En la imagen, grupos de 'okupas' haciendo un escrache ante las oficinas de Antartic Vintage, propietaria del local del 'Banc Expropiat'.

En la imagen, grupos de 'okupas' haciendo un escrache ante las oficinas de Antartic Vintage, propietaria del local del 'Banc Expropiat'.

Vida

Un grupo familiar dedicado el negocio inmobiliario

Antartic Vintage, la empresa propietaria del local del 'Banc Expropiat' no tiene empleados y en 2013 declaró unos beneficios de casi 65.000 euros

9 junio, 2016 00:00

Antartic Vintage es una de las empresas del grupo inmobiliario en el que Manuel Bravo Solano aparece como cabeza visible. A juzgar por la repetición de ambos apellidos en los distintos cargos de las seis compañías que integran el conglomerado, se trata de un negocio familiar.

Los últimos datos depositados en el Registro Mercantil datan de 2013, un ejercicio en el que Antartic Vintage declaró unos beneficios netos de 64.977 euros, lo que arrojaba una rentabilidad del 24,6% sobre facturación. Muy parecida a la del ejercicio de 2012, su primer año de vida.

Sin empleados

Es una sociedad limitada que se dedica al alquiler de inmuebles por cuenta propia y que carece de empleados. Isabel Solano Pallarés figura como administradora y Manuel Bravo Solano como apoderado.

Es una instrumental que nació con un capital social de 3.000 euros y que llegó hasta los 2,2 millones tras una ampliación. Trabaja con bancos, pero las adquisiciones se financian mayoritariamente con recursos propios y con préstamos de otras sociedades del grupo.

Expertos en situaciones difíciles

La actividad fundamental es la inmobiliaria y la financiera: se reparten los papeles entre las seis firmas. Son empresarios habituados a situaciones delicadas, como las que se producen tras la venta de edificios con inquilinos dentro como esta que les ha lanzado a la fama: la adquisición de unos bajos en Gràcia con año y medio de okupación, pero con un magnífico emplazamiento comercial, en plena Travessera.

Tanto las empresas del grupo como sus gestores han sido objeto de hostigamiento por parte de los okupas en la calle y en las redes sociales. Por eso han cancelado casi todas sus cuentas personales, llegando incluso a congelar las webs corporativas.