El segmento de alta velocidad, donde operaba el cártel destapado por la CNMC / RENFE

El segmento de alta velocidad, donde operaba el cártel destapado por la CNMC / RENFE

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“Nadie pierde, todos ganan”: así se repartió 4.200 millones el cártel del AVE

La alianza entre las antiguas Alcatel y Dimetronic se complicó con la progresiva incorporación de empresas a un sistema gobernado por los consejeros delegados de ambas, conocidos como “los Jesuses”

6 octubre, 2021 00:00

La última actuación de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ha derivado en una voluminosa multa conjunta cercana a los 128 millones de euros para ocho empresas y diez directivos, que durante 15 años se repartieron casi 4.200 millones en contratos ferroviarios, la mayoría del AVE. Al frente de un sistema simple en su inicio, y que se fue complicando por momentos hasta el punto de agotar a sus propios creadores, estaban los consejeros delegados de las antiguas Alcatel y Dimetronic, Jesús Sánchez Bargos y Jesús Guzmán Martín de los Santos, “los Jesuses”, como eran conocidos en esta historia con guión cinematográfico.

Pero como suele ocurrir en estos casos, el origen de todo, la génesis de un cártel que se repartió hasta 82 voluminosos contratos de forma irregular entre 2003 y 2017, se descubrió casi por casualidad, por una carambola.

Todo empezó por un informe

En concreto, uno de los documentos incautados en la sede de Thales (anteriormente Alcatel) como consecuencia de una investigación anterior incluye un informe sobre la potencial adquisición de Invensys Rail y una de sus filiales, Dimetronic, por parte de la alemana Siemens. En estos papeles se analiza el impacto que esta operación tendría para Thales.

¿Qué implicación podría tener cuando, en principio, se trataba de un tercero con una mera relación de competidor? En ese punto es donde se encuentra la clave para encontrar el inicio de la trama. En realidad, Thales y Dimetronic eran algo más que los dos principales actores en el segmento de las comunicaciones en las infraestructuras ferroviarias: tenían una alianza estratégica, precisamente el factor que hacía que una operación como el cambio de control en esta última pudiera afectar de forma significativa a la primera.

De una UTE al cártel

La investigación de la CNMC ha permitido conocer que ambas compañías firmaron hasta cuatro protocolos de actuación en apenas tres años. El primero de ellos data de junio de 2003. Un año antes, Alcatel y Dimetronic ya había conformado una Unión Temporal de Empresas (UTE) con vistas a adjudicarse un contrato de sistemas de comunicaciones y seguridad del tramo de alta velocidad Zaragoza-Huesca, aunque no lograron su objetivo.

Un intento fallido que, en los años posteriores, no se daría con frecuencia. En 2003, el primer acuerdo entre las compañías contempla un reparto del 50% de los contratos conseguidos entre ellas. En aquel primer momento, hasta cinco licitaciones estaban en su punto de mira. La alianza, modificada en numerosas ocasiones con posterioridad, también dejaba la puerta abierta a la entrada de un tercero al que se acordaba otorgar, como máximo, el 20%.

Reequilibrios

A partir de entonces, cada nueva licitación a la que aspiraban las compañías llevaba aparejada un nuevo acuerdo protocolario, aunque con la misma base de reparto. Posteriormente, se añadieron novedades con el fin de que cada empresa pudiera aportar su tecnología a la hora de llevar a cabo los proyectos.

En este sentido, las variaciones de los acuerdos protocolarios introdujeron elementos para equilibrar las cuantías percibidas por las empresas, ya que al no tratarse de contratos homogéneos se producían desequilibrios a la hora de realizar el reparto, en función de qué compañía hubiera aportado en su caso la tecnología. La compensación solía llegar por la vía de otros trabajos y obras contemplados en las licitaciones.

Nuevas incorporaciones

“Ninguna parte pierde, ambas ganan”, se asegura explícitamente en uno de los correos electrónicos entre las empresas implicadas que forma parte de la abundante documentación incautada por el regulador para la instrucción del expediente.

Así, no tardan en incorporarse nuevos elementos al cártel. Los primeros son Siemens (que terminó por adquirir Dimetronic) y Nokia. Por entonces, comienza a complicarse el reparto de los contratos y surgen las primeras discrepancias entre las compañías.

"Teme que le hagamos la cama"

En lo referido a las telecomunicaciones, Nokia solicitaba poder mantener su posición de liderazgo en el mercado, pero los artífices del cártel no accedían tan fácilmente a sus exigencias.

“Pide ser el prime en Madrid-Valladolid porque teme que le hagamos la cama”, se lee en uno de los correos intercambiados en el seno de Alcatel (posteriormente Thales). “No podemos dejarle ser el prime en Valladolid, tenemos una estrategia clara de futuro de unir Señalización/Seguridad & Telecomunicaciones y debe ser en CO-Ma y Ma-Va, dile que no le queda otra que fiarse”, respondía Sánchez Bargos, uno de “los Jesuses”. Remataba: “Tenemos que ser inflexibles, el cliente está de nuestro lado y lo sabe”.

Inflación

La entrada de nuevos componentes en el cártel ampliaba las posibilidades de adjudicarse contratos pero, al mismo tiempo, complicaba cada vez más la operativa por las peculiaridades de cada compañía. Fue el caso de la filial de ACS Cobra, conocida en el sector por sus elevados precios.

En las primeras licitaciones, los responsables del cártel decidieron que Cobra entrara posteriormente como subcontratista, para que se llevara el 15% que se había acordado previamente. En uno de los correos incluidos en la instrucción del expediente, empleados de Thales señalan que “me parece un robo hacer esos servicios por ese dinero”.

"Ya estoy agotado con esto..."

Hasta el punto de que la CNMC considera constatado que las empresas procedían a inflar los presupuestos con costes que no estaban justificados “para cubrirnos del palo que nos va a meter Cobra”.

La situación incluso lleva a algunos responsables de Thales al agotamiento a la hora de negociar los porcentajes con otras compañías. Así se recoge en uno de los correos que recibe Sánchez Bargos: “Yo ya estoy agotado con esto… ¿lo manejáis vosotros? ¿Por qué reclaman más % que lo habitual, que está en torno a un 15-17%?”.

Para culminar la investigación, la CNMC ha contado con la colaboración de Siemens y de uno de sus directivos, a través de la denominada declaración de clemencia. Ha supuesto una rebaja de las sanciones a cambio de su contribución a esclarecer los hechos.