El pelotazo del creador de Pegasus en Wall Street que frustraron dos congresistas
Los planes de la israelí NSO, creadora del software de espionaje, para salir a bolsa se cayeron a raíz de cartas de dos representantes republicanos a Apple y al FBI acerca del uso de la aplicación
7 mayo, 2022 00:00NSO Group, la compañía israelí responsable de Pegasus, la herramienta de espionaje que está en boca de todos en los últimos días, atraviesa en la actualidad una delicada situación financiera, prácticamente al borde de la quiebra. Sin embargo, apenas hace unos meses tenía encima de la mesa planes para salir a bolsa, una operación para la que sus responsables sondearon al entorno de Wall Street. La actuación de dos congresistas republicanos norteamericanos ha resultado clave para neutralizar lo que hubiera sido un auténtico pelotazo para los fundadores de la empresa.
De la noche a la mañana, una potente herramienta de espionaje al alcance de unos pocos servicios de inteligencia estatales ha pasado a ser del dominio público tras desvelarse que está detrás del presunto espionaje a líderes independentistas catalanes pero que también se introdujo en los teléfonos del mismísimo presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y de la ministra de Defensa, Margarita Robles.
El origen
Al margen del ruido político generado en toda España por sus derivadas en torno al procés y a los apoyos con los que cuenta la coalición PSOE-Unidas Podemos que está al frente del Consejo de Ministros, lo cierto es que la situación por la que atraviesa la compañía responsable de Pegasus está lejos de ser idílica.
Sus tres fundadores, Niv Carmi, Omri Lavie y Shalev Hulio, proceden del entorno de los afamados servicios de inteligencia israelíes. De ellos, los dos últimos permanecen en el capital de NSO, aunque tan sólo Hulio participa activamente en la gestión como consejero delegado.
Especulación
Es quien trata de buscar en los últimos meses una salida a la desesperada para un grupo ahogado por unas deudas que se aproximan a los 500 millones de dólares para una compañía que a mediados de la pasada década llegó a ser valorada por el doble.
Fue cuando su por entonces accionista mayoritario, el fondo Francisco Partners, buscaba poner en valor la inversión de apenas 130 millones de dólares que hizo años antes para comprar gran parte del capital a los fundadores. Las actuaciones de NSO ya habían generado polémica pero no podría decirse que la compañía hubiera caído aún en desgracia.
El caso Kashoggi
Sin embargo, muchas cosas cambiaron a partir del asesinato del periodista saudí Jamal Kashoggi, crítico con el régimen de su país, al que se acusa de estar detrás del crimen. En las investigaciones, el nombre de Pegasus apareció como una de las herramientas empleadas para espiar a Kashoggi, al que se ejecutó en la embajada del país de Oriente Medio en Turquía.
Con numerosos informes de organizaciones que denunciaban el uso de Pegasus para el espionaje de políticos, activistas y periodistas, e informaciones aparecidas en prensa acerca del software, el pasado año una alianza de varios medios publicó una serie de reportajes acerca de este asunto en los que se hacía eco de que NSO había ofrecido a departamentos de Policía local de EEUU una herramienta denominada Phantom, para cuyo empleo en EEUU el Gobierno israelí estaba dispuesto a conceder una licencia especial, tan sólo al alcance de las agencias dependientes del Gobierno Federal. Algo que no sucedía con Pegasus.
Diversos artículos publicados por The New York Times aseguraron que NSO llegó a hacer una demostración ante el FBI, aunque finalmente este departamento habría rechazado la adquisición de la licencia.
Mientras todo esto sucedía, la situación financiera de NSO se complicaba por momentos y su consejero delegado buscaba una salida con cierta urgencia. Una de las opciones propuestas por la banca que asesoraba a Shalev Hulio en este proceso fue sacar a bolsa la compañía, lo que le permitiría tanto a él como a Lavie, el otro fundador que permanece en el capital, deshacerse de buena parte de su participación y, además, aportar liquidez a la empresa.
Las cartas de los congresistas
Sin embargo, los contactos con el FBI terminaron siendo fatales para los planes de Hulio. En noviembre, Apple denunció a NSO a propósito de los numerosos ataques de Pegasus a terminales iPhone, lo que terminó por poner en alerta a la Comisión de Justicia del Congreso de EEUU.
Dos de sus miembros, los republicanos Jim Jordan (congresista por Ohio) y Mike Johnson (representante por Louisiana), remitieron sendas misivas al máximo responsable del FBI, Christopher Wary, y al consejero delegado de Apple, Tim Cook, en las que expresaban su inquietud por el hecho de que el empleo del software de espionaje menoscabara las libertades individuales de ciudadanos estadounidenses.
Contra derechos fundamentales
En concreto, los congresistas reclamaron al FBI datos sobre las comunicaciones que había mantenido la agencia de inteligencia norteamericana con NSO o alguna de sus filiales en torno al empleo de estas herramientas.
En su carta al primer ejecutivo de Apple, los políticos solicitaron a la empresa recabar datos sobre cuántos terminales habían sufrido una sustracción de datos con Pegasus o con Phantom, así como su localización geográfica y las actuaciones que estaba llevando a cabo la compañía en materia de ciberseguridad.
Ofertas de derribo
Estos hechos han terminado por dinamitar los planes de Hulio, que prosigue en la búsqueda de un comprador en mitad de la tormenta. Hace algunas semanas, el diario Financial Times se hacía eco del interés de un grupo de militares estadounidenses interesados en la adquisición de NSO. Entre sus intenciones figura cambiar la estrategia de la compañía y aprovechar sus desarrollos para otro tipo de actividades, alejadas de las que desempeña Pegasus.
La información hablaba de ofertas en torno a los 200 millones de dólares, muy alejadas de los objetivos de los actuales accionistas, que ven en los últimos acontecimientos en torno a Pegasus un obstáculo insalvable para realizar cualquier tipo de transacción. Y aún menos, un salto al mercado, que requeriría de unas cotas de transparencia incompatibles con su línea de negocio.