Imagen de la sede de Grifols en Sant Cugat del Vallès (Barcelona)

Imagen de la sede de Grifols en Sant Cugat del Vallès (Barcelona) EP

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KPMG guarda silencio mientras el foco sobre Grifols se dirige a su relación con Scranton

La firma encargada de auditar las cuentas de la farmacéutica en los últimos años fue el detonante de la crisis contable de la compañía al obligarle a reformular sus balances tras una operación en EEUU. Ahora guarda silencio mientras el mercado se centra en la relación entre la compañía y el accionista

15 enero, 2024 00:00

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Grífols vive la peor crisis bursátil de su historia, desangrada por el ataque de los especuladores bajo las numerosas sombras de sospecha que ha extendido Gotham City Research. El demoledor informe del célebre fondo bajista pone en duda el balance de la farmacéutica y sus cifras reales de apalancamiento como consecuencia de operaciones vinculadas con el socio Scranton Enterprises, vinculado a la familia fundadora. 

Una circunstancia que sitúa en el centro del debate el papel que ha representado KPMG como auditora de cuentas de la compañía en los últimos años. Entre los múltiples aspectos que la dirección de Grífols ha tenido que explicar al mercado, por ahora con escaso éxito, figura la compraventa entre la cotizada y Scranton de las sociedades Haema y Biotest US, que contó con el visto bueno de la auditora.

Prudente silencio

Por ahora, ésta guarda un prudente silencio sobre el actual escenario planteado en torno a la farmacéutica cotizada y su situación en el mercado, algo habitual en la relación de las consultoras con sus clientes. 

Mientras, en el entorno del mercado se considera que los aspectos que están bajo el foco del mercado se refieren a las operaciones vinculadas con Scranton y la relación que Grífols mantiene con el que es uno de sus principales accionistas. Un área que quedaría fuera de su labor como fiscalizador de cuentas de la empresa.

Justificación

El informe de Gotham hace hincapié en que Grífols procedió en 2018 a consolidar el balance de estos dos activos pese a que ese mismo año los vendió al accionista controlado por la familia que da nombre a la cotizada.

Grífols ha esgrimido como argumento para este apunte que en la operación se incluyó una opción de compra (no obligatoria) que aún permanece vigente, además de un acuerdo para seguir gestionando los centros de plasma propiedad de Haema y Biotest US, que explicaría el fuerte vínculo que mantiene con ambos activos y, por lo tanto, justificaría la decisión de optar por consolidarlos en sus cuentas.

La caída de Grífols en la Bolsa de Madrid

La caída de Grífols en la Bolsa de Madrid EFE

Una maniobra que despierta no pocas sospechas en el mercado, aunque la otra baza con la que cuenta Grífols es que sus balances han sido auditados cada año por KPMG sin salvedades.

Se da la circunstancia de que fue precisamente la auditora la que prendió la mecha de una crisis, por entonces incipiente, en la contabilidad de Grífols que ha terminado por estallar por los aires, a poco que los fondos especuladores han detectado debilidades en los cimientos.

Reducir deuda

Cuando Grífols ya comenzaba a padecer el castigo de los inversores por su elevado endeudamiento, agravado por los efectos de la pandemia, la compañía comenzó la búsqueda de ingresos no recurrentes que le permitieran aliviar su situación financiera.

Fruto de esta estrategia, a mediados de 2021 dio entrada el fondo soberano de Singapur GIC en Biomat, una de sus filiales en EE. UU., que hasta ese momento controlaba al 100%.

Thomas Glanzmann, consejero delegado de Grifols, durante una junta de accionistas

Thomas Glanzmann, consejero delegado de Grifols, durante una junta de accionistas EFE

 

Una operación valorada en 1.000 millones de dólares que permitió a Grífols elevar sus cifras de patrimonio neto en algo más de 800 millones de euros y mejora sus ratios de apalancamiento; la mejora del escenario le llevó a afrontar la compra de la alemana Biotest, valorada en unos 1.100 millones de euros, con el fin de profundizar en la política de diversificación de activos.

En aquel momento, Grífols sufrió un fuerte revés debido a que se vio obligada a reformular sus estados contables, precisamente por indicación de KPMG. La auditora estimó que los ingresos de la venta de la filial estadounidense no debieron apuntarse como patrimonio neto sino que debían formar parte del pasivo financiero no ordinario.

Castigo del mercado

El apunte no afectaba directamente a la cuenta de pérdidas y ganancias pero sí al balance y al apalancamiento financiero que, junto con la compra de Biotest, se iba muy por encima de las cinco veces que había calculado Grífols tras dar entrada a GIC en EE. UU..

Grífols se había embarcado en una operación para crecer de forma inorgánica que incrementaba aún más su pasivo, lo que le llevó a una tensa situación en los mercados, que ya condujeron al valor a sus mínimos en más de una década.