De los 580 kilómetros de costa que tiene Cataluña, las playas ocupan 280. En total son más de 350 entre las que cuesta decidir cuál es la mejor. Listas hay varias, así que es mejor acudir a voces de referencia.
La revista National Geographic ha elaborado un ranking en el que destaca 20 rincones de la comunidad autónoma donde el Mediterráneo se convierte en el Caribe. Aguas transparentes, arena dorada, rocas blancas y mucho sol.
De norte a sur
Para ordenar estas playas mencionadas por la publicación, el orden va a ser descendente en el sentido geográfico del término. De norte a sur, la lista queda así.
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Playas del Cap de Creus. Elegir solo una es imposible. En este parque natural donde terminan los Pirineos, el punto más oriental de la Península, tiene unos acantilados de infartos y unas bahías de arena y mar que encandilan. A modo de ejemplo, Cala Jugadora, Cala Prona, Cala Culleró o Cala Culip.
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Cala Montjoi. En Roses, apartada del mundanal ruido, está la playa que enamoró e inspiró a Ferran Adrià. Allí estuvo y está El Bulli, antes como restaurante ahora como museo. Protegida por la punta de Ferrera, sus aguas turquesas y calmas impresionan.
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Sant Pere Pescador. Si uno sigue la bahía de Roses hacia el sur, se encuentra con esta playa de 6 km de longitud, en que la arena gruesa se vuelve fina y el viento crea unas dunas que hacen sentir al visitante en un oasis. Todo, separado en pequeñas calas.
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Playa Portitxol. Tal vez fue este trozo de costa la que encandiló a griegos y romanos a ubicar allí el puerto y la ciudad de Empúries. Rodeada de pinos, esta playa familiar y de fácil acceso combina la arena dorada con las formaciones rocosas que entran al mar que le dan un toque especial.
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Gola del Ter. En la línea de la costa de Torroella de Montgrí, donde desemboca el río que da nombre a esta cala, un lugar donde la naturaleza se fusiona: río, mar y un entorno natural que la convierten en una de las playas más bellas.
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Sa Tuna. Poco se puede añadir que no se haya dicho ya de una de las playas principales de Begur. Las piedras de la cala no molestan a nadie, la belleza del espacio de las casas blancas y las arcadas que cubren el camí de ronda lo curan todo.
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Aiguablava. No hace falta salir de Begur para encontrar otra hermosa playa. Bastan 100 metros de arena en medio de acantilados y pinares para saber que estás en el lugar adecuado.
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Aigua Xelida. Que nadie se asuste por el nombre. Por fría que pueda estar el agua, este rincón escondido en medio del camí de ronda al norte de Tamariu es tan bello que Josep Pla lo tenía como una de sus calas preferidas.
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Playa del Castell. Quien piense que Palamós no tiene un espacio virgen, se equivoca. Los vecinos lograron que estos 300 metros de costa se mantuvieran casi intacta. A su alrededor hay de todo, bosque, campos de cultivo y hasta ruinas de un poblado íbero.
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Cala Pola. Antes de llegar al casco urbano de Tossa de Mar, a cuatro kilómetros, esta ensenada con arena gruesa no sólo atrae a los bañistas, también a muchos barquitos que se acercan en busca de aguas calmas y paisajes que irradian paz.
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Ocata. Entre el Masnou y Premià de Mar hay una playa estrecha de 2,5km situada entre el Mediterráneo y las vías del tren, que prometen calma. Hasta un rincón para los amantes del naturismo.
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Les casetes del Garraf. Pasado ya Barcelona y la costa central, en un pequeño pueblo se encuentra esta playa de 380 metros de largo que parece detenida en los 70. Un club privado y unas barracas de madera pintadas en blanco y verde, usadas en su día por los marineros para guardar sus útiles, le dan un toque retro con mucho encanto.
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Playa de San Sebastià. Sí, llegamos a Sitges. A esta playa situada entre la mítica iglesia y el cementerio. Ubicado entre dos pequeños montes y con todos los servicios disponibles. Eso, sin contar con la amplia variedad gastronómica que ofrece el paseo que hay tras ella.
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Playa de Ribes Rojes. Ubicada en el paseo de Vilanova i la Geltrú que lleva ese mismo nombre, esta larga playa está presidida por la escultura de un minotauro. Y al lado, un parque homónimo que tiene hasta un trenecito para los más pequeños.
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Playa de Creixell. Ya en la Costa Dorada aparece esta playa semiurbana, de 2km de largo en los que hay incluso dunas. Y al salir, uno puede pasearse por el caso histórico del lugar.
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Playa de Altafulla. Otra de estas playas urbanas, con todo tipo de servicios, pero cuya arena fina y aguas transparentes hacen el resto.
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Cala Jovera. Un poco más abajo, ya en Tamarit y debajo de un castillo, aparece esta pequeña playa salvaje, pero con aseos y duchas, que ha visto como en las alturas, en el castillo, se han casado numerosos famosos. Llegar allí no es nada fácil, por eso.
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Cala Fonda. La playa de Tarragona en mayúsculas. La de arena gruesa, la que permite el nudismo y que resiste a la expansión de la antigua Tarraco.
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Penya Tallada. En medio de uno de los lugares más turísticos de Cataluña, Salou, se encuentra este lugar de acceso no tan fácil, pero de una naturaleza espectacular. Una roca de 200 metros de largos que parece cortada tipo feta, la delimita y le da el nombre.
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El Torn. Cierra la lista una playa naturista de L'Hospitalet de l'Infant, a pesar del pareado. Dos kilómetros de playa protegida por una selva de posidonia y un entorno natural protegido hecho para disfrutar.
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