Cuenta Omar Al Abdul Razzak que Matar cangrejos, la película que se llevó la Biznaga de Plata a Mejor Película y Mejor Actriz Protagonista en el Festival de Málaga en la sección Zonazine, que levantar el film fue algo complejo.
La cinta tiene algo de autoficción. La premisa parte de dos historias reales. Por uno, el concierto que Michael Jackson dio en Tenerife en 1993. Por otro, la voluntad del realizador de rodar en unas casas-cueva que existían en unas piscinas naturales donde iba a bañarse a su madre de joven y niño.
Levantar una película
La idea le vino cuando tenía 18-19 años. Aún era un estudiante de Comunicación Audiovisual, se acercó al pueblo y supo que quería hacer algo allí, pero tras preguntarle a José Luis Guerín en una visita a la filmoteca canaria, el catalán le advirtió: “no puedes ir allí un día y ponerte a grabar”.
El tiempo pasó. Tenía una idea de ficción, llamada Matar cangrejos, pero no se veía preparado. Él dejó canarias, se sumaron otras historias y tuvo un hijo. Ese momento fue decisivo. “De repente, todo lo que era Canarias y mi infancia empezó a venirme de nuevo”, revela a Crónica Directo. Allí le dio vuelta al guion que tenía y empezó a contarlo desde el punto de vista de los niños.
- Ese punto de vista entre curioso e inocente, sirve a la película para reflejar realidades muy claras, como es el caso de la gentrificación.
- El tema del turismo es un tema complejo. Canarias son territorios coloniales, son territorios ultraperiféricos, en realidad están en aguas marroquís, pero es Europa. Al final se ha creado una especie de paraíso artificial en Canarias. Un ejemplo es que en Canarias no hay loros, nunca los hubo, es una gran mentira y en cambio todo el mundo lo relaciona con eso. Y este imaginario llega a un nivel tan extremo que a los propios niños canarios les piden que dibuje algo que represente las islas o Tenerife y dibujan un loro. Se crea como esta relación casi de súbdito con los turistas, especialmente con los alemanes. La Gomera está tomada por alemanes, el Loro Parque, es idea de un alemán que decide tener como su pequeño jardín de loros porque le da la gana y nos imponen o imponen un modo económico, basado en un turismo determinado. Eso empieza a generar unas relaciones de colonialismo con los extranjeros, incluso con los peninsulares. Yo vengo de una familia que no es canaria, mi madre es de Madrid, y es verdad que también sientes desde muy pequeño esa relación con el godo, con el que viene de fuera.
- ¿Por eso ha querido marcar esa diferencia en la película en el que el turista vive una vida de lujos mientras el autóctono tiene problemas para llegar a fin de mes, debido entre otras cosas a los trabajos precarios?
- Sí, claro, los trabajos obviamente son precarios. Y es curioso, porque la película se ambienta en el 93. Por entonces, en las notas de Felipe González, presidente del gobierno de la época, se leía: “Imagen de Canarias: Arcadia feliz. Imagen real: paro y droga. Canarias en esa época y hoy es una de las comunidades autónomas con más paro de España. La gente piensa en Canarias como un sitio idílico, pero en aquella época se hicieron las reconversiones y movieron a la gente a pisos oficiales. Mientras se creó esa imagen de felicidad, de todo está bien, vienen los turistas, a los que se les invita a gastar, a vivir. Esa Canarias no es tan real o está muy aislada, el resto no es así.
- ¿La voluntad era visibilizar esa parte?
- La película está hecha desde un lado emocional que intelectual o racional. Es cierto, que yo viví eso y se muestra. De hecho, me llama la atención que te haya llamado tanto la atención como esa parte, debe ser que sí, pero no hay una intención de hacer una crítica. Sí la hay de reflejar lo que es Canarias.
- De hecho, todo eso sucede de fondo, lo que hay es esa mirada inocente de esos niños que ven como su madre su prepara para actuar en el parque ante la llegada de Michael Jackson.
- Y no sólo ese trabajo vinculado al turismo, sino en general el aeropuerto que está muy presente. Ahí tienes todo el rato aviones pasando que molestan. Es el tercero de España y en una isla muy pequeña. A mí me molesta. ¿Por qué todo el rato he tener eso cuando yo no recibo nada a cambio?
- Claro, pero si no era tan política, si tiene mucho de documental.
- Parto de muchos eventos reales. La destrucción de esos pueblos llamados chovitos, donde pescadores vivían en cuevas, para hacer un paseo marítimo es real. Y ahora, una sentencia europea ha dicho que eso era ilegal y tienen que restituirlo. Lo de los inmigrantes que llegan a la isla es real. En el año 93-94, se inaugura lo que se llama la ruta atlántica, aunque las primeras pateras llegaron a Lanzarote. Y es obvio que vengo del cine documental y por mucho que diga que no es una película política o social, el film queda impregnado de todo eso.
- El hecho del recelo que generan los inmigrantes es algo que pasaba en el 93 y sigue pasando, ¿no?
- No sé si sigue pasando. Ahora en Tenerife hay 3.000 inmigrantes y a partir de septiembre, que es cuando el mar está más calmo, es una cantidad inmensa la que viene en los últimos años. Lo que me gustaba de la película es ver cómo mientras viene un negro que quiere ser blanco, como Michael Jackson, le damos palmas, pero cuando vienen los negros de verdad no los queremos. Esa era la idea.
- Y con todo este contexto del que habla la película, ¿por qué decidió llamarla ‘Matar cangrejos’?
- En realidad son como muchas líneas. Para mí una de las ideas tenía que ver con el señor que le enseña al niño pequeño a matar cangrejos y con la idea de los cangrejos ermitaños en sus conchas y cómo los sacan a las fuerzas.
Noticias relacionadas
- 'Unicornios' y homenajes a Saura en Málaga
- Cataluña, premiada en Málaga, pica fuerte con sus '20.000 especies de abejas' (vascas)
- El cine catalán triunfa en el festival de Málaga
- La 26 edición del festival de Málaga echa el cierre 'como Dios manda'
- Emma Suárez: “Esta es una profesión muy injusta, insegura e inestable”