Entrada del Moco Museum de Barcelona

Entrada del Moco Museum de Barcelona SIMÓN SÁNCHEZ - CG

Business

De subastar un Banksy para llegar a fin de mes al radar de los inversores: la historia de Moco Museum

Un matrimonio holandés de coleccionistas, socios capitalistas y mecenas internacionales, tras las galerías que están entre las más visitadas de Europa

15 diciembre, 2023 00:14

Noticias relacionadas

De no tener dinero suficiente para cuadrar las cuentas a entrar en el radar de los inversores internacionales. La historia de los museos Moco (acrónimo de moderno contemporáneo) se remonta a 2016, cuando se abrió la primera de estas galerías de arte en Ámsterdam.

Sus dueños y fundadores son Kim Logchies-Prins y su marido Lionel, una pareja holandesa que no procedía de ninguna gran fortuna familiar de Países Bajos. Los coleccionistas decidieron apostar por el arte urbano como forma de crear un negocio rentable.

Mecenas e inversores extranjeros

El museo Moco de Barcelona perderá una de sus obras más valiosas, firmada por Salvador Dalí, por la millonaria subasta del cuadro, que se encontraba cedido. No es la primera vez que ocurre algo parecido: uno de los Banksy de la cadena ya fue subastado para hacer caja durante la pandemia, tratando de evitar despidos en la empresa; se prefirió perder una de las joyas de la corona de la exposición antes que a una parte del equipo que ha llevado a cabo esta exitosa expansión.

La pieza, que se adjudicó por 1,5 millones de libras esterlinas (unos 1,74 millones de euros), formaba parte de la colección propia de la galería de Ámsterdam. La pintura, Monkey Poison, pasó a manos de un comprador anónimo de Estados Unidos, que se apiadó del museo y decidió ceder la obra, tal y como hacen otros mecenas.

Crecimiento a golpe de chequera

Antes de la creación de la marca Moco, los Logchies-Prins ya tenían una galería mucho más discreta en Ámsterdam, la Lionel Gallery, ubicada en el histórico barrio Spiegel. Para poner en marcha su proyecto en 2016, pusieron parte de sus ahorros personales, aunque se desconoce la cantidad.

Una empleada de la galería toma una foto de la obra de Banksy que el propio artista destruyó parcialmente en 2018 / FACUNDO ARRIZABALAGA - EFE

Una empleada de la galería toma una foto de la obra de Banksy que el propio artista destruyó parcialmente en 2018 / FACUNDO ARRIZABALAGA - EFE

Sin embargo, para el crecimiento de la iniciativa ha sido clave la aportación de otros inversores, una red que ha ido creciendo. En un inicio, cuatro anónimos inyectaron el capital inicial necesario para alquilar Villa Alsberg, la privilegiada ubicación del Moco Ámsterdam, que, en pleno barrio del arte y las exposiciones, junto al Rijksmuseum y el de Van Gogh, ya está entre los siete más visitados de Países Bajos.

De Barcelona a Londres

En 2020, se constituyó la sociedad holandesa Moco Museum B.V., titular también del segundo establecimiento de la cadena, que abrió en el centro de Barcelona un año más tarde. Al igual que en el caso de Ámsterdam, su ubicación es muy céntrica: en la calle Montcada, dentro del distrito de Ciutat Vella.

Hay otra apertura planeada: esta vez en Londres. La expansión de la marca que institucionaliza el arte urbano le llevará a abrir otro museo en arco del triunfo londinense, el Marble Arch, entre el Hyde Park y Oxford Street, la principal calle de compras en la capital británica.

La moda de los museos instagrameables

El éxito de este modelo ha llamado la atención del sector inmobiliario y fuentes de este ámbito apuntan, que enmarcan este fenómeno en la "explosión" de operadores culturales con el foco en las experiencias. Citan como ejemplo el salto del Moco de Barcelona a Londres, pero también del Paradox Museum de plaza Urquinaona.

Otros casos similares incluyen los museos Big Fun y de las Ilusiones, en este caso impulsados por un inversor ruso y con presencia en diversas plazas internacionales, entre ellas Barcelona. Este tipo de oferta opta por ubicaciones muy céntricas en las grandes ciudades europeas, donde puedan captar al público local y también a los turistas. Ello, sumado a las grandes necesidades de espacio para abrir una galería de este tipo, provoca que los alquileres que pagan estos operadores sean abultados.