Amistades Peligrosas vuelven. Y lo hacen por todo lo alto: gira de conciertos por España y Latinoamérica, disco con colaboraciones, un libro homenaje. Todo es poco para un reencuentro que parecía imposible y que se ha producido. El pistoletazo de salida: el 25 de julio en Madrid.

Alberto Comesaña (Vigo, 1961) y Cristina del Valle (Oviedo, 1960) regresan con el dúo que les hizo triunfar hace ya 30 años. Sus temas sexuales los hicieron icónicos: Me haces tanto bien, Estoy por ti,… Sin olvidar los más comprometidos socialmente como Me quedaré solo o El príncipe valiente.

Divergencias

Crónica Directo acude a la casa de la cantante para saber más detalles sobre el reencuentro y todo parece estar donde estaba, pero más calmado. Ambos mantienen sus posiciones políticas y sociales propias, incluso divergentes, pero eso ya no es un impedimento para salir adelante.

Mientras preparan parte del vestuario que llevarán en los conciertos, irrumpimos para que paren un momento y que nos den su visión de qué supone esta vuelta, cómo ven la evolución de la música y la situación social del país. Y sí, todo tiene dos respuestas y muy diferentes. Una especie de Pimpinela del siglo XXI que discuten no por amor ni sexo, sino por su visión la actualidad. Eso sí, esta vez, sin malos rollos.

Amistades Peligrosas presentan 'Alto el fuego' / EP

--Pregunta: ¿De dónde sale la idea del reencuentro?

--Alberto Comesaña: Aquí hay dos teorías. El grupo Mastodonte tenía un concierto el 7 de marzo del pasado año que fue suspendido por la pandemia. Yo le dije a Pino Rovereto, que había trabajado conmigo, que me avisara cuando tocaran de nuevo en Madrid. Enrico Bárbaro, cuñado de Cristina, como miembro del grupo, iba a estar. El 20 de junio estaban aquí y me llamaron tres horas antes para que fuera. Cuando iba para allá pensé que era posible que estuviera Cristina, pero no fue premeditado. Ahora dice Cristina que fue conchaveo de músicos y tal.

--Cristina del Valle (ríe): Aquí todo tiene dos versiones. Mi hermana sí me llamó y fui, pero no lo relacioné con Alberto. Lo vi antes de empezar el concierto, porque a los dos nos gusta llegar pronto a los sitios. Cuando me siento en la mesa lo veo enfrente y le digo que estaba Alberto. Mi hermana asintió. Supongo que lo debería saber. Ella se levantó, fuimos y empecé a reírme de los nervios. Nada, comenzamos a hablar, empezó el concierto, la gente nos pedía que nos calláramos y luego vieron que éramos nosotros y la gente fascinada. Fue un poco surrealista. Cuando se fueron todos hablé con Pino, se lo comenté y me dijo: “Claro, querida”.

--¿Y de allí al disco, la gira, el disco y todo?

--A.C.: Cristina allí lo tuvo muy claro, se acercaban los 30 años y había un motivo. Yo tenía que resolver unos temas contractuales, así que fuimos discretos. Ya tenía el tema Alto el fuego desde hacía dos años, pero no con esa letra y me surgió una idea de hacer una canción ad hoc para el reencuentro con esa idea del armisticio, de tregua, de templar gaitas.

--C.V.: Había gente interesada hacía tiempo con el reencuentro, pero cuando se produjo eso en plena pandemia, con el rollo emocional y en un entorno tan especial se fue construyendo casi como un relato. Yo quería contarlo ¡ya!

--¿Qué se va a encontrar la gente en los conciertos?

--A.C.: No pueden faltar los hits que es lo que la gente necesita, hemos hecho una segunda capa de canciones también muy importantes y hemos hablado de hacer una sección en que cada uno haga sus canciones para que el otro descanse, se cambie de ropa y para que cada uno tenga su espacio. Alto el fuego será canción fundamental y el leitmotiv de toda la escenografía.

--C.V.: Se trata de mostrar un escenario posbélico para mostrar un poco lo que ha sucedido en el mundo, todo intoxicado, con la destrucción de la naturaleza… y dentro de ese ambiente más sórdido va a aparecer la belleza de la música y se va a hablar de amor, de reconciliación de amistad. Para que en medio de todo aparezca la esperanza dentro de la estética militarizada y dura.

--Ahora la gente ya los conoce y es algo medianamente común, pero ¿por qué decidieron apostar por la erótica y el pop?

--A.C.: Yo venía de un grupo que se llamaba Semen Up que hacíamos porno-rock. Nos autodefiníamos así pero tampoco era cierto, sólo eran dos o tres canciones. Yo sufrí una censura tremenda, desde el 1985 al 98 solo sonábamos en Galicia, nada de TVE ni Los 40 Principales. Conocí a Cris, me vine a Madrid y yo quería continuar como solista, pero en ese rollo. Cuando Luis Carlos [Esteban] nos propuso ser dúo y nos dio la música del Estoy por ti me tiré seis meses intentando hacer una letra cursi y romántica y Cristina me dijo: "Por ahí vas mal. Lo tuyo es hacer canciones fuertes". Y por ahí que fuimos.

Amistades Peligrosas

--¿Y de repente valió en Los 40 y otras emisoras?

--A.C.: Bueno, al principio nos apoyaron con la boca pequeña, cuando reventó ya sí. Pero sí es cierto que tuvo buena acogida.

-- ¿Creéis que ahora que hay tanta censura, podrían censuraros?

--A.C.: No.

--C.V.: Al contrario.

--A.C.: Si lo comparas con letras actuales de traperos o de reguetón ahora se quedan hasta mojigatos, muy modositos.

--C.V.: Bueno, pero para mí bajo la libertad de expresión no vale todo. Hacer letras sobre la violencia, el racismo, el fascismo, o que vaya contra los Derechos Humanos, yo estoy completamente en contra.

--A.C.: Ahí yo disiento, porque esto lo ves en una película o lees en un libro y la gente lo ve normal, pero si haces una letra de cómo un asesino en serie mata a 50 mujeres ya parece que no. Es un don.

--C.V.: Cuando uno lee un libro o lo cuenta allí lo hace para mostrar algo que fue una barbarie.

--A.C.: Pero hay pelis que lo cuentan tal cual, como pasó. Pero haces una letra en que cuentas cómo alguien se carga a gente de forma objetiva, como lo hace el Call of Duty. Allí te encuentras en un punto de censura.

--C.V.: Yo ni en videojuegos, ni en nada. Cualquier cosa que haga apología de la violencia la detesto. El reguetón cuando habla con un trato vejatorio y humillante explícito.

--También hay mujeres que le han dado su visión al reguetón.

--C.V.: Yo no hablo de ese, sino cuando se hace apología de la violencia y se hable de forma vejatoria. Otra cosa es que tu hables de la sexualidad de una forma más basta o menos, pero no tratando al otro como un objeto.

--A.C: Yo estoy a favor de la libertad de expresión.

--Entonces, reguetón ¿sí o no?

--CV.: No. Textos machistas, no.

--A.C.: A mi me aburre por el ritmo y la simpleza de los textos. Lo que cuentan, pues hay de todo. Lo que se nota mucho en los que escriben reguetón es armar con cuatro frases, 200 canciones y siempre es la misma. No sé, investiga un poco, perfecciona tu lenguaje. Se me queda muy pobre. Y luego hay mucho autotune y de poco artista, pero no seré yo quien hable de esto, porque yo soy un intruso. Me metí en esto sin saber nada de música.

--C.V.: Pero por ejemplo, René de Calle 13 hace música urbana con letras de compromiso social y base rítmica que puede ser del reguetón. A mi me apasionan los ritmos de las músicas urbanas y creo que si Amistades Peligrosas hubiera nacido ahora tiraría por esos ritmos. Otra cosa es que tú le des tu toque personal como nosotros hicimos con el pop. Cuando salimos había 80 grupos que hacían pop y nosotros tiramos por el etno-pop. Dentro del reguetón hay gente supercomprometida y de denuncia y luego hay gente que hace el típico texto burdo.

--¿Cómo recuerdan los 90s?

--A.C.: Los 90 fue una época de mucha esperanza para nuestro país, teníamos por delante las Olimpiadas y la Expo. El 91 fue una época de meter mucho dinero y en 93 vino una crisis bastante gorda de la que nosotros ni nos enteramos porque estábamos metidos en un grupo que triunfó a lo bestia. Era consciente de que algo pasaba. A mediados de la década coincidió nuestra ruptura con el cambio de Felipe González a Aznar, que fue otro cambio muy radical. Pero en general los 90 los recuerdo como una época muy exitosa.

--C.V.: Yo musical y culturalmente las recuerdo como las mejores épocas. De hecho, los 80 y los 90 están hoy más presentes que nunca, en España y en América Latina. Hay como una necesidad de volver a una época donde había mucha creatividad. Estaba el coleo de las movidas y convivían muchos estilos musicales, había mucha diversidad, no había la uniformidad de ahora. Había un montón de televisiones y emisoras donde exponer tu música y muchos locales donde la gente iba a actuar. Sin estar en una multinacional, la gente que no podía vivir de vender discos, podía hacerlo de tocar y actuar. La música estaba viva. Este país tenía una banda sonora y era diferente y rica. Echo de menos eso. Las leyes del mercado han masacrado la cultura y todo lo que tiene que ver con lo diverso, transgresor y vanguardista para convertirlo en un producto de usar y tirar

--¿Y cómo valoráis la evolución del panorama musical desde vuestros inicios?

--A.C.: Desde el punto de vista del negocio ha sido un hundimiento completo. Las compañías discográficas, como las conocíamos entonces, desaparecieron. A finales de los 90 se dejan de vender discos porque irrumpen las plataformas de piratería como Napster o Emule y todo lo que vino después, con lo cual el negocio de la venta de discos se destruye. Cambia la filosofía de la promoción de los artistas con la aparición de Internet, y parece que la música solo se encuentra allí. Por otro lado, llega Operación Triunfo, que también desvía el tiro de cómo se construye un artista, que ahora nace a través de un programa de televisión, otro error gravísimo. Por tanto, yo la evolución la veo muy a peor. De una diversidad que había en los 80-90 pasamos a que tienes que entrar en el mundo de Internet que es como lanzarte al Atlántico con una barquita y ver si algún trasatlántico te rescata. Estamos abocados a vivir sólo del directo. Y si ya llega la pandemia y no te dejan actuar, pues imagínate.

--C.V.: Yo comparto el análisis con Alberto, pero creo que hay que ser positivos. Por ejemplo, las redes y las nuevas tecnologías también abren una vía de libertad en este mundo de uniformidad en que parece que cualquiera puede ser artista, o ya llevar el tema a focalizar el arte o la creatividad y la cultura a los gorgoritos que haces o no, cuando lo que se trata es de tener identidad propia y tu autonomía como artista. Si bien es cierto que han roto un poco las dictaduras de las multinacionales y las radiofórmulas y la gente se puede montar en su casa su propia compañía y dar vía libre a tu creatividad e internacionalizar tu trabajo. En nuestro país no da para comer, pero en otros países sí ayuda a que no requieran de las discográficas.

--Alberto ha mencionado la pandemia. ¿Cómo os ha afectado personal y laboralmente?

--A.C.:Personalmente, muy poco. Yo ya vivo bastante retirado y tengo una tendencia a no socializar mucho y he estado en mi casa feliz y contento. Desde el punto de vista laboral, esa prohibición de poder actuar me sentó francamente mal. Era la primera vez en historia que querías trabajar y no te dejaban, otra cosa es que no te contraten porque no guste tu música. Pero que no te dejen ni la opción de poder salir, a mí el confinamiento me pareció demasiado radical. Se estableció el eslogan de que la cultura es segura y es que es verdad. Pero no por decir que vas a cerrar el país ibas a acabar con nada porque hubo una segunda, una tercera y una cuarta ola. Ahora se echa la culpa a la gente joven porque hace botellón, pero es que la gente necesita socializar, es una realidad. No puedes ponerle puertas al campo porque van a haber reuniones en casa, fiestas clandestinas…

--C.V.: Yo procuro ver los grandes momentos de crisis como tiempo para reconstruirte. Me convertí en DJ, como otros artistas tratamos de aportar lo que sabemos con los vecinos, formamos una comunidad de gente, organizábamos encuentros y dedicábamos nuestros aplausos cada día a un colectivo, decorábamos nuestros balcones, yo creaba una playlist temática. Para mí fue convertir mi barrio en una familia. Y yo sí apoyé y apoyo lo que hizo el Gobierno de mi país. Lo que más me dolió fue la deslealtad de la oposición, en este sentido fuimos el país más vergonzoso.

--A.C. (con tono sarcástico): Es que iba a haber uno, dos contagios como mucho, las mascarillas no son necesarias... luego sí... Yo los apoyo también diciendo, no sabiendo cómo actuar, o en el control que tenían y que tienen, o el comité de expertos que nunca se sabe dónde estaba… hay para darle hasta mañana.

--C.V.: Yo lo apoyo. Están ahí todos los datos de la OMS, de la…

--A.C.: Que no tienen ni idea tampoco, no saben ni de lo que hablan. Los de AstraZeneca: ¿la segunda de qué me la pongo, de Pfizer, de la otra...?

--C.V.: A los que hay que criticar son…

--A.C.: A la oposición.

--C.V.: …a las grandes multinacionales, toda la mafia de las farmacéuticas que se negaron a las patentes para que todo el mundo tuviera acceso a las vacunas. Y siempre la gratitud infinita a los médicos y poner en valor que lo primero por lo que hay que luchar es por los derechos sociales, que quienes tienen la barriga llena les importa una mierda invertir en ellos. Pero el resto de la gente tenemos que luchar por una sanidad pública de calidad y por un acceso a la educación universal.

--A.C.: ¿Te vas a vacunar, Cristina?

--C.V.: Yo he pasado el Covid.

--A.C.: ¿Te vas a vacunar?

--C.V.: ¡Por supuesto!

--¿Creéis que sois un ejemplo de personas que han pasado por duras peleas y seguir trabajando juntos?

--A.C.: Eso le ha pasado a Pablo Iglesias y a Casado, por ejemplo, están en las antípodas y en el bar del Congreso están allí y preguntó por sus hijos. Yo creo que hay un poco de escena de cara a la galería, pero luego de puertas adentro… Lo que he aprendido un poco es meterme en la piel y la cabeza de Cristina, que aún me cuesta un poco, pero en los 90 me costaba muchísimo más. Yo a veces juego también a decir lo contrario para contrapesar, porque ella a veces tiene un discurso muy radical y concreto. Y cuando ella es puntiaguda a mí me gusta ser más redondo, y a la inversa.

--C.V.: Es que yo creo en la radicalidad, porque el lenguaje también lo hemos pervertido. Vemos lo radical como algo negativo y radical es querer cambiar las cosas de raíz y yo creo cambiarlas de raíz.

--Pero esa misma radicalidad, en el otro extremo a veces no gusta.

--C.V.: No, claro hay matices. Una cosa es ser radical por querer erradicar la violencia, el racismo, la pobreza o la homofobia y la otra el radicalismo de los que defienden un discurso que viola absolutamente los Derechos Humanos. Hacer apología del racismo, negar la violencia contra las mujeres y hacerlo desde las instituciones y generar un clima de polarización y que en la calle sea políticamente correcto decir que eres racista o decir que eres un patriota porque quieres echar a los inmigrantes de este país y que las mujeres son unas feminazis, eso es inadmisible. Lo más grave que sucede en la clase política es que Vox esté en las instituciones, me parece inadmisible.

--A.C.: Te digo lo mismo de partidos como Podemos. Sería inadmisible que esté en las instituciones porque es ultraizquierda, como Vox es ultraderecha. Esa apología del escrache que hizo cuando le toca a él en su casoplón de Galapagar ahí le molesta y lo llamaba jarabe democrático cuando se lo hacían a un profesor. A mí el discurso de lo que vale para mí no me vale para el otro… Lo que vale para mí tiene que valer para otros. Y luego cuando pasa lo de Vallecas y se demuestra que los incitadores eran del ejército pretoriano de Pablo Iglesias… Yo no conozco todavía a nadie de Vox que haya provocado un solo acto violento en toda España. Luego dicen que van a provocar y no, van porque allí tienen votantes.

--C.V.: Yo estoy absolutamente en contra. Creo que los de Vox viven de la provocación, generan un escenario terrible en este país.

--A.C.: Y Podemos vive de la provocación también, de alimentar dos Españas. De llamar fascistas a los que no piensan como él: Vox, Ciudadanos y PP. La foto de Colón, que la usa mucho tu Gobierno, que dicen que de Ciudadanos para allí es derecha o extrema derecha. Si eso no es polarizar... Pero cuando lo pienso yo vale y si no eres un fascista. Ahí no entro.

--C.V.: No claro, yo no defiendo eso. Pero hay límites y para mí son la apología del racismo, negacionismo de la violencia contra las mujeres… La democracia son una serie de normas y valores y violarlos es antidemocrático, no divergir o no. Pero hasta el PP ha dicho que el discurso del odio y la confrontación lo ha traído Vox.

--¿Teméis que salten chispas en el escenario?

--A.C.: Esperemos que sí. Eso quiere decir que pasan cosas, sueño con que pasen cosas. Que la gente te quiera o te odie, pero que pasen cosas.

--¿Esto tendrá continuidad?

--A.C.: Todo depende del radicalismo de Cristina (bromea). No, la verdad que va a depender siempre de la respuesta del público y de cómo nos sintamos nosotros haciendo esto porque no queremos tampoco forzarnos a hacer nada que no queremos.

--¿Y si hubiera un segundo disco tendría más contenido social y temática sexual?

--A.C.: Ya no tendría sentido el tema erótico festivo y aunque me lo pidieran no sé si me saldría, pero sí veo natural una discusión plasmada en una canción.

--¿A lo Pimpinela?

--A.C.: Algo así (ríen ambos).

--C.V.: Pero de temas sociales, no políticos.