Oro Vivo, la cadena de joyerías que lleva 15 años en pérdidas
El grupo francés Sobior es su propietario desde 2020
8 febrero, 2024 00:00No resulta frecuente hallar en el censo mercantil una firma privada que arroje quebrantos incesantes desde hace nada menos que 15 años. Una de ellas es la barcelonesa Oro Vivo, que explota la cadena de joyerías del mismo nombre.
Agujero pertinaz
Los números rojos afloraron por vez primera en 2008. Tres lustros después todavía no los ha abandonado. En este tiempo ha contado con varios dueños distintos. Ninguno fue capaz de situar a la empresa en la senda de la rentabilidad.
Red comercial
Pese a tales precedentes, Oro Vivo prosiguió en 2022 sus planes de expansión. Abrió sendas tiendas en Barcelona, Vitoria y Santiago de Compostela. Con ellas su red se ensanchó hasta los 73 puntos de venta, 19 de los cuales se encuentran en Cataluña. La mayoría de los establecimientos está ubicada en centros comerciales.
Ventas alcistas
La entrada en servicio de nuevos locales significó un aumento de la plantilla de 224 a 251 trabajadores. A la vez, impulsó las ventas de 17,3 a 22,4 millones. Pero el alza no fue suficiente para salir de la zona deficitaria y Oro Vivo registró un saldo adverso de 1,7 millones.
ORO VIVO (en millones de euros)
Año | Facturación | Pérdidas |
2022 | 22,4 | -1,7 |
2021 | 17,3 | -1,9 |
2020 | 13,8 | -2,1 |
2019 | 20 | -0,71 |
2018 | 18 | -0,89 |
2017 | 19 | -0,85 |
2016 | 18 | -0,74 |
Balance corroído
La situación patrimonial de la empresa es muy insatisfactoria. Sus fondos propios siguieron un año más en el agujero, con 2,4 millones de pérdidas. El fondo de maniobra asimismo es negativo, por importe de 2,4 millones.
Para paliar la situación, su socio acordó transformar un crédito a corto plazo de 3,7 millones que le tenía concedido, en un préstamo participativo. Con este trasiego, los recursos pasan a engrosar el patrimonio.
Cuatro dueños sucesivos
Oro Vivo tiene desde octubre último su cuartel general en Mataró. Lo trasladó desde su anterior sede en el paseo de la Bonanova, de Barcelona.
La primera joyería Oro Vivo se inauguró en 1989. El fundador del negocio fue Juan Manuel Coco, que se había asociado al efecto con el grupo suizo Golay, líder mundial en la distribución de perlas cultivadas.
Posteriormente, con la actividad viento en popa, los promotores traspasaron la propiedad al grupo francés Christian Bernard.
En 2014, cuando la casa ya llevaba acumulados varios ejercicios en pérdidas, Bernard cedió el control al fondo inversor barcelonés Endurance Partners. En sus manos permaneció seis años, hasta que en plena pandemia propinó el pase al consorcio francés Sobior. En nombre de este, Frank Philippe Gerard Robbez Masson es el administrador único de Oro Vivo.