Un arquitecto municipal irrumpe en la guerra familiar por el imperio del Banco Expropiado
El funcionario 'traiciona' al empresario Francisco Bravo y se alinea con su hijo, el azote de los okupas del barrio de Gracia de Barcelona
12 abril, 2024 00:00Noticias relacionadas
Un arquitecto municipal ha entrado en la batalla por el imperio inmobiliario de la familia Bravo, dueña de la antigua casa okupa Banco Expropiado de Barcelona. El funcionario de confianza de la saga ha arropado al empresario Manuel Bravo Solano, que alejó a su padre del grupo en un giro que ha iniciado una guerra judicial.
Lo detallan fuentes conocedoras del último combate por un patrimonio inmobiliario que totaliza, según algunas voces, más de 70 millones de euros. El economista Francisco Bravo, que lo levantó de la nada, ha visto como su hijo y su exmujer le apartaban del holding. Y esto llevó a una pelea familiar para recuperar el control de la sociedad cabecera de su grupo. Ahora, este empresario de la capital catalana ha visto una nueva traición que le ha resultado inesperada.
El arquitecto de confianza se va con el hijo
El desplante es el que ha hecho Miquel Guàrdia Guàrdia, arquitecto municipal en nómina del Ayuntamiento de Sant Joan Despí (Barcelona). Es uno de los funcionarios que trabajó con promociones inmobiliarias de los Bravo en el pasado.
El empleado público, que trabajaba codo a codo con el padre en cambios urbanísticos como el desarrollo del sector Fontsanta de la ciudad metropolitana, aprovechó el último juicio en la Audiencia Provincial de Barcelona para alinearse con el hijo. "Es una traición: de años trabajando con el Bravo sénior, que creó el imperio, pasó a asegurar ante el juez que apenas le conocía", indican las mismas fuentes.
Batalla legal
El movimiento, que el Ayuntamiento de Sant Joan Despí no ha querido comentar, ni tampoco el abogado de Bravo hijo, no cambiará la causa. El caso judicial, en el que Bravo padre está acusado de retirar cerca de 100.000 euros de una empresa, va "camino del archivo", señalan otras voces jurídicas. De hecho, es lo que pasó en una causa civil precedente por la misma causa.
Pero esta liza no esconde la refriega mayor. Manuel Bravo y su madre apartaron al septuagenario Francisco Bravo de su propio imperio empresarial en 2018. Aprovecharon un ingreso hospitalario de éste para "apartarle completamente, cambiando las llaves del despacho y los números de cuenta". Le dejaron sin nada.
Sus allegados ponen un ejemplo de lo ocurrido en esta famillia: la célebre oficina central del número 55 de Paseo de Gracia, la milla de oro de Barcelona, la había comprado Bravo padre por 850.000 euros a una entidad bancaria. Ha perdido la gestión del local.
Hasta 170.000 euros mensuales en alquileres
También ha sucedido lo propio con el resto de activos del grupo. Básicamente, las viviendas compradas, además de más de 30 locales comerciales que generan unos ingresos de 170.000 euros mensuales, incluidas dos grandes superficies.
Todo ello estaba bajo el control de Francisco Bravo y, ahora, sólo lo tiene anotado en una lista, explican estas fuentes. Le llama "la Biblia", y en ella figura todo el patrimonio que estaba bajo su holding hasta que fue apeado de la compañía por su familia. Desde 2018, que lo perdió "casi todo" a manos de su hijo y exmujer, pelea que ha iniciado la vía judicial para ver la pulcritud de este relevo accionarial forzado.
Su entorno -él ha rechazado hablar con este medio- asegura que el empresario hecho a sí mismo exige "una parte justa para su hija de 14 años", que tuvo con la exasistente del conglomerado. Su hijo y exmujer lo rechazan. Esta es la batalla.
Bravo hijo gana a los okupas
Poco a poco, Bravo padre ha recuperado activos por medio de diversos procedimientos judiciales. Mientras, Bravo hijo trata de retener todo el inmobiliario. Y de saldar las cuentas pendientes con los okupas de Barcelona que le cercaron unos años atrás. Cabe recordar que el directivo participaba en Antarctic Vintage, una empresa que compró una docena de antiguas oficinas bancarias en Cataluña.
Los antisistema irrumpieron en una de ellas, situada en el barrio de Gracia de Barcelona, e iniciaron una lucha para quedarse. Terminaron desalojados del inmueble comercial entre incidentes y una crisis política en 2014. Por el camino, hicieron escraches a Bravo hijo y difundieron su rostro por toda la capital catalana.
Recientemente, el directivo se ha vengado de lo que vivió hace una década en la capital catalana. Ha rechazado un acuerdo de conformidad y los intrusos han terminado condenados penalmente. Ocho años después, Bravo hijo se desquita del odio de los anarquistas.
De 120.000 euros a un nuevo 'holding'
Pero Manuel Bravo se enfrenta a un nuevo enemigo: su propio padre. Ambos rompieron relaciones en 2018. El primero "se quedó en la calle con 120.000 euros en efectivo que tenía en la mesilla de noche para pagar opciones de compra". Está reconstruyendo su portafolio poco a poco, con ayuda de los tribunales.
Lejos queda lo que atesoró. Un conglomerado inmobiliario muy importante, y diversas discotecas y restaurantes en Barcelona, incluido el Gambrinus del Moll de la Fusta, decorado con una gamba gigante que diseñó el ilustrador Javier Mariscal.
Bravo padre cedió esta escultura al Ayuntamiento de Barcelona, que la respetó. Fue el legado a la Ciudad Condal de un discreto empresario que jamás ha querido notoriedad. Hasta ahora, que se enfrenta a su propio hijo.