David Otero: “Cuando los artistas pierden la intimidad y piensan en el negocio se les va la magia”
El cantante celebra sus 20 años de carrera con una petición: “La gente se ha de comprometer un poco con los autores que le molen”
15 agosto, 2021 23:50David Otero (Madrid, 1980) lleva más de dos décadas dedicado al mundo de la música y ha pasado por todos los estados. Desde tocar en pequeños locales, al éxito de El canto del loco, pasando por el sello de El Pescao.
En 2017, recuperó su nombre y su voz propia. Alejado de los miedos que supone exponerse, ha llegado a un lugar destacado en la música nacional con empeño y de forma pausada.
Duetos y gira
Su último disco, Otero y yo, repasa este tiempo vivido y la red de amigos artistas que se ha labrado. La prueba son los duetos del disco con Taburete, Luis Cepeda y Bely Basarte, entre muchos que se han sumado para versionar el talento de sus canciones.
Letrista, cantante, bajista y guitarrista se ha formado con ahínco para disfrutar de lo que le gusta y sin pensar en llenar estadios. Y eso que los ha llenado. Ansioso de subirse a un escenario este 2021, recorre todo el país con una parada en el festival Som de Mar de Lloret del Mar el próximo 21 de agosto. Un ritmo del que no se baja pese a defender la necesidad de tomarse la vida y la música con calma.
--Pregunta: Celebra sus más de 20 años en la industria de la música. ¿El pequeño David esperaba llegar hasta aquí?
--O sea que en la adolescencia ya se intuía que su futuro iba a ir por allí.
--Sí y no. Sí para mí, pero no como medio de ganarme la vida. Jamás me lo imaginé. Nunca, de verdad.
--¿Y cuándo se convenció de que sí, de que ya era un cantante profesional?
--Hasta el 2010, que saqué mi primer disco en solitario, cantante como tal, no. Antes de El canto de loco ya había hecho algún concierto yo solo, pero mi papel en el grupo cambió muchísimo, pasé a hacer unos coros y ya, que es muy diferente. Pero fue en 2010 que hice mi primer disco, empecé a tomar clases y no solo comencé a cantar. Retomé en 2010. Me formé muchísimo. Di clases de canto porque no solo quería cantar, sino que quería sacar el máximo provecho a mi voz. Tuve mucho miedo porque no sabía si a la gente le iba a gustar o no.
--¿Y cómo lleva el éxito?
--Depende de a qué éxito te refieras. Si es al de público y reconocimiento, no es algo que esté en mi día a día. Ni me afecta. Estoy completamente ajeno al mundo de las celebrities, que además tampoco me interesa porque no va conmigo. Tampoco nunca lo viví así. Ni en las épocas de El canto del loco, cuando más gente había. Como no era yo el centro de atención lo viví como algo normal. Y ahora menos, nada. En mi barrio me conocen por el que va a comprar la fruta o como el padre de Gael… no por mi profesión.
--¿Esa imagen reservada que tiene y ese miedo que comentó antes al comenzar su carrera en solitario, fue lo que lo llevó a ponerse el nombre artístico de El Pescao?
--Totalmente. Fue una máscara. Había tanta incertidumbre y tantas posibilidades de que no fuera bien... Sí es verdad que hice algunas canciones de El canto del loco y me consideraba el papá de los temas más importantes, pero arrancar una carrera en solitario cuando apenas hice nada con mi propia voz, que te compren tu disco ya es otra cosa. Lo cierto es que el nombre de El Pescao me paró un poco los golpes de la primera época y cuando gané un poco de confianza ya está.
--¿La recuperación por tanto de su nombre, David Otero, es porque se siente más a sí mismo, por la confianza…?
--Sí, y porque te sientes más identificado con una forma de exponerme con los demás con la que antes no me sentía tan cómodo. Por mi carácter más reservado, más tímido, al principio no era lo que más me apetecía. De repente, pensé, "si son temas míos voy con todas las consecuencias y sin poner nada adelante".
--Es curiosa esa timidez en contraste con sus letras que respiran intimidad. ¿Cómo llega a esas letras? ¿Qué le inspira?
--Últimamente hablo de la intimidad del artista porque me parece muy interesante. Lo que hacemos es sacar desde ahí y lo que quiere el público es meterse en esa habitación secreta de donde salen las cosas. Meterse en esas emociones que uno crea y traspasar esa barrera de esa habitación. La intimidad es básica para transformar lo que te está ocurriendo. Me parece, además, que muchos artistas cuando empiezan a perder esa intimidad y piensan en negocio se les va a un poco de magia. Mucha de la culpa, o parte, porque no se puede generalizar, viene de los comentarios de mánagers, industria, amigos que les dicen qué deben hacer. Se centran en lo que piensan los demás. El primer disco, que lo hicieron sin expectativas, desde la intimidad, pensando que no lo iba a escuchar nadie fue un éxito y cuando rompes ese ecosistema de donde nace la creatividad hay peligro. En la intimidad de la composición están las emociones más potentes, la parte más íntima del subconsciente y es cuando la gente puede conectar.
--¿Y el confinamiento y la pandemia le ayudaron a inspirarse?
--Después del confinamiento fue cuando más creativo estuve; durante, no, no he escrito nada, no me apetecía hacer canciones. Después sí, ha venido una época superintensa de hacer canciones para mí y para otros artistas. Pero los seis primeros meses, no.
--Y tras el confinamiento, estrena disco e inició la gira en plena pandemia, ¿la emprendió con miedo?
--No. Le tenía mucho respeto a todo esto y voy con mucho cuidado incluso ahora, porque se conoce gente que incluso con dos dosis se ha contagiado y ha pasado días chungos. Pero no he ido con miedo. Y no he parado de tocar. Desde el pasado año y hasta ahora no he parado, he hecho muchos conciertos. Lo que sí hago es animar a la gente no solo a que me venga a ver a mí, sino también a otros artistas. ¡Que vayan! Los eventos culturales bien organizados son excelentes a la hora de garantizar la seguridad del público. La gente se ha de comprometer un poco con los artistas que le molen porque les hace falta.
--¿Tiene la sensación que, después del gran consumo de música que hubo durante el confinamiento, la gente se ha olvidado un poco de los artistas que estuvieron allí dando conciertos online y en los balcones?
--No lo pienso así. Creo que ahora hay una parte de la gente que duda entre si ir a un concierto donde tiene que ir con mascarilla, guardar distancia y seguir las normas o irse con los colegas a tomar unas copas sin mascarilla. Eso me da miedo, que se pierda por eso. Ahora, precisamente, es el momento de disfrutar de un concierto con la máxima seguridad. Hay más peligro yendo de botellón que en un concierto. Ir a un concierto es ahora un momento de relajación porque no estás expuesto a ningún peligro y con gente que te da lo mejor de sí. Estamos peleando por mantener el sector vivo. Habrá también quien le dé miedo ir a eventos culturales y lo entiendo. Yo lo que pido a la gente que viene a los shows es que respeten las normas. Lo único que pido a todos es que todos seamos iguales y si hay festivales que no han seguido las normas que asuman sus responsabilidades con los demás. No es justo para los que tratan de hacerlo bien. Y ahora los conciertos son muy emotivos.
--Guille Milkyway explicaba a 'Crónica Directo' hace poco que siente que para él como artista ha supuesto recuperar las emociones de los inicios. ¿Siente algo así?
--Sí. Yo he hecho todo tipo de eventos. Conciertos en solitario y en festivales. En los festivales muchas veces salías y había gente que no te venía a ver a ti y no te hace mucho caso y es un poco incómodo. Ahora no ocurre. Cuando la gente va a un concierto, se sienta y escucha y como mucho aplaude y mueve la cabeza. Yo a veces invito a que bailen con las palmas de las manos (ríe). Pero sí, es bonito que la gente te escuche con atención.
--En esta gira, pone en directo su último disco, 'Otero y yo'. ¿Es un guiño al libro 'Platero y yo'?
--Sí.
--¿Se siente Platero?
--Un poco borriquillo soy (ríe). Y siempre me fascinaron los burros, me parecen un animal muy especial. Pero la analogía con Platero es muy bonita. Lo que hace Juan Ramón Jiménez es recordar momentos de su vida y de su niñez y este disco es justo eso.
--El disco es una selección de canciones de sus dos épocas en solitario además de algunas de El canto del loco. ¿Fue muy difícil la selección?
--La verdad que no tanto. En ciertos momentos con algunos artistas hemos buceado por distintas canciones para encontrar la perfecta. Esa ha sido la única tarea.
--¿Y saber con quién hacía los duetos también?
--Sí, con mis amigos. Se les ofreció a algunos que no dieron respuesta. Me clavaron un visto y ya (ríe). Pero mola de vez en cuando ser un pongo pringadete.
--Ayuda ver que todavía le pueden decir que no, imagino.
--Todos los días. Está muy bien eso. Tiene cosas muy positivas, entiendes muchas cosas. Lejos de sentirme malherido, me gusta, me da pistas de mucha gente. Y te das cuentas de las barreras que hay en el mundo de la música: si uno viene del pop, el indie… Yo me río mucho de eso y no me afecta.
--Usted pasó por esas etiquetas: rock, pop, indie… ¿Se siente en alguna?
--Con ninguna y eso precisamente es lo que me gusta. ¡A veces penaliza! Hay círculos muy cerrados y yo no me considero parte de ninguno y tampoco me quiero meter allí. Cada vez pasa menos y lo ves en los artistas jóvenes.
--¿Eso de no verse en ningún círculo implica que lo podremos ver haciendo trap o reguetón?
--Pues no creo pero porque no es mi estética. Componer sí he compuesto en tema más urbano. Es mi cara B, pero no le hago mucha promoción.
--Como compositor, ¿cómo decide que una letra la cantará usted o es para otro?
--Yo lo que hago para mí me lo guardo, no lo paso a otros. No quiero, es como mi tesoro. Tengo mi colección de canciones, más de 1.000, maquetas, pero se quedan ahí como parte de mi vida y no me lo imagino cantado por otros. Sí me llaman para componer con otra gente y es en conjunto. Pocas veces me han dicho de enviar alguna canción para otro y no me ha gustado mucho, noto cierta frialdad. A mí me gusta contactar con el artista, saber qué le interesa, qué le emociona y, a partir de allí, componer juntos. Es lo que más éxito ha tenido.
--En relación a esas 1.000 canciones y ya que ha publico un libro, ¿veremos esos temas en formato libro?
--No, nunca me ha atraído escribir un libro con mis canciones. No me llama la atención, al menos por ahora.
--¿Y le haría especial ilusión componer con algún artista?
--No particularmente. Yo compongo para los que me vienen a buscar, yo no voy tampoco a buscar a gente para decirle que tengo una canción para hacerla juntos. Tampoco es una faceta a la que le dé prioridad. Lo hago en mi tiempo libre, pero las colaboraciones tienen que surgir y de gente que tiene ganas de trabajar conmigo.
--Y ahora que hace repaso de su carrera, ¿cómo valora los cambios de la industria musical en este tiempo?
--Ni mejor ni peor. Ha cambiado, eso sí, todo es muy distinto. La ansiedad y la exposición generada por las redes sociales creo que es perjudicial para las carreras de algunos artistas. Esa ansiedad de ofrecer una novedad tras otra, esa sensación de que las canciones pierden su oportunidad con el paso del tiempo cuando no es así. No lo veo malo, pero esa ansiedad cambia la manera en como nos enfrentamos a la realidad, en todo. Estamos muy inflamados de contenidos y cada vez yo estoy más alejado de las redes por eso. Y te dicen cómo has de gestionar tus redes y mi vida está más allá de cualquier red social. De aquí unos años veremos las consecuencias.
--Y hablando de futuro, ¿este repaso de 'Otero y yo' es para hacer un punto y aparte y cambiar de registro o para continuar por la misma línea?
--No tengo ni idea. Quiero disfrutar del presente, salir de gira este año y el que viene con el disco, disfrutar todo lo que pueda con ello y ya veremos qué vendrá. Cuando acabe esto no sé qué me pedirá el cuerpo. Todavía no hemos disfrutado de la libertad al 100% y como la música se crea con las emociones del día a día quiero que lo que venga tenga la energía de lo que va a pasar, del momento en el que vamos a estar. Quiero ver qué pasará el año pasado. Porque uno crea contenido en función de lo que está viviendo.