Uno ve el cartel de Nortbert(a) y le entran todos los miedos. Una especie de comedia sobre un hombre pasados los 50 que se da cuenta de que ha vivido engañado y engañando toda la vida, porque él en realidad es ella, Norberta.

Entran los temores porque la comedia siempre puede pasarse de rosca, caer en lo paródico y llegar a ridiculizar ciertas situaciones. Aquí esto no sucede. Tal vez porque la codirectora y guionista de la cinta, Sonia Escolano, se ha basado en un caso real y ha vivido situaciones de una familia como la que presenta en su cinta.

En realidad, ya está casi todo contado. Norberto (Luis Bermejo) y María (Adriana Ozores) son un matrimonio de clase modesta que lleva casado mucho tiempo. Tienen una hija y una nieta, esta última poliamorosa. Pasan problemas económicos, ellos y los suyos, así que deciden hacer pequeños atracos a tiendas. Para ello, Norberto se viste de mujer, así pasa desapercibida. Pero lo que era una mera estrategia le hace ver a ese hombre que hay algo de ese disfraz que es mucho más que eso.

El film, rodado en Barcelona, trata esto desde el más absoluto respeto. Hay una escena memorable en la que el personaje de Bermejo se pone la ropa interior de su mujer. Prueba. Trata de descubrir qué le está pasando. El tránsito es fluido para Norberta y muy difícil para María y su hija. Pero la película también fluye por otros derroteros, trasciende la anécdota y se convierte en una cinta costumbrista donde la realidad social, la precariedad del día a día se cuela en la anécdota y la trasciende. Un trabajo difícil que, para dos actores más que curtidos en estas lides, ha sido un regalo. Se sienten más que cómodos.

Adriana Ozores y Luis Bermejo GALA ESPÍN Barcelona

 

Claro que la directora ha hecho mucho. La manera de trabajar de Escolano es muy cercana a ellos, casi teatral. “Los primeros ensayos eran como sesiones de terapia. Tuvimos 10 o 15 días sesiones de terapia, prácticamente. No nos levantábamos de la mesa y hablábamos de nuestras cosas”, recuerda Bermejo en conversación con Crónica Global. Un hecho que ha agradecido. Y mucho. “Cuando tienes la posibilidad de que te ofrezcan jugar con propiedad a ser otra, la cosa va bien”, indica.

Estas palabras son rehechas por su partenaire, Adriana Ozores, que habla de lo importante que es un buen guion y unos buenos ensayos. “Cuando te da la oportunidad de jugar con propiedad, de alguna manera se va creando el personaje”, añade. A modo de ejemplo, asegura que ella “no sabía que María tenía ese ramalazo masculino, macarra. Tampoco Sonia.  Se va creando a medida que yo lo veo y se va trabajando con Luis. Inevitablemente se va creando un contraste, para que eso tenga más sentido, tenga más jugo. Es un trabajo que se hace en común, a menos que sea algo muy estereotipado, pero creo que la gracia de esta película es que no está muy estereotipada”, sentencia.

La actriz Adriana Ozores GALA ESPÍN Barcelona

Lo cierto es que Norbert(a) no cae en esos tópicos. Es más, se aleja por completo de lo que podría a ser una comedia en defensa de los derechos y las realidades LGTBIQ+. Para que el lector lo entienda. No es Te estoy amando locamente, es mucho más. Aquí se mezclan géneros que van desde las películas de atracos a la comedia, sin olvidar el cine social. Algo que a Bermejo afirma disfrutar al máximo. “A mí lo que más me apasiona de todo lo que hago es meterme en ello y pensar que no sé qué va a salir de esto”.

Para ello, durante estos procesos de ensayo fueron en busca de referentes. “Hablamos de Albaladejo, de Tapas, de todo ese cine social”, recuerda que desde la comedia e incluso desde el costumbrismo tocaba temas centrales. “También de un cine que yo he mamado como el de Mariano Ozores”, reivindica, “En definitiva, bebe de todo ese cine que yo de pequeño veía en mi casa y que han conformado este actor que soy de alguna manera”, prosigue. Fue eso, “junto con ir habitando estas palabras, estas historias y esta atmósfera” lo que dieron cuerpo a su Norberta, pero también a la película.

Fotograma de 'Norbert(a) FILMAX

 

Ozores también pone en la guionista y directora. “Es una persona con una conciencia social importante y no solamente una conciencia LGTBI. Ella pone en sus películas todo esto que ha mamado y que vive”. Aunque eso no quita que sea “curiosa” la manera en que logra mezclar tantos géneros.

“A veces tendemos a querer que sea una comedia, pero bueno, es esa inteligencia de las buenas comedias que te van metiendo en otros territorios de una manera fácil. Porque si piensas que vas a ver un drama, ya te aprietas un poco, pero aquí estás suelto porque vas a ver una comedia y no, te está dando por todos lados”, defiende a su película.

Adriana Ozores y Luis Bermejo GALA ESPÍN Barcelona

Lo hace también Luis Bermejo cuando comenta que alguien le ha llegado a decir que Norbert(a) puede ser leída como una apología a atracar. “Yo pienso: no estaría mal. Ya que nos vienen atracando durante tanto tiempo, que un colectivo de barrios se junte para esto demuestra solidaridad, compañerismo, tiene algo de tribu”, defiende entre sonrisas.

La apología al atraco es difícil que se lea. Lo cierto es que la familia de los protagonistas no pertenece a una familia acomodada. Ni ellos ni quienes les rodean. No sólo atracan gasolineras y pequeños negocios, sino que reparten el botín entre su hija y sus amigos. “Es el arquetipo de Robin Hood, una maravilla”, exclama Adriana. “Además, tiene esta cosa silente”, añade Luis. “Aparece alguien con un sobre y nadie dice nada. Sin que sea una tribu mafiosa ni nada”, alega él.

Adriana Ozores y Luis Bermejo GALA ESPÍN Barcelona

Por mucho que recuerde a lo que se ha conocido en la política española, Bermejo sostiene que esta manera de actuar de los protagonistas de la cinta “se trata sencillamente de compañerismo, de ayudarse, sea el problema que sea económico o disfórico”.  “Aquí no importa el que está arriba, la sabiduría popular hace que todo se resuelva de otra manera. Se pasan sobres sin discurso detrás”, continúa Ozores.

Esta sororidad y empatía del matrimonio con los suyos, así como los amigos de toda la vida de Norberta la considera maravillosa, especialmente “en los tiempos que corren, donde el individualismo y la deshumanización están a la orden del día”. Pero a pesar de todo, aquí no hay bajada de línea. No se apunta arriba, no se habla de lo que sucede en el poder y les ha llevado aquí. No se dice si lo que hacen los personajes está bien o mal. En palabras de Bermejo, “esta película es una lluvia de verano que viene a apagar un incendio”.

La actriz Adriana Ozores GALA ESPÍN Barcelona

En cualquier caso, sí hay un eje central, la transición de género. Y Luis no dudó en hacer todo lo que hiciera falta. No sólo se pudo en manos de las dos directoras de la película (Sonia Escolano y Belén López), sino que fue por más. “Me fui a El corte inglés y me compré ropa interior y me dejé hacer y sentir. Incluso en mi casa. Iba buscando un cuerpo que me resultaba no solo más atractivo, me resultaba más cercano a mí”. Algo que Adriana recuerda como un gesto “adorable”.

Más allá de la anécdota un punto importante en la película es visibilizar la realidad de unas personas mayores que deciden dar el paso y vivir como siempre quisieron. “Te llevarías una sorpresa”, indica Bermejo a este redactor sobre la cantidad de gente que transita a una avanzada edad.

Fotograma de Norbert(a) FILMAX

“Hablamos con una cirujana y nos dijo que hay muchísima gente mayor que solicita el cambio de género. Lo que pasa es que no es visible, no es noticia”, apunta. “Hay mucha gente mayor que quiere hacer lo que siempre ha querido, cambiarse de género. Y tal vez de manera mucho más consciente”, añade. “La peli parte de ahí”, insiste Ozores. “Sonia parte de un hecho real de un hombre muy mayor en un barrio gitano que decide cambiar de sexo. Se tiene que poner el pecho y los vecinos, con toda la naturalidad y hace muchísimos años, le ayudan. Todas esas cosas sucedían, pero no estaban en los periódicos, ni en la calle”, sentencia.

A Ozores le ha tocado un papel que tampoco suele visibilizarse mucho, la de la esposa que debe enfrentar una realidad que no supo o pudo ver, aunque para la actriz, precisamente, “lo bonito es todo el recorrido desde la sorpresa hasta el final. Ella se pregunta qué hacer frente a esta situación. Ella adoraba su vida, a su marido y piensa: ¿qué hago con este amor? ¿Ahora qué hago con esto?”. De hecho, alega que la película da una “lección social muy importante” a través de esta mujer que “llega a aceptar y a seguir enamorada de su marido, así como a transitar otras sexualidades que no son su cultura”. “Esta película drena todo tipo de egoísmo, porque la empatía es necesaria en todo momento. Y más en una pareja que se quiere, en dos personas que se quieren”, resume Luis.

Adriana Ozores y Luis Bermejo GALA ESPÍN Barcelona

Ese egoísmo también aparece en la película. La hija del matrimonio es un claro ejemplo. Ella va a su casa, recibe dinero de sus padres pero les echa en cara que no vayan a buscar a su nieta al colegio o que no le hagan otros favores. Claro que Ozores alza un lanza en favor de ese personaje, lo atribuye al “amor por derecho por parte de los hijos”, a esa confianza que se genera de “ir a la nevera sin coger permiso” porque se ha llegado a ese punto de “confianza”. Eso sí, no descarta que eso pueda caer en egoísmo.

La relación más fluida es la de la nieta de este matrimonio, que, “como pasa en la vida real”, señala Ozores, “esta generación joven educa a los mayores”. Allí si parecen darse unos vínculos sanos. Y es allí donde radica el quid de la cuestión y de la película. Los vínculos, las relaciones no sólo con los otros, sino con uno mismo. ¿Cómo puede ser que, en la vida real, una persona mayor no haya podido conectar con su propio yo, con su propio cuerpo? ¿Puede ser que una madre se dé cuenta de qué le pase a su hijo con su cuerpo mientras la esposa no?

Fotograma de Norbert(a) FILMAX

Luis Bermejo lo tiene claro: “Vivimos en una sociedad donde no nos conectamos, no nos conectamos con el cuerpo. Tenemos una separación muy clara entre mente y cuerpo, y eso es muy disfórico. Eso genera mucha ansiedad”. Y no sólo en las personas trans o del colectivo LGTBIQ+, el mismo se pone de ejemplo.

“Ir a terapia o encontrar esa terapia que te haga conectar y tomar conciencia, que te provoquen, que te hagan ser mejor persona”, apunta a que puede ser una solución para tomar conciencia de lo que a uno le sucede, con él y con el resto. Claro que el entorno no lo pone fácil.

Adriana Ozores y Luis Bermejo GALA ESPÍN Barcelona

Como subraya Bermejo, “estamos muy desconectados de nuestro cuerpo”, pero “además, vivimos en la dictadura de la visibilidad. Todo el rato en los móviles, todo el rato para afuera. ¿Esto qué es? Es una puta locura”. En las redes estamos todo, todo está expuesto, todo lo queremos mostrar, pero parece que sólo aquello que brilla, pero en realidad, “hay momentos que sufres, luego te sientes alegre, y en definitiva como me decía alguien esto no son altibajos, eso es la vida”, sentencia Adriana Ozores.

“No hay que tener miedo a legitimar si estás mal o bien”, le sigue el actor, porque al hacerlo “aparecerá gente a tu alrededor que, si lo entiende, estará contigo”. El lo sabe de primera mano. Asegura que él “era un chaval con muchísimas dificultades” y el teatro le ha “dado la vida, ha sido una cura saludable, sanadora. A mí me ha ayudado a explicarme la vida, mis circunstancias”. “Yo siempre defenderé el teatro, siempre defenderé lo comunitario del teatro. He tenido mucha suerte y la sigo teniendo, encontrándome con Adriana, encontrándome con tanta gente... Se dan muchas circunstancias donde es muy terapéutico”, zanja.

El actor Luis Bermejo GALA ESPÍN Barcelona

Ozores trata de ser más optimista ante la realidad de la vida, defiende que “estamos siendo más conscientes de esa falta de vinculación y de lo necesario que es vincularse”, como también se muestra en Norbert(a). “Son películas o ambientes sociales donde el sufrimiento, el fracaso, la frustración está mucho más normalizada. Y eso mola mucho. Porque eso forma parte de la vida. No te rasgas las vestiduras entre la frustración o el sufrimiento. Esta gente te enseña esto”. Porque sí, como dice Luis Bermejo, “vivir duele. A mí me duele muchísimo vivir (…). Pero, en cualquier caso, esta película nos enseña que lo trivial, lo comunitario, la amistad, lo cercano va a sembrar algo muy útil”.

Amén.

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