La actriz Belén Rueda en un camerino

La actriz Belén Rueda en un camerino SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

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Belén Rueda: “Me llamó Amenábar para hacer cine y ni yo misma me lo creía, le colgué”

La actriz regresa a Barcelona, ciudad a la que tiene en gran estima, con una obra de teatro mítica, 'Salomé'

20 marzo, 2024 18:30

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Belén Rueda es, tal vez, la actriz española más popular. Es conocida por tres generaciones que la han visto crecer como profesional y sus papeles siempre han despertado simpatías. Fue la compañera de Emilio Aragón en el VIP Noche y El juego de la oca, Lucía de Los Serrano y Laura de El orfanato. Hay para todos.

En cambio, ella no soporta que la llamen estrella. En una entrevista con Crónica Directo, la actriz se define como una persona con los pies en la tierra y, a ojos de este entrevistador, tiene algo de eso. No le importa atender en el camerino y soltarse, como tampoco meterse en papeles que son tan duros como criticados.

Una dura actuación 

Pese a que le cerraron las puertas durante décadas, Belén Rueda está ahora en el Teatre Goya de Barcelona hasta el 24 de marzo representando a Salomé, el mito. O no. En esta versión ficcionada de la historia que hace Magüi Mira representa a la persona que hay detrás de ella.

Su Salomé es una mujer en busca de libertad. Encerrada en sus paredes de palacio que cree en el nuevo mundo posible que promete Juan Bautista. Por eso, cuando el profeta le niega su amor actúa de esta manera. Aunque recuerda que ella no fue la que pidió su cabeza de manera directa y que la danza de los siete velos es fruto de la ficción que ha generado alrededor no de la persona, sino del personaje al que, todavía hoy, como quedó patente en la rueda de prensa, se culpabiliza y acusa. Por la muerte del santo y por el uso de su sensualidad.

La actriz Belén Rueda en un camerino

La actriz Belén Rueda en un camerino SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

 

Parece que la culpa de todo sigue siendo de Salomé.
Es que somos muy reduccionistas: es buena o mala. Vamos a ver cuáles son las circunstancias de determinadas decisiones. Lo que está muy claro en Salomé es que tomar decisiones cuando estás en pleno dolor nunca es bueno. Ahora y siempre.
¿La propuesta trata de justificarla?
Esta es una propuesta que busca, sobre todo, humanizar a una mujer que realmente existió; no convertirla en personaje, porque en cuanto la conviertes en personaje estás haciendo una especie de esperpento de su vida, de sus decisiones, de su entorno y de quién era esa figura. Precisamente lo que hemos intentado con esta Salomé o lo que ha intentado Magüi con todos nosotros es humanizar a alguien que ha tomado una decisión errónea. No estamos diciendo que la decisión fuera buena, de hecho, fue malísima.
¿Actúa así por amor? ¿Por venganza?
La decisión de pedir la cabeza de Bautista no está intrínseca en ella. En su día Herodes le dijo de bailar para él y concederle lo que quisiera. El hecho de que Juan Bautista la rechace provoca una decisión en ella. Las circunstancias la llevan hacia ahí. De hecho, cuando Herodes dice “pídeme lo que quieras, te lo daré”, la primera que pide la cabeza de Juan el Bautista es Herodías, no es Salomé. Ella sigue ese impulso, pero porque está dolida, bebida y todo lo que se tomaba en aquel entonces. No es una buena decisión, pero para ella su relación con Juan Bautista es algo que va más allá de una relación de hombre y mujer, es ese camino hacia un tiempo nuevo, eso que él va predicando y con lo que ella comulga. Ella quiere salir del palacio, las escrituras dicen que ella se escapaba del palacio, iba al desierto y escuchaba a estos profetas. Le gustaba lo que oía. Por eso, ese no, para ella es un no a otra vida y entra en la locura. Ese no para ella, es decir, no a una vida diferente a la que tiene y ella no quiere.
La actriz Belén Rueda en un camerino

La actriz Belén Rueda en un camerino SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

Por suerte, los tiempos cambian, ¿no?
¡Dios mío, sí! Han cambiado mucho. No del todo, pero han cambiado. Estamos hablando de libertad, de igualdad; antes estas palabras ni siquiera estaban en el vocabulario de las mujeres, ni de los hombres. Ni en el vocabulario ni en sus mentes.
¿También cuando se habla de seducción? Salomé fue criticada por su manera de seducir.
Sí, pero no se condena a nadie por utilizar su poder económico, su poder político. O sí, pero no se les mata. Generalmente, y sobre todo en aquella época, eran hombres los que ostentaban estos puestos. Las mujeres no tenían acceso al conocimiento. Entonces, ¿qué armas tenían ellas en aquel momento? La seducción. ¿Por qué? Porque era el único vehículo para conseguir lo que ellas querían. Pero es que parece que cuando dicen lo que ellas querían, cuando piden tener una vida menos angustiosa de violaciones, de normas estrictas que deciden con quién se casan con 12 años, con quién tienen que convivir, lo que tienen que callar, lo que tienen que soportar… parece que es caprichoso. Las mujeres tenían decidido todo desde que nacían. Entonces, la seducción era un arma para poder hacer algo que a ellas les parecía que las aprisionaba menos. Pero entonces se dice que la seducción es mala. Dependiendo, ¿no? Cuando uno da un discurso en algún sitio tiene que convencer de algo, seduce. Parece que la seducción es mala si va ligada con el sexo. La seducción en Salomé formaba parte de su forma de ser. Pero en aquella época lo que se hacía era señalarlas y apuntar que era algo malo, porque podían conseguir lo que querían y no estaba bien que ellas pudieran conseguir lo que quisieran.
Pero eso sí sucede hoy. La seducción se atribuye siempre a algo malo o, cuando menos, condenable.
Si un político intenta seducir a la gente por algo que es bueno, no pasa nada. Si es por algo que es malo, lo dice y ya está. Si es una mujer la que intenta, no es así, y menos en esa época. Y hoy hay países en que esto todavía pasa, tampoco hay que irse muy lejos para ver que las mujeres siguen sin voz, siguen sin nombre. Hay una frase que lo explica en la obra, digo: "Las mujeres llegamos a esta vida que engendramos del vientre de una mujer sin nombre. Las mujeres no estaban inscritas con su nombre, estaban escritas como la mujer de, la hermana de, la madre de. De hecho, a Salomé le pusieron nombre 40 años después de su muerte. En la Biblia no tenía nombre. A las mujeres no se les daba una identidad. Así que imagina. Aquí Salomé usa la seducción para salir de la condición que le habían otorgado.
La actriz Belén Rueda en un camerino

La actriz Belén Rueda en un camerino SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

La obra vuelve a juntarla con Magüi Mira y con una amiga suya, Luisa Martín. ¿Cómo vive este encuentro?
Lo de Magüi ha sido… Hay muchas veces que el trabajo trasciende un poquito a lo personal. Y la verdad es que yo ya he quedado en su vida, y ella ha quedado en mi vida para siempre. Nos entendemos muy bien. Eso también nos permite trabajar y respetarnos muchísimo, y con dos palabras entendernos perfectamente. Es un gusto. Ella es mi musa directora, porque cuando me propone algo, sé que va a hacer algo especial. Magüi tiene algo que potencia las habilidades de cada uno de los actores y actrices que estemos en la obra. Que esa es una grandísima virtud de los directores, y ella te propone hacer algo diferente, pero con los elementos que tiene.
¿Y con Luisa?
Luisa para mí ha sido muy especial. Yo cuando presentaba en televisión quería hacer ficción. Tenía que cuidar a las niñas, cosa que no te lo dirá nunca un hombre, y mucho trabajo y no tenía demasiado tiempo y le propuse, como amiga, que me diera clases. Así, durante dos años, ella me daba textos, yo me los preparaba y ella me daba clases de interpretación. Y ahora nos encontramos aquí.
Ha dejado caer dos cosas. Primero, ¿tuvo que renunciar a la actuación por la maternidad y el cuidado de los hijos no parece pasar por los hombres?
Sí. Estoy totalmente convencida. Además, es algo que viene por educación y es algo que también tenemos que transformar. Está empezando a cambiar, pero aún en las nuevas generaciones escucho eso de “mi pareja me ayuda mucho”. ¿Que te ayuda? No es que sea una cosa que tengas que hacer tú y que te ayude. Es algo compartido. O sea, hay cosas que incluso tenemos también que variar en nuestro propio lenguaje.
Siguen siendo señaladas si no se cuida o si no se renuncia a cosas por ser madre o a ser madre.
Es que tampoco hay que renunciar, hay que incorporar. Incorporar esa nueva situación a tu vida laboral. También a veces tomas una decisión y la tienes que defender incluso en contra de lo que estás sintiendo. Porque estás en una situación diferente a la de antes. La madurez es que uno evolucione en sus propias ideas y en sus propios pensamientos. Hay veces que me sacan lo que dije hace 20 años. No es que cambie de idea y entonces sea malo, es que tienes que evolucionar.
La actriz Belén Rueda en un camerino

La actriz Belén Rueda en un camerino SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

Usted ha evolucionado, junto a su carrera profesional. En varias ocasiones se habla de usted de estrella, como ha pasado en la presentación de la obra, y se siente molesta. ¿Por qué?
La estrella te separa del suelo y yo soy muy terrenal.
En cualquier caso, usted lo ha sido. Incluso en televisión, pero ha dicho que ya entonces quería ser actriz. ¿Le costó mucho?
Muchísimo.
¿Por usted o por el resto?
Por el resto. Mira, yo ahora mismo digo que tengo todas las etiquetas del mundo. En su momento era etiqueta de presentadora. Luego hice ficción en televisión, entonces, etiqueta de actriz de televisión. Me llamó Amenábar para hacer cine y ni yo misma me lo creía. Cuando me llamó el director de casting le colgué. Y me volvió a llamar. Luis San Narciso me volvió a llamar y me dijo que es un tipo uy serio y le dije: "¿Pero no estás de coña?". Yo misma ya me había puesto una barrera que me habían puesto los demás. Porque no podía hacer cine porque era actriz de televisión. Ahora, esto, gracias a Dios, no es así. Esos muros ya se han retirado y eres actriz. Ya está. Puedes hacer teatro, cine y televisión, pero eres actriz. Pero en aquel entonces era imposible. De hecho, me encontré con algunas dificultades al principio, porque estábamos haciendo una serie con mucho éxito que era Los Serrano. Entonces, decían que los espectadores iban a ver a Lucía de Los Serrano. ¿Me estás diciendo que solamente puedo hacer Lucía de Los Serrano? Por eso, ahora, cuando salgo por la mañana, cojo una de las etiquetas que tengo en casa.
Una de ellas es la de Reina del Grito.
A mí me fascina esto de las etiquetas y es divino ser Reina del Grito, porque los seguidores, directores y creadores de cine de género son auténticos eruditos de cine. O sea, yo he ido muchas veces, al Festival de Sitges y son enciclopedias andantes del cine en general. Que luego hayan decidido hacer cine de género es una decisión de un momento.
La actriz Belén Rueda en un camerino

La actriz Belén Rueda en un camerino SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

Es un lugar en el que se siente cómoda, ¿no?
Me encanta. Aparte, el Festival de Sitges tiene algo que sigue manteniendo muy bien: es auténtico.
¿Y qué relación tiene con el teatro? Porque al margen de las etiquetas, se la ve menos en las tablas. Además, en papeles muy duros.
Es verdad. Bueno, para mí la familia es importante y es decisión propia. Los tiempos del teatro son muy difíciles para combinar con hijos. Yo hace 20 años estaba separada, por lo cual era como madre soltera, y en un momento dado tuve que parar y decidir cómo vivir eso.
Hablando de vivir ciertas cosas y ya que ha hecho referencia a la serie. ¿Qué? El final de 'Los Serrano'.
El final de Los Serrano tiene varias lecturas. Fueron cinco años de Los Serrano en los que se hacían 24 capítulos anuales, que yo no entiendo cómo hacíamos. Entonces, a lo largo de todo esto hay personajes muy significativos en la serie que fueron desapareciendo como el de Lucía, el mío, que murió. ¿Cómo carajo hacemos que en el último capítulo de Lucía estaba muerta? Pues un sueño. Yo misma me pregunté, ¿cómo se van a casar y al día siguiente crecer tanto que eran muy chiquitos y son muy grandes? Pero en realidad es un poco más romántico, es como juntar otra vez a todos e idealizar todo otra vez.
Por último, ¿la veremos más por Barcelona en el teatro?
A veces es difícil. De todas maneras, yo tengo una relación muy estrecha con Barcelona porque he rodado muchísimas películas. Muchísimas. Además, con una generación de la ESCAC. Una generación con la que he alucinado. Yo les preguntaba: "¿Qué coméis?". Es impresionante. Empecé por Jota, J. A. Bayona, con El Orfanato, luego Guillem Morales, con Los ojos de Julia, Oriol Paulo con El cuerpo, Sergio Sánchez que estaba también de guionista de El Orfanato y de Lo imposible, etcétera. Era una generación… ¡Son! Hay una creatividad y hay una forma de enseñar el cine que es fascinante. Yo durante muchos años me venía de Madrid a rodar aquí. O sea, yo vivía aquí. Vivía aquí con mis niñas. Tengo grandes recuerdos.