa acaba siendo nuestro propio castigo. Ahí la frase esa, de cuidado con lo que deseas, con lo que sueñas, no vaya a ser que lo consigas. Es eso un poco.
- ¿Cómo lo definiría usted, Aida?
- A: Álex es una tía muy luchadora, que está huyendo de su pasado, quiere empezar desde cero. Llega unos días más tarde a su trabajo, no consigue el trabajo que quiere, pero se queda allí. Es una tía fuerte, que ha vivido, que sabe lo que quiere y va por ello. Luego va descubriendo cosas, obviamente, pero no creo que nunca pierda el control, tampoco. Parte de vivir es exponer a fracasos, a frustraciones, a que no te salgan las cosas bien.
- ¿También a encontrarse con este tipo de hombres o personajes?
- A: A todos nos puede pasar. A veces duermes con el enemigo y no lo sabes.
- Pero parece que, a pesar de esa fortaleza, comete ciertos errores que parecen no encajar.
- F: La película se centra en ella, empieza con ella que llega y acaba con ella que se va. Tiene ese punto de western en el que hay el forastero que llega a un lugar, ocurre un conflicto y al final se va. Todo está contado desde el punto de vista de ella. Para mí había dos cosas muy importantes. Una era el equilibrio entre una historia real y los elementos del género, es decir, que no entraran en colisión, que no se convirtiera ni en una historia realista ni en solo una película de género. Y luego, el crear una atmósfera que empieza siendo muy luminosa y muy relajada y, poco a poco, como la climatología, que se vaya nublando y oscureciendo. Me interesaba mucho desde el punto de vista narrativo y fotográfico a la vez. Tenían que ir en paralelo la historia que se cuenta contando, las sensaciones que está viviendo y la luz de la propia película.
- Una película que es inglés. ¿Siempre estuvo concebida así?
- F: Sí, desde el principio estaba escrita en inglés y siempre estuvo pensada para una isla griega.
- ¿Por qué?
- F: Yo la escribo con un joven guionista americano, Rylend Grant. Era todavía muy inexperto, era su primer guion profesional, pero había hecho una película magnífica en el American Film Institute. Me pareció fantástico y decidí trabajar con él.
- A: Y luego porque querías que él fuera un americano, de una época donde ha sido un músico, ¿de qué años? O sea que ha tenido éxito en la época de las drogas.
- F: En los 60s, finales de los 60s, 70s. en la época en que mueren todos: Jim Morrison y Janis Joplin y Jimi Hendrix…
- Este es uno de los toques más Trueba de la película, el melómano. Dónde aparece un disco particular, con una música concreta…
- F: El disco ese lo fabricamos. Tenemos a un grande del clarinete haciéndolo a Ken Peplowski. No sólo hicimos la grabación del disco antiguo, sino también esas respiraciones, más que interpretaciones, que hace el personaje de Max. Eso era importante. Y luego en la otra parte musical pues está Preisner, que me encanta trabajar con él, ya es la tercera o cuarta vez que trabajamos.
- Aquí hay varios reencuentros. El músico, Aida, Juan Pablo Urrego.
- A: En su día dijo que le gusta trabajar con amigos. Y eso es un poco así, ¿no?
- F: Sí, es que a mí pensar que estoy haciendo una película con una gente que no tenemos nada y són sólo contratados, no me gusta. A mí me gusta convivir con la gente, vivir la película con ellos, no solo estar rodando y charlando y hablando de cine y de la vida, sino estar cenando y estar cocinando y estar...
- A: Bañándonos en el mar...
- Eso, ¿cómo fue rodar en una isla griega? ¿Fue relajante?
- F: Mira, el director artístico, que es también de Colombia, Diego, me sigue llamando porque tenemos el plan de irnos un mes allí, ya no a hacer películas, sino estar ahí tumbados leyendo, paseando por el pueblo, por allí, porque era un sitio de paz, un sitio increíble. Y en el rodaje vivíamos igual que como se ve en la película, con el agua está presente en cada plano. Nosotros, en la puerta de casa, teníamos el lago, un lago parasético.
- A: Las dos primeras semanas que llegamos antes de rodar, para hacernos al lugar, ensayar y que todo estuviera listo, salíamos de casa y nos bañábamos todos juntos. Estábamos solos porque realmente es una isla para esconderse, como el personaje, porque no hay nadie, ni siquiera los griegos conocen esa isla que en realidad es una península.
- Entre esos compañeros está Matt Dillon, ¿cómo fue el rodaje con una estrella de Hollywood como él? ¿O ya era amigo también?
- F: Nos conocíamos, sí. Nos conocimos en Los Angeles, pero luego habíamos estado dos o tres veces en Nueva York y quizá un par de veces en Madrid también. Curiosamente él es un fanático de mis películas como Calle 54 y Chico y Rita, porque él es un experto en música cubana. De hecho, él ha dirigido un documental sobre el gran Fellove, un músico cubano. O sea, él tiene más que un interés, yo creo que es un erudito, un obseso de la música tradicional de Cuba.
- Y usted Aida, se ha hecho una experta en hacer películas en otras lenguas.
- F: Sí, hemos hecho tres películas en tres idiomas.
- A: ¿Y la próxima en qué idioma?
- F: A lo mejor habría que hacer una en catalán, ¿no?
- A: Ya he hecho muchas en catalán.
- F: Pero yo no. Si yo fuera mi hermano David, que habla catalán, lo podría hacer.
- Pero bueno, para usted, Aida, ¿cómo ha sido el rodaje con Matt Dillon, ya que hemos visto que es una políglota?
- A: También soy una experta en trabajar con estrellas, sobre todo cuando trabajo con Fernando. En el Embrujo de Shanghai pude trabajar con Fernando Fernán Gómez, luego con él, con Claudia Cardinale y Jean Rochefort, y ahora, pues, Matt Dillon. Estupendo. Siempre es un placer, sobre todo cuando ha formado parte de tu filmografía desde que eres pequeña y sabes la figura que es.
- En este sentido, y teniendo en cuenta que el equipo era internacional, ¿fue fácil la interlocución?
- A: Era un poco como el teléfono.
- F: Era un poco caótico, sí porque había el griego, el inglés y el español.
- A: Y luego también francés, a ti te daba por hablar francés.
- F: Sí, porque con la con la ayudante griega, hablamos en francés. Era una pequeña torre de Babel.
- A: A ver, todos nos entendíamos. Comunicarte, te comunicas. Otra cosa es cuando ya llevas 12 horas trabajando, que estás cansado y lo más normal es que te salga tu idioma materno. Entonces, algunas veces sí había como el juego del teléfono con pequeñas equivocaciones porque era un rodaje multicultural.
- A pesar de este toque e inspiración clásica, tiene algo de lúdica, no sé si decir de divertimento.
- F: Antes de hacer la película, le decía a Aida: necesito hacer una película.
- A: Cine por cine, me decía. yo no le entendía.
- F: Que no sea más que eso, porque en cuanto te descuidas, estás contando algo que forma parte de la historia o está relacionado con esto o es algo que ocurrió y tiene una trascendencia social, política, lo que sea. Entonces sentía la necesidad de hacer cine en el sentido puro. Vamos a contar una historia de lo que le ocurre a unos personajes. Igual que me he metido en historias que tienen muchas conexiones con cosas. A mí la palabra de divertimiento no me molesta.
- A: ¿Y entretenimiento?
- F: Esa la detesto un poco, divertimiento es más bonita porque es una palabra más mozartiana y entretenimiento es una palabra más de fabricar un producto, que es una palabra que detesto.
- A: No debería ser así.
- F: Para mí esta es una película muy personal también, muy mía, pero en la que hay esos elementos que tú llamas clásico, que me encanta cuando usas esa palabra. Es decir, una narración clásica.
- Entre tanto “producto”, el espectador puede estar dispuesto a ver un “clásico”. Porque lo primero requiere de que pasen cosas todo el rato y muy rápido y esta se toma su tiempo.
- F: Hombre, porque tienes que crear una atmósfera, desarrollar unas psicologías, unas relaciones entre personajes, etcétera. Entonces todo eso es una película muy de construcción.
- A: Es la película que tú querías hacer. Ahora necesitamos inputs muy rápidos.
- F: Un relato clásico, ahora, en los tiempos que estamos, quizás es desconcertante. Es un poco provocador, pero no me importa. Me gusta eso.
- En esos tiempos, ¿cuesta encontrar proyectos así?
- A: A mí me gusta mucho hacer cine. Obviamente, desgraciadamente, el cine cada vez es más rápido por temas de presupuesto. En el caso de esta película ya sabía del guión desde hacía años. Por tanto, la he podido pensar, releer, practicar, hacer una construcción de personajes, incluso le mandaba inspiraciones a Fernando. Para mí era muy importante en esta película volver a lo esencial. Trabajé mucho el inglés, mis frases, porque trabajar en un idioma que no es el tuyo es complicado. Y así luego llegar al set, olvidarme absolutamente de todo lo que ya había hecho mental o intelectualmente, y estar.
- Este cine o el cine, ¿puede ser un refugio más placentero que el de la película?
- A: El cine es nuestro mayor refugio, es nuestro hábitat natural. De hecho, deberíamos estar más en rodajes que en la vida.
- F: Realmente me encuentro mejor física y mentalmente cuando estoy rodando que cuando no. Me reconozco más que cuando no estoy haciendo cine.
- A: Sí, somos felices haciendo lo que sabemos. Todos estamos a eso, porque es nuestra pasión nos da mucha felicidad.
- F: La creación es una experiencia de una gran intensidad. Y luego a mí me gusta trabajar con equipos, con personas, que están muy comprometidas y lo dan todo.
- A: No están allí pensando en la cena de sus hijos o piensan que es como ir a la oficina. Eso es otra manera de rodar. Aquí todos estamos conviviendo y haciendo lo mismo. A mí me importa mucho la experiencia, la vivencia personal, más que el resultado de la película. Me gusta mucho ser feliz trabajando.
- ¿Es bastante cuidadosa en los títulos y personajes que elige? Porque hubo un tiempo en que se la veía menos. ¿Ahora también aparecen mejores personahes?
- A: No, ha habido épocas de todo tipo. Es verdad que he vivido un cambio muy brusco en el sistema. Cuando era pequeña y empecé, pues hacía dos películas al año. Luego las películas se fueron parando y empecé a hacer más televisión, semanales, diarias, TV-movies. También he rodado fuera de España estos últimos años, en Italia y en Inglaterra. Yo lo que intento, siempre que me dejan y dependiendo del proyecto y de la confianza que tenga con el director, es poder aportar lo que sea bueno para la historia y para el personaje.
- Habló varias veces de aportar, que le gusta investigar sobre el personaje, comentar propuestas con el realizador. ¿No le pica el gusanillo de dirigir o escribir algo propio?
- A: He leído un guion de ella estupendo, ya hace dos o tres años.
- A: Sí, pero no encuentro a quien me la produzca. Me gustaría. Siempre me ha picado el gusanillo de poder dirigir algún día, no sé si hará o no.
- ¿Le da reparo?
- A: El cine es muy complejo. Para empezar, necesitas que alguien confíe en ti; luego que proyecto no sea carísimo, porque la gente ya no va al cine y ya no es rentable; estar yo preparada con los conocimientos y el empuje que tenga que tener; además, dedicarle el 100% de tu energía, y yo he estado pues rodando como actriz y no me he podido dedicar solamente a una cosa. Todo llega en el momento en el que tiene que llegar.
- Habla de que el cine no es rentable, esta película lleva 16 años en la cabeza de Trueba ¿cada vez cuesta más levantar un proyecto de cine?
- F: No, eso es porque yo soy vago. Mareo mucho la perdiz y doy muchas vueltas a las historias. Al menos, la mitad de mis películas han sido proyectos donde he estado años y años, o trabajando, o dándoles vueltas, o desarrollándolos de una manera o de otra; dejándolos crecer en tu cabeza sin pegar ni palo. Es raro me siente y haga un guion, lo he hecho a lo mejor media docena de veces, pero las demás son historias que van creciendo y pasan los años y siguen ahí y ves que no vas a conseguir deshacerte de esta historia más que haciendo la película.
- Como el buen vino.
- F: Sí, a mí eso me gusta mucho. Por ejemplo, ahora acabo de terminar un guion en el que llevo años y años no escribiendo, pensando en él sin escribir ni una palabra. Entonces te das cuenta que todo ese tiempo ha jugado a favor, porque ha salido él solo. Tengo la sensación de no haberlo escrito sino que se escribía él solo. Yo creo de verdad que las historias te eligen a ti, no tú eliges a las historias. Hay historias que se te ocurren y se van, desaparecen y se te olvida que las has tenido, y otras se te agarran como una garrapata a tu cerebro y no se van. La única forma es haciéndola.
- Pero retomando esa idea de que la gente no va a al cine. ¿Qué está pasando? Ha sido un año desastroso en taquilla.
- A: Yo creo que hay muchísima oferta, hay tantísima oferta que no te la acabas. En las plataformas, en los cines, tienes los clásicos, lo nuevo y de todo, de todos los países. Yo creo que la gente no da abasto. También está todo el día sobreexplotándose a sí misma y por la noche está cansada y prefiere ver sus cositas en su plataforma.
- F: Además, hay unas generaciones que están viviendo y pagando el cambio tecnológico, la entrada en una nueva era que todavía no controlamos, que está fuera de control. Entonces, el cine parece que es una cosa del siglo pasado, pero cuando descubran que existe una cosa que es una sala de cine, donde entras con mucha gente y ves una historia en una pantalla grande de principio hasta final, ya no hay vuelta atrás. Yo creo que se volverán a enamorar del cine, porque no se ha inventado nada mejor.
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