El espectador más puesto en redes conoce de sobras a Max Marieges. También los amantes del Club de la comedia y el stand up comedy. Por eso, tal vez, verlo en una película de terror, puede generar algo de sorpresa. Y no, no va a haber momento para la risa.

El actor se mete de lleno en una historia de zombies basada en hechos reales en La hierba del diablo, un proyecto de Ángel Ayllón, en el que el catalán hace de representante de un influencer con quien se cruzan con una mujer un tanto especial, digamos. Claro, que porque alguno de ellos se pasa de listo. Y allí, se les complica mucho la vida.

Marieges está contentísimo con el resultado. No sólo porque supuso rodar en Colombia, donde pasaron noches rodando en condiciones extremas, sino porque le encanta hacer disfrutar a la gente, “y los amantes del terror disfrutan sufriendo”.

Él también parece gozarlo al máximo. Está imparable con su show de stand up, pero quiere más. Está inmerso en la creación de una película y en varios proyectos de teatro. Un lujo que haya tenido un momento para hablar con Crónica Directo.

El actor Max Marieges NACHO LÓPEZ Cedida

 

¿Cómo le llegó este papel?
Me llegó cuando todavía era un proyecto. De hecho, Fernando Ayllón, que es el guionista y productor, me dijo que estaba por escribirlo. Es un remake de una película que él había hecho hace, creo que unos 12 años o por año, 13. Y se convirtió un poco en un reboot, porque también me pidió que lo ayudara con la escritura. Estuvimos ahí bastante de mano a mano con todo y él desde el principio pensó en mí para una película de terror, dijo, tú que eres feo (bromea).
Es un reboot, una peli de terror, pero basada en hechos reales, ¿no?
Los hechos reales más verídicos son incluso los más atroces o más aterradores. Hablamos del tema de la zombificación. Es cierto que los zombies nos han llegado de Hollywood, como algo muy fantástico y poco creíble, pero en Haití son una realidad. Los llaman los muertos vivientes. Hay un sacerdote o sacerdotisa que si no haces lo que ordena te puede convertir en zombi. Es una forma de manipulación de la población en base a un miedo, pero luego se constata que las amenazas son reales. Te intoxican con tetradotoxina, que es la toxina del pez globo, y un mejunje con otras hierbas y quedas en estado catatónico. Parece que te has muerto, viene un médico y, como Haití es el país de América que tiene menos médicos, te toman el pulso y como apenas son perceptibles o muy pocas, te dan por muerto. De ahí tu familia te entierra y después viene el sacerdote o sacerdotisa a desenterrarte, te droga con hierba del diablo, que es la escopolamina o burundanga, y ahí te convierte en esclavo para sus tierras, hasta que te mueras ¡Es muy bestia!

Escena de 'La hierba del diablo' CEDIDA

¿Esa zombifición tiene algún paralelismo con el personaje interpretado por Hamza Zaidi, que hace de influencer?
Pues sí, bastante. No es que haya una crítica, pero al final es una figura que conocemos todos mucho. Además, tiene algo que vez con Hamza, con quien ya coincidimos cuando AuronPlay conmemoraba a sus 20 millones de seguidores. Él me pidió que estuviera en sus vídeos de YouTube y de Instagram. Pero bueno, sí, su vida es muy parecida a la del personaje. Tú puedes estar con él, pero lógicamente tiene unas horas de subir vídeos y de estar inmerso en su mundo profesional, que es el de las redes. Es cierto que el personaje está un poco más exagerado, pero un influencer hoy en día tiene público en muchas partes del mundo y tiene que estar atento a eso, que es lo que le pasa al personaje de Mauro.
Su personaje es otro, por eso, Santiago.
Mi personaje, al final, es un manager que lo acompaña a todos lados. Es una figura que existe y que tiene que aguantarle sus excesos, lidiar con su personalidad e intentar que todo esté en orden dentro porque es un tío alocado y que puede ser muy caprichoso.
Por tanto, ¿podemos decir que las redes nos zombifican?
Yo creo que un poco. Igual la hierba del diablo puede ser un poco las redes del diablo. Está clarísimo que, al final, las redes hacen un trabajo a conciencia para que estemos el máximo de horas al día enganchados a ellas, inmersos en las redes. Quieras que no, nos pasa mucho a todos. Yo siempre he dicho, y eso se lo comenté a AuronPlay en su momento, que si yo no me dedicara a lo que me dedico, seguramente no tendría redes sociales, porque soy consciente de la capacidad de absorberte que tienen.

Max Marieges en 'La hierba del diablo' CEDIDA

¿Es necesario estar mucho en redes para dedicarse a esto?
A mí me gustaría pensar que no. Supongo que hay quien no. Pero yo creo que todo el mundo tiene que estar allí hoy en día, de una forma u otra, porque el hecho de que tengas muchos seguidores es muy importante de cara a que te cojan para un papel. Hay gente con mucho talento que a lo mejor no tiene seguidores y no lo cogen. Sí que es cierto que hay muchos factores por los cuales te seleccionan o no para un proyecto. Tú piensas en grandes actores como Luis Tosar y no necesita estar de una forma activa en redes, pero sí que una entrevista que le hagan acaba apareciendo en redes. Todo ha cambiado.
¿Tanto?
Yo antes de trabajar como actor era publicista. Han pasado 16 años, pero si ahora volviera, estaría flipando.
¿Qué le hizo dar ese paso a la actuación?
En realidad, mi única vocación desde los tres años es ser actor. Un actor muy conocido tenía relación con la familia y me decía, “no lo hagas, que te vas a morir de hambre”. Y le hice caso, pero luego estudié una carrera, luego otra, y cuando ya tenía mucho bagaje en el sector empresarial, con mi empresa y demás yéndome bien, me pregunté: ¿qué estoy haciendo con mi vida si no me dedico a mi única vocación? Porque siempre hice teatro amateur y me empujaban a dedicarme a eso, pero me daba miedo no poder vivir de ello. Y al final me lancé, empecé a estudiar interpretación a tope, a nivel profesional y luego empecé en radio con Xavi Rodríguez, luego di el salto a la tele y ya lo acabo dejando, porque era incompatible porque la interpretación es muy absorbente también, como las redes sociales.

Escena de 'La hierba del diablo' CEDIDA

En esos inicios, mostraba también una parte mucho más cómica. Ahora, muestra su faceta más seria. ¿Es otro paso en su carrera?
A ver, es muy fácil que te encasillen. Cuando estudiaba en Nancy Tuñón me decían “tener en cuenta que solo daréis para un perfil o para pocos perfiles”. Eso es así, luchar contra eso es muy difícil. Y claro, yo no quería que eso sucediera y realmente mi carrera como actor ha sido extremadamente cambiante en cuanto a papeles. Lo que sí dicen es que hay menos actores que se sienten cómodos en la comedia porque es muy difícil de hacer. Al final el drama es muy universal, es muy fácil que te duela lo mismo a ti que a alguien de Pekín, pero no te va a hacer seguramente gracia lo mismo a ti que a alguien de Pekín. Supongo que, a lo mejor, es llevarlo dentro, algo que no sabes de qué no de quién depende, pero un chiste puede ser gracioso un día para tu audiencia, pero el día siguiente no.
Bueno, ahora algo de eso parece suceder, ¿no?
Lo de los límites del humor es complicado. En cualquier caso, hay que ir actualizándose, y está muy bien que haya cosas con las que seamos más sensibles. Yo, por ejemplo, hago stand-up e improviso mucho con el público y a la gente le encanta que te rías con ellos, pero hay veces que te metes con ellos, ellos contigo y es algo divertido. Lo que pasa que sí que hay algunas líneas rojas que no hace falta pasar, y eso tiene que ver con los valores de uno mismo.

Escena de 'La hierba del diablo' CEDIDA

¿Va a seguir con el stand up?
Pues mira, en teatro, estoy en un proyecto con el director de teatro Gabriel Olivares. Me hace mucha ilusión, estoy con él como actor. Quiere aprovechar características a nivel de transformación. Luego, con él también estamos viendo si dirige una obra de teatro que escribí. Se leyó el texto y le encantó. Y sí, también estoy con el stand-up a tope y lo disfruto muchísimo. Ahí cuento anécdotas mías como actor, hago imitaciones, hablo con el público y demás. Y es algo que estoy disfrutando mucho. Creo que lo del stand-up es lo más difícil que he hecho nunca. Porque en el teatro vas haciendo y si no se ríen durante unos segundos no pasa nada, pero si sucede eso en el stand up la presión es muy bestia. Es muy exigente, pero supersatisfactorio, porque, al final, una cosa que es muy guay de la comedia, aparte de interpretarla, es que tienes el feedback inmediato de la gente, la risa.
¿Los va cambiando si ves que algún público es más difícil?
Yo lo cambio mucho, era mi objetivo. A mí me encanta improvisar entre bloques y, a veces, lo que salió de improviso pasa a formar parte de un bloque y lo que había cae. Me gusta mucho es que el público tenga la sensación de que están hablando con un amigo en un entorno desenfadado y que todo se está cocinando en frente a ellos. Por eso, hay días que vas mucho con el texto, pero hay otros que siento que el público quiere mucha improvisación. A mí lo que me gusta es que cada show sea distinto al anterior y eso hace que lo disfrutes mucho. Porque, en contra de lo que dicen muchos actores, porque hacer teatro durante mucho tiempo está muy bien, pero al final se te puede hacer un poco monótono, quieras que no. Sí, claro. Y a mí me gusta mucho estar disfrutando para el público, y eso al final el público lo siente y se retroalimenta.

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