Brigitte Bardot se encuentra con Marilyn Monroe
Las dos diosas que simbolizaron el erotismo en su máxima expresión del siglo XX compartieron un instante de emoción y mutua empatía
29 agosto, 2021 14:38Un artículo de Samuel Blumenfeld en Le Monde a propósito de no sé qué aniversario nos recuerda lo que en su autobiografía Initiales B. B. contó Brigitte Bardot (1934) sobre el único y breve encuentro que tuvo con Marilyn Monroe (1926-1962).
Marilyn Monroe y Brigitte Bardot fueron (hace falta decirlo, pues, aunque parezca increíble, a los jóvenes lectores estos nombres no les suenan) dos actrices rubias, y los mayores, o dos de los mayores, símbolos eróticos del siglo XX, que además tenían la particularidad de gustar a las mujeres casi tanto como a los hombres, y esto no solo por su seductora belleza sino también por la impresión de desvalida alegría de la primera, y de primitiva fiereza de la segunda. Llevando la ventaja de ser, Marilyn, glamourosa; y Brigitte, francesa.
El encuentro de estas diosas tuvo lugar, concretamente, el 29 de octubre de 1956, en el cine Empire, de Leicester Square, Londres, en la gala de la Royal Film Performance que allí se celebraba, donde la reina Isabel II, entonces de 30 primaveras, que había sido coronada sólo tres años antes, saludó uno por uno a los actores y actrices invitados, puestos en hilera.
Llevaba la joven reina en la cabeza una fabulosa diadema de diamantes, botín de las rapiñas británicas en su imperio colonial. La radiante diadema confería a su rostro joven un aura especial de poder y seguridad.
Después del besamanos, las dos actrices, que no se conocían personalmente, se encontraron en el lavabo de damas, frente al espejo, adonde habían ido a retocarse el maquillaje.
Brigitte admiraba a Marilyn, y en Initiales B. B. cuenta el espanto que seis años después le causaría la noticia de su muerte por intoxicación de barbitúricos, y la reacción que tuvo: volviéndose hacia un ayudante, exclamó: "¿Qué será ahora de mí?".
Esto sucedió en 1962. Brigitte ya antes de cumplir los 18 había metido la cabeza en el horno, en un arrebato adolescente histérico; volvió a intentar suicidarse una noche de 1960, cuando ya era una estrella, abrumada por una fama estúpida y una vida que le parecía sin sentido. Primero tragó píldoras de Immenoctal, bajándolas con una botella de champagne. Un trago, una pastilla; otro trago, otra pastilla... Luego se fue a vagabundear por el campo, por los alrededores de Niza. Se abrió las venas de las muñecas con un cuchillo y se tendió en el suelo: “Me tendí, miré las estrellas entre los corderos. Estaba serena, iba a disolverme en aquella tierra a la que siempre he querido...". Un chico la encontró inconsciente y al cabo de dos días ella despertó en un hospital de Niza.
Dados estos precedentes, que cuenta en la mencionada autobiografía, no es raro que sintiera la muerte de Marilyn como un presagio ominoso. Se mantuvo en el cine unos pocos años todavía, pero se le hacía muy cuesta arriba. Bebía a diario un promedio de dos botellas de champagne y tres de vino. Por fin se retiró en su villa de Cannes, para consagrar su vida a la causa animalista.
De vez en cuando hace unas declaraciones más o menos disparatadas sobre la deriva del mundo, y la condenan a pagar una multa. Lo último que leí de ella, a principios de este año, era que no necesita protegerse del Covid, porque no ve a nadie. “No serán las cabras las que me contagien”. Prevé el momento en que la humanidad desaparecerá de la capa de la tierra, y no le parece mal, ya que así la naturaleza recuperará sus derechos; en cuanto a ella, no le afectará: "No formo ni quiero formar parte de la especie humana".
En fin, un carácter.
Bien, después de aquella ceremonia con la reina en el Empire, Brigitte se fue al lavabo, para arreglarse unos mechones sueltos de su endiablada cabellera, y ante el espejo se encontró con Marilyn.
Esto fue, como creo que ya he dicho, en 1956. En ese año se celebró también el XX congreso del PCUS, en el que el informe de Kruschev comenzó la desestalinización de la Unión Soviética. En España se celebraron las primeras manifestaciones del movimiento estudiantil antifranquista, que acabaron con la declaración del Estado de Excepción. El Reino Unido perdió Sudán y Egipto; y Francia, Marruecos y Túnez. Los húngaros se sublevaron y fueron invadidos por los ejércitos del Pacto de Varsovia. Yo nací.
Después de saludar a la reina de Inglaterra, en el lavabo del cine Empire, Brigitte miró de reojo a Marilyn, y Marilyn, con el lápiz de labios en la mano, sonrió a Brigitte. Medio siglo después, esta cuenta con detalle aquel instante. Dice que le emocionó la presencia de Marilyn, su encantadora y cálida sonrisa, su belleza arrebatadora, su fragilidad, etcétera.
No dijeron palabra. Sólo se sonrieron. De manera que el encuentro casual, si lo miras fríamente, no significa nada, no transmite ninguna revelación, ningún mensaje.
Sólo esa casual transmisión de simpatía: sólo una sonrisa, como tantas damos y recibimos en la vida... o quizá no tantas.