Primera versión de la portada de 'Estic estupenda!' (Angle Editorial)

Primera versión de la portada de 'Estic estupenda!' (Angle Editorial) RAQUEL GU

Creación

Cuerpos que hablan: la representación del cuerpo femenino en el cómic

El Museu de Mataró acoge una exposición itinerante que explora la presencia de la mujer en el tebeo desde principios del siglo XX a partir de la obra de 40 ilustradoras

18 febrero, 2024 00:00

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En 1962, la ilustradora barcelonesa Carmen Barbará publicó el primer capítulo de una tira cómica que iba a revolucionar la imagen de las mujeres en el tebeo: Mary Noticias. La protagonista era una intrépida reportera de televisión de enormes ojos azules y melena rubia despeinada por encima del hombro, al estilo Brigitte Bardot, capaz de irse a donde fuera para resolver un misterio.

Por primera vez, el cómic español tenía una heroína independiente que rompía con los estereotipos de la mujer marcados por el régimen franquista: vestía y se peinaba de forma moderna, aún no estaba casada y tenía una profesión interesante. Sin embargo, ¿qué ocurría cuando Mary se encontraba con un problema incapaz de resolver? Que siempre aparecía su compañero masculino para salvarla.

Cartel de 'Cossos que parlen'

Cartel de 'Cossos que parlen'

Hasta 2025

Mary Noticias sigue el modelo informal y despeinado que imponía Brigitte Bardot en los años sesenta y recoge el impacto visual de la calle, pero el patrón sigue siendo el del modelo patriarcal”, escribe la ilustradora Marika Vila, comisaria de la exposición itinerante Cuerpos que hablan. Las representaciones del cuerpo en las autoras de cómic. 1910-2022, que puede visitarse hasta el 31 de marzo en el Museu de Mataró, Ca l’Arenas.

La muestra, organizada entre la Diputació de Barcelona y el Museu Palau Mercader de Cornellà de Llobregat, y que recorrerá diversos museos locales hasta 2025, explora cómo ha sido representado el cuerpo de la mujer en el cómic desde los inicios del siglo XX hasta el momento actual a partir de 40 autoras reconocidas, como Lola Anglada, Pili Blasco, Carmen Barbará, Luci Gutiérrez y la misma Marika Vila.

Portada de 'D'ací i d'allà', 1921

Portada de 'D'ací i d'allà', 1921 LAURA ALBÈNIZ

El cuerpo femenino como reclamo comercial

“El recorrido pone en evidencia cómo el estereotipo patriarcal ha sometido a las mujeres a roles de género y ha abusado de su cuerpo como reclamo comercial, hasta que se produce el momento de liberación y empoderamiento, cuando las autoras pueden expresarse libremente”, señala la comisaria en el texto expositivo.

La exposición arranca con una selección de las primeras viñetas e ilustraciones publicadas por autoras mujeres en la floreciente prensa periódica de principios del siglo XX, una prensa principalmente dirigida a un público masculino que ignora los derechos de las mujeres. Es el caso de las humoristas gráficas Lola Anglada y Josefina Tanganelli, quienes, a pesar de no tener acceso a la formación y la comunicación profesional que tuvieron sus colegas masculinos, “se hallan en la vanguardia del trazo irónico y autoral que en los años veinte encontramos en las revistas satíricas, esgrimiendo la misma fuerza de trazo o guion que los hombres”, escribe Vila.

'Maruja vistiéndose', 2016

'Maruja vistiéndose', 2016 ANA PENYAS

Sus figuras femeninas, ágiles, dinámicas y estilizadas están influenciadas por los movimientos de las sufragistas, resisten la imposición masiva de las masculinidades dominantes gracias a la flexibilidad del humor y la ironía. “Lola Anglada nos deja como legado la síntesis expresionista en el humor y los cuerpos fuertes y asentados para las sólidas mujeres populares que se quieren libres”, añade la comisaria. 

Sumisa, ama de casa, cuidadora

Con la llegada de la dictadura franquista, el cómic se convierte en un lugar idóneo para hacer propaganda y transmitir los valores de la mujer ideal, según el régimen católico-franquista: sumisa, ama de casa, cuidadora.

En los años cuarenta y cincuenta se popularizaron las tiras cómicas protagonizas por niñas, como Las postales de Mari Pepa, de Maria Claret, que causaron auténtico furor. La protagonista de la serie es una niña de 7 años de clase media alta que la artista representa en diferentes situaciones, intentando burlar sutilmente la censura. La postal más conocida, Tengo una muñeca vestida de azul, muestra a la niña Mari Pepa agarrando por las manos a una muñeca con vestido azul y su canesú, como dice la canción, a la que ayuda a caminar. Tanto la niña como la muñeca llevan vestidos hasta las rodillas, de manga corta e inflada, calcetines cortos, manoletinas y el cabello sujetado con cintas.

'Tengo una muñeca vestida de azul', postal de la serie 'Mari Pepa de la revista Flechas y Pelayos', 1949

'Tengo una muñeca vestida de azul', postal de la serie 'Mari Pepa de la revista Flechas y Pelayos', 1949 MARIA CLARET

“La muñeca vestida de azul es un títere en manos de Mari Pepa, que repite la manipulación que ella misma sufre a través de la pedagogía de género. Las mujeres están obligadas a repetir y difundir el estereotipo”, escribe la comisaria. 

El falso protagonismo de la mujer

En esa época también proliferaron los cuentos de hadas, donde las etiquetas del bien y del mal van adheridas a los trajes de hada o bruja, de bella princesa o vieja mendiga. “El espacio rosa pide cuerpos obedientes”, escribe Vila. Un buen ejemplo son las postales de Rosa Galcerán, autora de escenas como Andrea y el Príncipe, donde una mujer aparece arrodillada ante un caballero medieval frente a un castillo. “Los iconos de la sumisión femenina se encuentran en las marcas que etiquetan indumentarias y actitudes en los cuerpos femeninos de los cuentos”, observa la comisaria.

Ya en los años sesenta aparece un falso protagonismo de la mujer ligado a la música, el lujo y el consumo, rasgos banales que retienen a los cuerpos modernos cautivos dentro del mismo orden patriarcal. “Las mujeres ganan un espacio público subalterno hasta el momento de su boda”, escribe la comisaria. Es el caso de los personajes de Maria Pascual o Carmen Barbará, “que, a través de la moda, el maquillaje y los complementos aportaron variedad y espectacularidad al aspecto femenino, empoderándolo con ideas sencillas para confeccionar un vestuario adecuado para la incorporación al mundo laboral”. La culminación de este personaje es Mary Noticias, viva imagen de las chicas de la nouvelle vague, a pesar de seguir obedeciendo a un modelo patriarcal, ya que sus logros dependen en última instancia de un hombre.

'Con altura ¡Rosi!', 2020

'Con altura ¡Rosi!', 2020 JENIFER ESPINOSA BADIA

El feminismo y la libertad de expresión

En los años setenta, con la aparición de los feminismos y la recuperación de la libertad de expresión, diversas autoras optaron por usar el humor y hacer pedagogía a través del cómic, que vive un momento de expansión. Un buen ejemplo es el cómic Maternasis (Kairós, 1967) de Núria Pompeia. En una de las escenas, Pompeia dibuja lo que parece ser una mujer embarazada. Pero cuando esta se desabrocha el abrigo, lo que parecía una barriga enorme es en realidad una montaña de libros. “Desde la condición de contenedor/reproductor hasta el falso premio de ser objeto a valorar/consumir, el cuerpo de líneas inacabadas nos interpela sin olvidar las diferencias de clase entre las opresiones”, detalla Vila.

Cuando la dibujante Luci Gutiérrez (Barcelona, 1977) arranca la cabeza de uno de sus personajes femeninos para colocársela en el interior de su vientre de embarazada, también está situando el cuerpo en el centro de la acción. “En construcción”, escribe sobre el cuerpo irónicamente mutilado. El mensaje de Marika Vila está claro: bien recurriendo a la capacidad de seducción del cómic comercial, bien a la capacidad de choque del cómic independiente, la historia de las ilustradoras es la de una lucha constante.