Paco León y el placer de mirar (y desaparecer)
El actor y Leonor Watling se sumergen de lleno en el universo de Juan José Millás adaptado por Félix Viscarret en 'No mires a los ojos'
7 noviembre, 2022 00:00Paco León lleva unos años dispuesto a afrontar nuevos retos. Su inmersión en la dirección con Carmina o revienta causó sensación. Después llegó la secuela, Kiki, el amor se hace y, recientemente la controvertida Rainbow. Mientras explora detrás de la cámara, frente a ella no quiere ser menos.
El último proyecto que presenta, No mires a los ojos, es un claro ejemplo de ello. Interpreta a Damián, "un tipo corriente, gris, de los que coincidimos con ellos en los semáforos, en las cafeterías y que tiene un mundo interior bastante complejo", detalla. "Tiene poco mundo exterior y mucho mundo interior", remata. En definitiva, "un hombre bastante solo".
Todo cambia cuando "elige quedarse a vivir en casa de una familia y espiarles", prosigue. Reconoce que "es bastante loco" como acto, "pero todos tenemos un Damián dentro". Y es que como dice su partenaire en la cinta, Leonor Watling, la película "parte de una premisa muy loca, pero muy sencilla", y es "tan compleja como la vida".
Tanto como el universo de Juan José Millás, en el que se basa el filme. "Lo bonito de esta película y del universo de Millás es que la diferencia entre una historia y un universo es esa. Aquí no solo se cuenta una historia, sino que entramos en el universo de Millás, que tiene sus propias reglas", insiste.
El actor advierte al espectador de que no se va adentrar solo en la cabeza de Damián, sino que se mete en "la cebolla de Millás", es decir, una trama donde las capas se superponen. Su director, Félix Viscarret, es de un parecer similar. Si bien la propuesta de adaptar la novela fue de los productores, él recuerda que en su adolescencia empezó a leer al autor y le supuso "abrir la mente a otro tipo de historias". "Te enseña a que nuestras neuras y obsesiones se pueden ver con humor, que incluso se puede hablar y hacer historias con los deseos más oscuros y ocultos", afirma.
De todo eso se compone la cinta, que fue "un reto, como toda película; una dificultad, porque tiene las suyas; pero imposible decir que no, es muy estimulante". "Es como si te dicen que vas a ser el primer astronauta en llegar a Marte, pero tienes la responsabilidad de contarle al mundo cómo es la vida allí. Millás es eso, otro planeta, otra galaxia y tienes el honor y responsabilidad de transmitir cómo son las leyes de la gravedad, el color... eso es adaptar a Millás, adentrarte en otro universo".
El protagonista de este universo en particular que es No mires a los ojos es Damián, que no solo quiere desaparecer, sino que se engancha a vivir la vida de otras personas, al placer de mirar y sentirse dentro de estas dinámicas. La forma de rodar de Viscarret ayuda.
"Teníamos claro que parte de esta historia la íbamos a descubrir desde el punto de vista del protagonista. A veces, les íbamos a empezar escuchando o entreviendo como lo vería alguien que está escondido debajo de una cama o dentro del armario...", y así lo hace, para que "fuera el espectador, igual que el protagonista quien quisiera descubrir más, ver más, completar con su imaginación lo que estaba escuchando o viendo fugazmente". Esto, precisamente, ayuda al espectador a sentirse dentro y a tener y obtener ese placer culpable de mirar. "¿Pero no somos todos un poco voyeurs?", inquiere. "Millás nos enfrenta a estos deseos un poco turbios", alega.
"Es muy difícil definir la película", alerta Watling. "Es un bizcocho de absurdo con muchos toppings, romanticismo, comedia, thriller", añade León. Todo ello hace pensar en un Gran Hermano mucho más cercano a las redes sociales que al de Orwell. Aquel en el que uno puede ver las vidas de los demás y pensar que forma parte de ellas, que es una más y puede intervenir en ellas. Incluso tener relaciones.
Algo de eso tiene también el mero hecho de actuar. La actriz recuerda que una de las cosas que le atrajeron de esta profesión, "más que ver otras vidas, que también, porque todos somos voyeurs y vamos al cine y al teatro a eso, es más la sensación de vivirlo", matiza. Es el "cómo sería si en vez de mi vida hubiera elegido otra profesión, viviera en otro barrio. Eso es ser actor", sentencia. "En el fondo es probar sin consecuencias ser esta persona", prosigue. "Y encima te pagan", añade Paco León.
Claro que de vez en cuando al intérprete también le encantaría desaparecer, "totalmente", exclama. "El otro día me sorprendía echando de menos el confinamiento. Dos semanitas, no pido más, pero que se pare todo el mundo y en el que no te pierdes nada porque no está pasando nada".
Tanto se metió León en el personaje que desarrolló "una relación con el mismo objeto", ese armario empotrado en el que se esconde Damián. "Yo elegía hacer una siesta en mi armarito o hacer el bocadillo allí. Tenía un poco de síndrome de Estocolmo, de cangrejo ermitaño. No obstante, el actor afirma que es uno de los papeles más complicados que ha hecho hasta ahora y tiene ganas de seguir por ahí. "Todo lo que sea nuevo y diferente, como este personaje, es un reto y me estimula muchísimo".
No es para menos. La película no solo recrea el universo Millás, no solo consigue que el espectador se meta de lleno en la piel de su protagonista, sino que sufre con Lucía (Watling), que “está en un momento complicado de su vida, tiene una hija adolescente, una pareja que no funciona, pero que se quieren, está pasando una depresión y está muy sola, muy sola", explica la actriz. "No sabe qué parte de lo que está sintiendo es verdad y qué parte es la depresión. Busca que pase algo en su vida", remata.
Al espectador le pasa algo parecido. No sabe si quiere que Damián sea descubierto, se sumerge en su mente, duda sobre qué es real y qué no, se mete en la piel de Lucía, sufre con ella. Viscarret atribuye el mérito a Millás, pero sin duda el trabajo de los actores y dirección, los planos desde el armario, el tempo que ayuda a generar la tensión y ciertos toques de humor, convierten a No mires a los ojos en un filme redondo.