Soledad Mallol (Madrid, 1956) es una prueba más de que ser mujer no está reñido con el humor y de que las mujeres no hacen solo chistes de la regla, como se atrevió a decir algun humorista. Desmontó todos los tópicos machistas desde el primer momento que ella y su compañera, Elena Martín, en Virtudes, aparecieron embarazadas en televisión para hacer reír al personal.
Otro mito que desmonta es que los humoristas no pueden hacer drama. A lo largo de casi cuatro décadas ha hecho todo tipo de personajes sobre las tablas e igual que ha hecho reír, ha emocionado y hecho llorar a muchos en la platea. Tal vez por eso lo de quedar enmarcada en un sector no va con ella: ¿por qué sólo cómica? ¿Por qué un programa especial de mujeres cómicas si ella actuó siempre en La Movida entre otros humoristas fueran del género que fueran? Se pregunta.
De viaje
El viaje que ha hecho por la profesión a lo largo de estos años ha hecho que desmonte todos estos tópicos y encasillamientos. El último trayecto la ha hecho regresar a la capital con Blablacoche, una comedia de los más hilarante con toques de thriller que aterriza ahora en el Teatro Quique San Francisco hasta el 16 de julio.
Mallol se detiene un momento en este viaje para atender a Crónica Directo y hablar tanto del montaje como de Virtudes, uno de los pocos dúos cómicos que siguen unidos y no se han matado entre ellos. Y eso que, todos estos años, les vaticinaron que por ser mujeres iban a durar poco. Un prejuicio más que ambas han desmontado con su trabajo.
--Pregunta: 'Blablacoche' emprende su viaje a Madrid. ¿Cómo lo vive?
--Respuesta: Encantada, porque puedes llamar a tus amigos para que vengan a verla. Además, me hace mucha ilusión trabajar al aire libre y en verano. Porque se puede estar cenando y la fresca de Madrid, que es poco fresca, pero bueno (bromea).
--Y además de cena, les espera una obra de lo más divertida, ¿no?
--Desde que empezamos hemos recibido muchos agradecimientos por parte de los espectadores. Les hace muchísima gracia, desde el principio al final. Poco más, porque no es que demos grandes claves de la vida, sino ves la historia de cuatro desgraciados que tienen muchísimas ganas de vivir y salir adelante, pero que no han vivido cosas muy agradables. Se meten en un coche, empiezan a hablar y poco a poco se les arregla la vida, cuando parecía que nunca iba a pasar y de forma muy extraña. La historia es unirse a este viaje con nosotros, divertirnos y pasar un buen rato, arriba y abajo del escenario.
--¿El público está más predispuesto a reír tras la pandemia?
--Le hemos de agradecer mucho al público que venga al teatro. Cuando empezamos sólo podía entrar un 30% de la gente, obedeciendo sobre el uso de mascarilla y desinfección pero querían teatro. El día que dejaron entrar a todo el mundo al teatro fue de una alegría, que yo que llevo 40 años en la profesión, lo he vivido con muchísima ilusión, como la gente que venía. Además, los actores éramos los que nos arriesgábamos porque éramos los únicos que estábamos sin mascarilla y haciéndonos las pruebas cada día que sacabas el palito y ya venía sólo hacia ti (bromea). Ha sido duro. Yo he pasado miedo, pero cuando subía al escenario se te olvidaba todo. A la gente le ha pasado lo mismo, se ríe, aplaude incluso más porque agradece que trabajes en situaciones muy adversas...
--Para ello hace falta pasión por lo que uno hace. ¿Que la impulsó a hacer teatro?
--Me fue llevando la vida, porque yo quería tocar la guitarra, cantar y bailar. Era cantautora, fíjate. Me apunté a unas clases del Teatro Estable Castellano y tuve la suerte de que allí estaban Miguel Narros, José Carlos Plaza... gente muy importante. A los seis meses ya estaba haciendo Así que pasen cinco años en el teatro y dije: "he encontrado lo mío". Y he encontrado mi sitio, porque esto es una especie de droga: no te puedes bajar tengas la edad que tengas. No me extraña que nunca nos retiremos porque hasta los 80 años o más tienes la necesidad de seguir subiéndote a un escenario, para que ríe, llore, piense o lo que sea. Eso nos mueve.
--Cierto, porque muchos dicen que a ver cuando se jubilan pero vemos que ahí siguen.
--Es que aunque te jubiles quieres seguir trabajando. Tú te sigues exactamente igual, con las mismas ganas y la misma energía, sólo que cambia el número. Yo me subo al escenario y hago cosas por encima de mis posibilidades (ríe). Lo noto al día siguiente (bromea), recuperarte es un poco más difícil. Una función como esta, por ejemplo, que tiene mucho movimiento, a mí me requiere muchísimo descanso (ríe).
--En esta función, además se habla de una cosa muy moderna como es el compartir coche por Blablacar. ¿Lo ha usado?
--No, pero sí que de muy jovencita, que era la época hippie, hice autostop. Nunca sola, que me daba miedo, pero me recorrí Italia, Francia... Era un poco parecido porque compartías coche con gente y te hacías muy amiga de la gente.. Tú te metes en un coche y empiezas a hablar y contar tu vida, tus problemas... ¿No sé que tiene?
--Bueno y supongo que recuerda también a esos momentos de gira con las compañías.
--Exactamente igual. Además, somos compañías teatro, somos compañía porque en realidad te acompañan durante cierto tiempo, incluso años si la cosa va bien y viajas juntos, están en el mismo hotel, cenas con ellos y se vuelven familia. Es un cariño que se queda para siempre.
--En esta compañía, además, predomina el humor. Ahora que está más en tela de juicio, ¿está más difícil hacer comedia?
--Yo trabajo desde hace años. Y antes no se podían decir ciertas cosas y las decías de otra manera. Me parece mal. No se le puede poner límites al humor. Nosotras, por ejemplo, como Virtudes, si sabíamos que algo podía hacer daño a algún colectivo preferíamos quitarlo a hacer mal a nadie. Pero porque nos gusta hacerlo así y defiendo a quien quiera decir lo que quiera. Hay que tener libertad para decir lo que te dé la gana. El pecado más grande del humor es no tener gracia. Quien se sube a un escenario, no tiene gracia y encima ofende es fatal. Has de saber la manera y si puedes hacerlo sin ofender mucho, mejor. Pero prefiero eso a que me digan qué puedo decir o que no. Y no es autocensura, es educación, a veces.
--Como bien dice, vivieron épocas en las que no se podía decir de todo. ¿Les han tirado de las orejas alguna vez?
--Yo creo que no. Puede que con el directo una diga que esto no lo puede decir y lo suelta (ríe). Esto puede ser. Lo que sí han intentado muchas veces es escribirnos los guiones en algún programa. Nosotros nos negábamos, nunca nos gustó mucho que entraran en nuestra manera de hacer nuestro humor. Otra cosa es trabajar con guion para televisión o teatro, como en Escenas de matrimonio, que yo intentaba suavizar las burradas que decían (bromea).
--En el mundo de la comedia, además, Virtudes fue de las primeras en hacer humor y en una época había muy pocas. ¿Les han puesto muchos impedimentos?
--Cuando empezamos no teníamos problemas con eso. Todos los que empezamos en Pero esto qué es --Los Morancos, Cruz y Raya, Pedro Reyes...-- no éramos ni más ni menos. Y luego nos encontrábamos con otros en la Movida como Wyoming, La Veneno... No teníamos problemas con eso, cada uno hacía un humor diferente, el que le gustaba. Sin embargo, ahora, nos da un poco de pena que cuando hacen recopilatorios de humoristas aparecen todos y no estamos, porque nos hacen uno especial de mujeres como si fuéramos una cosa aparte. Nosotras somos parte de esa época. No sé por qué ahora tienen esa manía de ponernos a todos en colectivos.¡Déjanos en paz! En algunas cosas tendré que ver con mujeres pero en otras con un hombre como Wyoming, por ejemplo. Lo hacen con buena intención ¿eh?, porque no somos muchas, pero nos sentimos a la misma altura que Faimino y Cansado y otros.
--Me ha abierto dos frentes, por un lado, los compartimentos en la que a una le meten. Usted, como bien dice, hace teatro, de todo tipo. ¿Duele que se la encasille a una sólo en el humor y cuesta que le confíen papeles dramáticos?
--Sí, es verdad. Y duele bastante. Parece que los actores que nos dedicamos al humor no somos actores de otro género y la verdad es que la mayoría de actores que hacen humor saben hacer drama, mientras grandes actores y actrices que hacen drama no saben hacer humor. Te encasillan, es verdad. Yo no me quejo porque me ha ido muy bien. He tenido la suerte que he hecho lo que he querido hacer toda mi vida lo que he hecho hasta ahora: hacer reir a la gente. Eso mucha gente te lo agradece.
--Por otro lado, ha mencionado la Movida, que ahora también se vende como un compartimento.¿Cómo la recuerda usted?
--Como una época maravillosa. Veníamos de la época anterior con mucha represión y censura y salió todo con locura. Había ganas de salir hacia afuera y a la cultura se le daba muchísima más importancia de la que se le da ahora. Si eso era cultura, que no sé (bromea).
--¿Se ha perdido esa apuesta?
--Es que fue una locura. Estaba todo muy encorsetado y al romperse el corsé saltó todo por todo el mundo y siempre había cosas en todos los sitios y se echa un poco de menos. Aunque hay otras cosas.
--Y de entonces a ahora, ¿ha cambiado mucho el teatro y la cultura?
--En teatro se siguen haciendo cosas muy buenas. Hay muy buenos actores y directores. Se echa de menos algún tipo de teatro, pero, antes, por ejemplo, los musicales no se habrían podido hacer. En televisión, sí echo de menos que ahora no haya programas de música. Antes conocías la cara de los grupos y cantantes porque salían por la tele y ahora ya no hay esos programas. Es cierto que lo hacen en YouTube, pero creo que la televisión ha ido un poco para atrás.
--Miremos al futuro, entonces. ¿Qué más tiene por delante? ¿Volverá el 'Blablacoche' a salir de gira o también hay algo más?
--Por el momento, no sabemos. Sólo sabemos que vamos a estar un mes en Madrid donde nos lo pasaremos muy bien, poco más. Lo que sí que en septiembre empezaremos a hacer funciones de Virtudes, de nuevo. Que somos como el Guadiana, como hacemos otras cosas luego nos volvemos a juntar. Por ahora, ese es mi futuro y no pienso más allá.
--Bueno, son como el Guadiana y un ejemplo de estabilidad en un grupo cómico, que de esa época pocos dúos más quedan, además de ustedes y Faemino y Cansado.
--Pues sí. Y nos dijeron que no íbamos a durar porque siendo mujeres y amigas nos pelearemos al cabo de un año "porque las mujeres no os aguantáis". No sé por qué... Nosotros hemos hecho cada una lo que nos ha dado la gana cada una por su lado, pero siempre nos hemos respetado entre las dos. Somos como familia. luego vuelves y con más ganas.