Emma Cachón (Sant Joan de Vilatorrada, 1974) se define en su Instagram como activista cultural, exlibretera y “proyecto de escritora y actriz”. “Me hubiese gustado estudiar teatro. Hice algunas clases en el instituto, pero, al final, por temas económicos y familiares, no fue posible”, explica por teléfono desde el pequeño municipio pegado a Manresa que la vio nacer. Pero si algo no le falta a Cachón es iniciativa y espíritu emprendedor, así que con los años acabó cumpliendo su sueño. En sus horas libres (siempre ha trabajado como comercial y administrativa) empezó a hacer teatro amateur y en octubre del año pasado creó su propia compañía de teatro familiar, Curuxa Teatre.
Por otro lado, en 2008, al perder su empleo en una constructora local a causa de la crisis financiera, decidió que no trabajaría para nadie “nunca más” y abriría la primera librería de Sant Joan de Vilatorrada. “La lectura era otra de mis pasiones desde niña”, explica. La librería de Cachón era también un centro cultural, donde se celebraban mesas redondas, cuenta-cuentos y presentaciones de autores reconocidos, desde Martí Gironell a Coia Valls y Maite Carranza. Sin embargo, la falta de costumbre de la gente del pueblo de asistir a este tipo de actividades, sumada al hándicap de tener el centro de Manresa a cinco minutos en coche, impidieron que el negocio prosperase, y la librería se traspasó en 2014. “Ocurrió eso de pensar que lo de casa no es suficiente bueno, hay que ir a buscarlo fuera”, reconoce.
El payaso Pesarrodona
Si vender libros no funcionaba, se pasaría al “otro lado”: los escribiría. En 2019, el Ayuntamiento de Sant Joan de Vilatorrada decidió publicar uno sobre la historia del pueblo a partir de fotografías antiguas y seleccionó a cinco autores locales, entre ellos Cachón, para que se encargaran de su recogida y edición. El resultado es L’Abans de Sant Joan de Vilatorrada (Efadós, 2019). “Siempre me ha interesado la historia local”, explica.
Un año más tarde, con la misma editorial, Cachón publicó Una qüestió de nassos, donde narra la trayectoria biográfica de Jordi Pesarrodona, reconocido payaso, activista y exconcejal de ERC en Sant Joan de Vilatorrada que fue imputado durante el procés. “Como fundador de la compañía Gog y Magog, Pesarrodona es una persona muy reconocida tanto en Sant Joan de Vilatorrada como en el resto de Cataluña, gracias a su vinculación con el teatro de calle”, explica la autora.
De espaldas al río
Este año, Cachón ha vuelto a poner el ojo en la cultura local y acaba de publicar 101 anècdotes de la riba del Cardener (Efadós, 2023), un libro que pretende recuperar la relevancia del Cardener, el gran desconocido de los ríos catalanes. “Es el río que pasa por nuestro pueblo, pero hemos acabado viviendo de espaldas a él, como pasa con muchos ríos de este país”, dice Cachón en referencia al principal afluente del Llobregat. El Cardener nace en el Pirineo, a unos 1.050 metros de altitud, en el término municipal de La Coma i la Pedra (Solsonès) hasta desembocar en Castellgalí (Bages) después de 87 kilómetros de recorrido.
“Desde que tengo memoria, la gente del pueblo, excepto los que todavía mantienen un huerto cerca de la orilla y dependen de su agua, tiene una relación inexistente con el río. Y si se acuerdan de él es por algo malo: por una crecida, porque se llevó una fábrica por delante, porque se ahogó una persona…”, añade. “Quiero devolver al Cardener su cara amable”, insiste.
El origen de la 'senyera'
El libro hace hincapié en dos factores históricos: el primero es que el Cardener fue frontera natural entre los condados catalanes y los reinos moriscos. De hecho, se cree que el conde Guifré el Pilós fue herido de muerte en un combate con las tropas musulmanas en lo que es hoy Navès, cerca del nacimiento del río, y donde nace la leyenda de las cuatro barras de la bandera de Cataluña.
“Eso explica la gran cantidad de castillos y torres a orillas del Cardener”, dice Cachón, asombrada de los castillos que ha descubierto durante la elaboración del libro. “Conocía los típicos, como el de Cardona y el de Súria, pero no sabía que un pueblo tan pequeño como Callús, a cinco minutos de aquí, también tuvo un castillo”.
Fábricas y colonias textiles
El segundo factor que quiere poner de relieve con este libro es el grueso de fábricas y colonias textiles concentradas a orillas del Cardener a lo largo de los siglos XIX y XX, que fueron clave para la revolución industrial. “Solo en el tramo entre Cardona y Manresa había entre 25 y 30 fábricas”, recuerda. Las más importantes fueron las de Palà de Torroella y Valls de Torroella, aunque en el mismo Sant Joan de Vilatorrada había tres fábricas. “Cada fábrica textil necesitaba una esclusa y un canal para poder llevar el agua del río al interior y hacer funcionar las turbinas. Imaginemos esta estructura multiplicada por 25. ¡Es brutal!”, exclama.
Por otro lado, Cachón confía en que el libro ayude a sensibilizar a la población local ante los efectos del cambio climático y la sequía. “Hace 15 días estuve en el embalse de la Llosa de Cavall, en Sant Llorenç de Morunys, y da mucha pena. Está al 25%”, lamenta. “Ojalá el libro sirva para darnos cuenta del daño que hemos hecho a nuestro entorno”, añade.
Barroco catalán
Por último, aunque el libro no es una guía de viaje, “puede utilizarse como si lo fuera, ya que permite descubrir el patrimonio industrial y artístico siguiendo su cauce”. En Sant Llorenç de Morunys, por ejemplo, están la iglesia y el altar del Colls, una de las obras más representativas del barroco catalán. “Curioso que el Solsonès, una comarca de pocos habitantes, básicamente ganadera, tenga dos grandes ejemplos del barroco catalán”, comenta. El primero es el altar de Colls; el segundo es el retablo mayor del Santuario del Miracle de Riner, restaurado hace dos años. ¿Más curiosidades? La iglesia románica y el espectacular cementerio modernista que alberga “un pueblo perdido” como Olius, a orillas del Cardener. “Su arquitecto era discípulo de Gaudí”, aclara Cachón entusiasmada. El cementerio, obra de Bernardí Martorell, combina las rocas caídas de la montaña, símbolo del decaimiento y la muerte, con las hojas verdes de las encinas, símbolo de la vida.
“Tengo la manía de pensar que la gente de la Cataluña central estamos un poco olvidados”, añade la autora, que al principio planteó este libro como una colección de historias y leyendas de su tierra natal. “Para muchos solo somos la carretera para ir a esquiar y volver a Barcelona. Una carretera que, por cierto, va bordeando el Cardener”, concluye.