Desde que Carme Portaceli tomara la dirección del Teatre Nacional de Catalunya (TNC) los números parecen cuadrar un poco más. La temporada 2023-24 ha acabado con un récord en el número de abonadas (5.0701) y, a la espera de lo que pase hasta julio, la ocupación media de los espacios supera el 83%. El único pero que le pone la directora a este año es una cosa: que no se hayan aprobado los presupuestos de la Generalitat.
La también dramaturga recordaba esta semana, durante la presentación de la temporada 2024-25, que la propuesta presentada se acercaba a esa tan deseada cifra de inversión del 2% destinado a la cultura. Ella ya lo daba por hecho y, como bien dijo, le sentó mal. Muy mal.
Una temporada en los márgenes
A pesar de todo, la valenciana al frente de esta institución ha tirado adelante con el dinero que tenía y ha presentado una programación cargada de grandes nombres de la escena catalana e internacional como Sergi Belbel, Joan Yago, María Velasco o Angélica Liddell, entre otras. Aun así, su apuesta dice estar “en los márgenes”. Lo dice porque recupera a directores y dramaturgos que estaban fuera de la órbita, acerca al teatro público un género tan menospreciado por la alta cultura como el musical, abordar temas como las identidades de género o sus apuestas por la danza y las propuestas internacionales de países como Palestina.
Crónica Global ha podido hablar con Carme Portaceli para que haga balance de la temporada, desarrolle un poco más su nueva propuesta y dé detalles sobre esa herida que le han hecho los políticos. Ella no puede ser más clara.
- Durante la presentación de la nueva temporada del TNC habló de que la derogación de los presupuestos le ha herido, cuando no molestado ¿Se lo esperaba?
- ¡No! Me ha sentado fatal. Porque, además, eran unos presupuestos que tenían 95 millones de euros más para cultura, 50 millones de euros más para educación y ¡0 euros para Hard Rock! No se entiende. No se entiende. Ha sido un poco absurdo. Íbamos bien, íbamos con velocidad de crucero por primera vez en años, en este país que ha estado parado… Y ahora que caminábamos, bum, otra vez a elecciones. Además, aquí tenemos una costumbre de ir a elecciones todo el tiempo que es tremenda. Queremos hacer elecciones a ver si sale lo que ellos quieren. Y sale lo que sale, ¡se terminó! Ahora lo que tenemos que hacer es pactar porque es lo que hemos votado.
- ¿Cree que los partidos van a pactar?
- Yo espero que pacten rápido. Y que se quede esta consellera (ríe).
- ¿Qué espera que salga en materia de cultura de estos pactos? ¿Cree que se mantendrá la propuesta de destinar hasta el 2% del presupuesto en cultura?
- Sí, eso se hará, porque ellos han pactado que se hará. Gane quien gane, esté quien esté, por lo tanto, se hará. Pero claro, nosotros, de repente, en pleno mes de mayo, nos encontramos con medio millón de euros menos de lo que estaba previsto. Pero así, de repente.
- ¿Y ahora qué?
- Pues ahora, hay que continuar como sea e intentar que la temporada 25-26 salga. Yo la tengo cerrada, pero tendré que quitar algunas cosas y mirar que no sea muy difícil. Sobre todo, al comienzo del 25 no sea tan difícil.
- Pero, en cambio, usted habló de dos cosas. Agradecía la "lluvia de millones" que ha recibido el Nacional por parte de la conselleria de Cultura y hacía referencia a la extrema derecha "que saca la censura para apoderarse del relato". ¿No cree que hablar de que el TNC ha recibido una lluvia de millones puede despertar aún más las iras y críticas por parte de estos partidos?
- Si les molesta, que se aguanten. A mí me da igual, porque ellos dicen lo que dicen, pero no saben nada. Y además da igual. Tú dices que algo es A y demuestras que es A, y ellos dicen que es B y siguen ahí, dándote. Lo hemos visto ahora con el presidente del gobierno y su mujer y pim y pam y lo mismo. Les da igual todo. Lo que está clarísimo es que el 90% de la gente de esta profesión no vive de ella. Por tanto, ya pueden cantar misa y decir que estamos subvencionados. Aquí el único subvencionado que hay es el señor Abascal, se acabó.
- Comentado esto, vamos a cosas algo más positivas. Los datos que ha presentado de la temporada muestran cifras récord y un acercamiento al público joven. ¿Cuál es su secreto?
- Yo no tengo ni idea. Yo creo que el secreto está en estar conectado con la sociedad. Yo soy una persona sociable de naturaleza, me gusta la gente. Yo no estoy fuera del mundo. Y eso hace que esté de una manera o de otra conectada. Y si estás conectado, eso tiene que tirar, no puede ser que no tire.
- ¿Cómo valora esta pasada temporada y qué espera de esta próxima?
- Esta última temporada ha sido muy intensa por la relación con el público. Se ha empezado a cumplir uno de mis sueños: que la gente se pregunte qué hacen en el Nacional, que quieran saber qué se hace. Eso me hace especial ilusión. Asimismo, se ha empezado a trabajar de otra manera, no tan enfocada a los resultados, sino al acompañamiento de los artistas en los procesos.
- En esta relación, por eso, ha habido críticas duras a ciertas obras.
- Yo nunca he esperado ayuda de los críticos. La crítica no ayuda nunca, al menos a mí nunca me ha ayudado. Me he acostumbrado a vivir sin ella. Además, a veces esas críticas no son constructivas, está llena de prejuicios, amistades y demás. Estoy alejada de esto y los artistas también, porque nunca he entendido lo que dicen.
- Vamos al futuro próximo. La nueva temporada dice que el TNC se conecta con los márgenes. La duda es: ¿cómo se puede ser o estar en los márgenes y estar dentro de la programación de una institución pública como el TNC?
- Es que los artistas siempre estamos al margen. Al menos, en los márgenes de un relato de las cosas que nos han querido vender, sin duda. Entiendo la pregunta, pero es que los artistas estamos hablando de las cosas que interesan a todo el mundo y a toda la sociedad, también de aquello que está al margen, desde nuestra amplitud, nuestro rigor y la manera de involucrarnos y de investigar las cosas que decimos. Habitualmente, lo que pasa en el escenario está supercontrastado con la realidad. Por ejemplo, cuando hicimos La madre de Frankenstein, todo lo que explica en su novela Almudena Grandes, está contrastado, no se inventa nada, todo lo que dice pasaba.
- ¿Y cuál es ese relato que plantea desde los márgenes?
- El que muestra que hay otros mundos, que no es el que se ha establecido como deseable.
- Y en esos mundos que dice reflejar esos márgenes, entra un musical. Tras el Hamlet de Belbel, el TNC arranca la temporada con un musical, 'Ànima'. No es muy común que esto sucede desde el ámbito público. ¿Qué relación tiene el teatro público y por qué parece que cueste tanto apostar por este género?
- Cuesta porque habitualmente ha sido un medio de negocio. Y los teatros públicos no deben ser un negocio, lo que pasa que a mí me gusta tener las salas llenas, porque lo que me gusta es llegar a los corazones de las personas, no al dinero. Que si, además de eso, haces dinero y te ayuda a programar mejor, estupendo. Pero de una manera o de otra, sí que creo que es importante esta apuesta que hacemos por el musical. De alguna manera, el TNC, es un buque insignia que crea una tendencia. Por tanto, si nosotros hacemos eso, tal vez, habrá otros teatros que arriesguen por esta historia y lo hagan de esta manera. Eso es lo que creo que se debe hacer.
- Además del musical, en esta temporada se muestra que las mujeres por fin tienen su lugar en el teatro. Hay más dramaturgas y directoras que hombres este año.
- Yo creo que está bastante equilibrado. Puede que, en cambio, sí hay más autores que autoras, porque cuando pasas de los últimos 60 años y vas hacia atrás, hay más hombres habitualmente. También había mujeres, pero las tienes que descubrir, porque las han tapado y no están tan a la vista. Pero yo creo que está bastante equilibrado. A mí me gusta que estemos todos juntos, pero todos y todas juntos. No me gusta el estilo del gobierno Bolsonaro, con todos los hombres vestidos con la chaqueta blanca y con cara de narcodólar.
- Otro dato importante de la temporada. Vemos que el taller de pintura parece tomar forma de una cuarta sala.
- No, es un lugar aparte, es un espacio que utilizamos como cuando vino una DJ del Líbano aquí (Barcelona calling Beirut). Lo que va a hacer la compañía Ortiga la temporada que viene es un dispositivo y para evitar poner una carpa o que llueva fuera, y para evitar los ruidos de la calle, los ponemos aquí dentro. Pero no habrá gradas, no hacemos nada. Igual que con Belbel. Eso es algo de este tipo. No, no, eso no lo vimos, pero creímos que me había sorprendido eso.
- Sin duda, uno de los platos fuertes será la entrada de Angélica Liddell al TNC. Ella, de Figueres, a la que no se le dio espacio en Barcelona y se tuvo que ir a Francia a triunfar, viene con 'Vudú'. ¿Ha sido fácil?
- Sí. Y lo que hace es espectacular. Yo la vi en el Conde Duque de Madrid y es… una poeta. Las cosas que dice son dignas de una poeta. Está muy bien.