Llum Barrera: "Como mujer, cuando vas a un casting, nunca tienes la edad correcta"
La actriz reflexiona sobre la vida en pareja en 'Onán' y relata qué supone ser una intérprete con vis cómica en este país
12 septiembre, 2021 00:00Llum Barrera (Alcudia, Mallorca, 1968) regresa a los escenarios para poner en cuestión a las parejas que han apostado por la monotonía. Lo hace con Onán, una obra de Nacho Faerna que se puede ver en el Teatro Infanta Isabel de Madrid.
La actriz está muy emocionada con el proyecto, sus compañeros y con el texto. Y eso que los inicios no fueron fáciles. “Estrenamos la obra el febrero de 2020 y nos vino la pandemia. Hicimos dos funciones previas en febrero y toda la gira se paralizó”, recuerda.
Sin parar
Ella ha podido surfear la crisis pandémica con otros proyectos, pero el parón del teatro fue muy pronunciado. La mayoría de obras se pospusieron y al volver a reabrir "no encontramos momento” de poder regresar. Lo han hecho. Este 2 de septiembre entraron en la capital y abrieron temporada.
La actriz está más que orgullosa de haberlo conseguido. Una trabajadora empedernida se muestra confiada con la respuesta del público y con un montaje que hace reflexionar desde el humor, por mucho que algunos lo menosprecien.
--Pregunta: Tras la cancelación de la gira abren temporada en Madrid con Onán. ¿Da nervios?
--Respuesta: Teníamos muchas ganas. Ha sido un año muy complicado, lo sigue siendo, y queremos algo de normalidad, aunque esto ya no volverá a ser normal nunca más. Pero la gente tiene ganas de volver a hacer vida social. Tengo ganas de ver cómo va a responder la gente.
--El sentimiento general de los actores es que el público está más receptivo.
--Es que hemos consumido mucha pantalla con el confinamiento (ríe). Hemos saciado esa sed de consumir todas las series a las que antes no alcanzábamos a ver por falta de tiempo. Ahora hemos tenido tanto tiempo que queremos salir. A mi gustan ambas cosas, pero ir al teatro no tiene punto de comparación. Ir al teatro es un lujo, un placer y nos hemos dado cuenta cuando nos han privado asistir a él.
--¿Qué le atrajo de Onán?
--Es una obra sobre relaciones de pareja pero que tiene una cosa especial. Su lenguaje es muy cercano y dice las cosas muy claras y muy bien dichas. Te entretiene, te hace pensar, ríes te emociona. Te hace reflexionar sobre nuestra vida, nuestra soledad, la vida en pareja.
--La trama arranca con unos padres que reciben la llamada del colegio de su hijo porque han pillado al chico practicando el onanismo. ¿Esto desata una crisis de pareja?
--Tener un hijo y hacer obras a casa son las pruebas de fuego de una pareja, dicen. Un hijo y adolescente da muchos dolores de cabeza. Tras la llamada el matrimonio discuten cómo afrontar esta situación de su hijo y, a partir de allí, se cuestionan la vida en pareja que llevan y se dan cuenta de que han llegado a un punto muerto. Lo que más me gusta, por eso, es cómo está escrito, dialogado. Es una conversación muy ágil, común y que te hace partícipe de una conversación de salón. El público se queda pendiente de cómo de una charla normal han llegado a este punto y de repente ellos se cuestionan su vida en pareja.
--Se aborda el conformismo del día a día, pero también el placer.
--Nos han educado a estar en familia, en pareja, en conjunto. A veces nos da miedo estar solos y uno, estando en pareja, se conforma con lo que tiene sin ver qué les está pasando porque el sexo en solitario incluso les da más placer.
--¿Cómo lo vive el público?
--Hay mucha risa nerviosa incluso en situaciones dramáticas. Pese a todo el mensaje es muy positivo. Plantea si uno está en pareja o con un compañero de piso y si eso es suficiente. Mi personaje no se conforma y entra un tercero en discordia. Y los tríos amorosos son casi universales.
--Hay un boom de obras y películas que hablan de la pareja y de la apertura de la sexualidad en estos meses: Donde caben dos, Començar, Poliamor para principiantes... ¿es tan necesario replantearse las relaciones?
--En el confinamiento pasamos mucho tiempo encerrados con la pareja y han salido divorcios y familias reforzadas. Pero es un tema que gusta y da para mucho: el amor, el desamor, los celos… Shakespeare ya hablaba de eso. Son historias que interesan a mucha gente. Nos han educado en una monogamia y una fidelidad eterna y hay veces que no.
--¿La comedia ayuda a llegar a estas reflexiones?
--Para mí sí. La comedia es una terapia y una cura para muchos problemas, no se hacen más pequeños, pero se ven desde otro punto de vista. Y eso Iñaki te lo hace muy hilarante cuando su mujer está a punto de dejarlo.
--En cambio la comedia muchas veces es denostado por los críticos y desechada por los galardones. Usted que ha hecho tanta comedia, ¿lo vive así?
--Los premios son un poco esnob. Siempre se valoran unos papeles descarnados, como si eso implicara llevar a cabo una comedia con buen ritmo. Un personaje cómico lleva un trabajo duro como uno dramático. En este país la comedia no se valora tanto porque somos muy chistosos y siempre hay uno en la pandilla. Muchos se piensan que si son graciosos pueden hacer lo mismo que tú y piensas: lo mío es una profesión, no es ponerse a contar chistes a un grupo de gente, es ver cómo defender un personaje, cómo llevar un ritmo de comedia. No está suficiente valorado como llegar y ponerse a llorar. Pero la gente que da premios en este país es un poco esnob en eso. La Sardà era una maestra si eran cómicos y dramáticos, con un gran compromiso con el personaje. Han de pasar muchos años para que te reconozcan como actriz cuando haces comedia y no acabó de entender por qué. Va cambiando pero hay mucho complejo.
--¿Le han pedido muchos chistes por la calle?
--Mucho. Les digo que no sé hacerlo y que llamen a otra que sepa. No sé contarlo. Yo sé que tengo gracia explicando historias, esa vi y lo sé hacer. Gracias a esto me di a conocer en esta profesión, pero que tras tantos años y trabajos me lo sigan diciendo… Cuando hice los personajes dramáticos de La caza. Tramuntana o Amar es para siempre se me acercaba gente diciendo “no te conocía como actriz, estás estupenda”. Yo pensaba: ¿de qué me conocías? ¿De torero? Como si lo que no hubiera hecho antes no fuera de actriz. Es una cuestión eterna que siempre has de explicar.
--El talento, finalmente se le ha reconocido. Pero el otro día, Rafa Méndez aseguraba que ser de las islas, en su caso las Canarias, te hacía más difícil llegar al gran público. ¿Le ha pasado también? ¿Es obligado cruzar el Mediterráneo?
--Has de tener ganas, currártelo y hacer unos cálculos. Yo fui a Barcelona a estudiar periodismo, luego me metí en el Institut y más tarde llegué a Madrid. No sé si es por ser de las Baleares, pero uno se ha de mover y jugar en primera división. Es como uno de Bristol que puede soñar con ir a Londres, no todo el mundo lo puede hacer o no quiere. Uno puede quedarse y ser un gran actor en las islas y donde sea y ser muy bueno. Gana menos, cierto, pero también ha arriesgado menos porque hay menos trabajo. El mercado no es tan amplio en Baleares que en Madrid. Yo lo he hecho y estoy aquí porque hay más trabajo y porque me lo he currado y he de seguir haciéndolo. Eso es una cosa que a mí me motiva, currárselo para lograr un personaje para los que hay muchos candidatos. Me motiva más seguir explorando y hacer otras cosas que si me quedara en Mallorca no las podría encontrar.
--¿Y cómo mujer también cuesta más?
--Como mujer cuando vas a un casting nunca tienes la edad correcta. Eso a los hombres no les pasa nunca. Y siempre hay peros por tu aspecto físico. Es un clásico con el que convives. Yo ya sé el perfil que tengo y que no haré de pibón y tal vez nunca me darán un protagonista. Aún así, no me ha ido mal he buscado y encontrado mi lugar. Ver si hay una buena oportunidad, cogerla y aprovecharla. Pero sí, tenemos menos oportunidades. Por fin, el círculo de los hombres guionistas han “dejado entrar” a mujeres. Pero es verdad que el preciosismo y la edad está siempre. Es una lucha. Pero las tías siempre hemos sido más trabajadoras y tenemos las manos arremangadas. No te puedes entretener mucho en eso. Mi mejor reivindicación es con mi trabajo. Además, hay muchas más actrices para muy pocos papeles, por lo que siempre te los has de currar más.
--Y ahora que hace una comedia de nuevo, ¿cómo ven las polémicas de que hay menos mujeres cómicas?
--Hay cómicos buenos y malos independientemente del género. Hay de todo, pero si siempre hay la misma gente no hay sitio para los otros. Y no es verdad que las mujeres salgan y siempre hablen de la regla y de los hijos. Es un tópico como una casa. La stand up mayoritariamente ha sido muy machista. También durante un tiempo eran más ellos los que iban a verlo, luego iban mujeres y se lo tragaban igual.
--¿Planes de futuro, más allá de la obra?
--Pues después de mucho tiempo puedo decir que estoy en una sola cosa Onán. Siempre hay algo por ahí, pero me apetece mucho centrarme en esto y a ver si hay suerte y salimos de gira, soy muy titiritera.
--¿Vendrán por Barcelona?
--Me encantaría. Hace mucho que no voy por allí.
--Diversos dramaturgos nos han comentado que ahora el epicentro vuelve a ser Madrid.
--Madrid ha resurgido bastante. Esta temporada se estrenan algo así como 15 musicales y la gente de provincias viene a verlos y ya que está pasa a ver otras cosas. Barcelona con el musical ha perdido la oportunidad y es una lástima. Ahora estrena Àngel Llàcer que siempre lo hace muy bien. Tengo ganas de ir a Barcelona, la verdad, que con esto del Covid…
--¿Le ha afectado mucho?
--Yo soy bastante positiva, pero nos ha parado mucho, que al principio bien, pero después… Y luego llega la sexta ola… Te afecta, es una situación que no habíamos vivido nunca. Pero hemos de aplicar sentido de humor sino no sobrevivimos.